martes 23 de abril de 2024
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Como ajustará el mercado el día después

Claudio Cerini es peluquero, pero un día empezó a expandirse y hoy es uno de los empresarios más poderosos del sector, con siete locales en los shoppings mas importantes, en los que se desempeñan sus 800 empleados. Esta semana lo entrevistamos en Radio Mitre, como parte del trabajo que está haciendo Jorge Lanata por mostrar el costado real de la pandemia; el de carne y hueso, el de gente que tiene que pagar sueldos y no puede trabajar, pero que también tiene reparos sobre cómo va a volver el negocio.En las semanas anteriores habíamos conversado con un odontólogo y un kinesiólogo. Con los testimonios empezó a emerger un denominador común; todos explicaban que las medidas de seguridad que tendrían que tomar encarecerían enormemente los costos; cambiar los materiales de protección, desinfectar entre cliente y cliente, usar barbijos especiales, atender de a pocos clientes a la vez en estructuras gigantescas armadas para aguantar los picos de demanda de cada profesión. Cerini bromeó mientras Marina Calabró repasaba las medidas de prevención: “8.000 pesos el corte, jeje…”. Una semana antes el odontólogo le había dicho que con todas las precauciones que tenía que tomar, por menos de 2000 pesos no podía sentar a un paciente en su consultorio.

La historia es prácticamente la misma en todos los rubros. Los locales textiles, que ya venían en una situación crítica antes del COVID, necesitan las ventas de los picos estacionales o los sábados para poder sostener sus estructuras, pero eso no será posible si solo pueden entrar de a dos personas al negocio.

Del otro lado del mostrador la confianza de los consumidores se derrumbó y la predisposición de compra, sobre todo en bienes durables, colapsó, como lo indica el relevamiento que hace todos los meses la Universidad Di Tella.

No es difícil imaginar que cuando las clientas de Claudio lo llamen para volver a cortarse le digan que ya no pueden pagar los $3000 que gastaban en una tarde de peluquería, o que le cancelen el turno al odontólogo cuando se enteren que tienen que pagar un derecho de asiento tan elevado.

Si antes la gente esperaba las liquidaciones de temporada, mucho más lo harán ahora que los salarios reales se derrumbar y crece la desocupación.

Ni hablar de los Bares o restaurantes que están entre los primeros gastos que una persona corta cuando pierde ingresos y que siempre basaron su atractivo comercial en el mensaje implícito que transmitía su capacidad rebalsando. Un amigo que tiene varios locales gastronómicos en La Plata me comentó que, si logra abrir con mesa de por medio, para cumplir con la distancia social, queda debajo de la línea de flotación de costos y son conscientes que en medio de la crisis no podrán trasladar esos mayores costos por menor escala de operaciones, a los consumidores.

“tendremos que reinventarnos” me dijo, “reestructurar el negocio; despedir personal, renegociar los contratos con los propietarios de los locales…”.

Doble Nelson

El efecto combinado de mayores costos, ya sea por los materiales de protección o por el menor flujo de clientes permitido, en conjunto con menores ingresos de los consumidores, opera contrayendo tanto la oferta como la demanda y aunque no hay modo de saber cual será el efecto final en los precios, la contracción en cada uno de los negocios es de manual .

La magnitud del desplazamiento de la oferta y la demanda depende de la actividad. En la producción de bienes durables, en general, algunos costos puede incluso que bajen, por ejemplo, debido a la caída en los commodities, pero el derrumbe de la demanda será monumental, porque todo consumo de un bien que se deprecia en más de un período en realidad implica un compromiso de compra de ese producto en cada período en que el dinero destinado al mismo está hundido. Quien accede a un auto en 2020, en realidad está comprando una quinta parte de este hoy, otra quinta parte en 2021 y así sucesivamente, más allá de como financie la adquisición.

Para tener una idea de las perspectivas de la demanda, en la encuesta que hace Di Tella, la predisposición a compra de autos y casas cayó a solo 6,55% mientras que para electrodomésticos es de 9,46%, niveles similares a los de peor momento del 2002 y todavía puede seguir bajando en la medición de mayo.

En los mercados de servicios, en cambio, habrá menos caída en la demanda porque su consumo es instantáneo y no supone ningún compromiso a futuro, pero la subida de los costos será mas significativa porque en general son face to face.

En bienes durables el ajuste es medio cantado; es probable que predominen los efectos de demanda y que por lo tanto no pueda evitarse la contracción del mercado, salvo que el gobierno lo apuntale con algún mecanismo tipo “plan canje” sumado a líneas financieras de largo plazo (esto podría lograrse extendiendo la amortización a 10 años y permitiendo 168 cuotas). Algo similar debería ocurrir para el resto de los durables, con planes Ahora24 y Ahora36.

En servicios deberán reestructurarse hacia atrás. El ajuste recaerá sobre los propietarios de locales, que no pueden esquivarlo por su oferta inelástica y en segundo lugar sobre los trabajadores que deberán aceptar salarios sensiblemente mas bajos o enfrentar el despido, porque si los locales deben atender con menos mesas, o menos clientes, no necesitarán tanto personal.

Este, por supuesto es un análisis de equilibrio parcial y los precios a los cuales refiere no son absolutos sino relativos. En una economía sin inflación, la parte del consumo que se postergue voluntariamente puede estacionarse en la moneda local; en Argentina por lo general se va al dólar y por lo tanto el eventual efecto deflacionario se compensa con el salto de nominalidad por la caída en la demanda de dinero

Publicado en Clase Media, el newsletter de Martín Tetaz, el 12 de mayo de 2020.

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