sábado 20 de abril de 2024
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Carta abierta al Presidente Duhalde

Debo confesarle que para dar crédito a lo que escuché debí reiterar el video varias veces.

Las elecciones, señor Presidente, no son meramente una competencia. La democracia no es, ni debe ser reducida a un mecanismo competitivo. Las elecciones son el modo pacífico que las sociedades contemporáneas diseñaron para cambiar los gobiernos o para ratificarles la confianza. Sin ellas, no nos es posible saber cuál es la preferencia de la ciudadanía.

Durante nuestro convulso Siglo XX muchas veces nos vimos tentados a reemplazar esa opinión expresada con las garantías de un proceso electoral. Los múltiples argumentos que se han dado fueron la expresión de nuestra creatividad mal enfocada.

Reiteradamente y de distintos modos se interrumpieron mandatos institucionales, con resultados muy negativos. Aún aquellos que fueron parte de esos procesos con las mejores intenciones (sobre todo ese tipo de actores), con el tiempo y con una carga desgarradora de dolor han aprendido que no se puede soslayar a la ciudadanía, si lo que se quiere es construir respuestas públicas sostenibles.

No hay dudas de que la democracia argentina (de la que tanto usted como yo somos parte) no ha satisfecho las expectativas de gran parte de la sociedad. Por tanto, nos corresponde ofrecer alternativas para mejorar la democracia, calificar nuestra conversación pública y la calidad de los bienes públicos que se ofrecen; promover un decidido cambio de clima social que le permita a la Argentina desenvolverse mejor.

Pero no es anunciando, a modo de “tanteo”,la posibilidad de una disrupción institucional como se construye la respuesta superadora que usted tanto reitera.

¿Cuál sería el programa de un gobierno sin respaldo electoral? En este punto le pido que sea sincero: ¿Acaso la elucubración fantasiosa en torno que un gobierno sin plazos ni restricciones puede controlar mejor el conflicto social?; o ¿Tal vez que un gobierno sin opositores institucionales puede construir las respuestas que requieren un consenso amplio, sobre las cuales la democracia no ha logrado resultados?

Las demandas de orden y horizonte implícitas en esas preguntas son legítimas. Le pido que pongamos nuestro esfuerzo en pensar respuestas igualmente legitimas. Debería advertirle a quienes tienen esas ensoñaciones que vivimos una sociedad de difícil gobernabilidad, pero donde el pluralismo resulta esencial, e ignorarlo no solo es lesivo en términos humanos, sino riesgoso en términos de la lógica del conflicto.

Quien pretenda reemplazar la voluntad popular no tendrá argumentos contra las reacciones violentas de quienes invoquen la (cierta o falsa) legitimidad popular. Ya no sabremos quién es quien, y cuando eso sucede, solo las minorías ultramovilizadas quedan activas en el espacio público.

La imposición de un gobierno por la fuerza (sencillamente eso es la discontinuidad democrática), convoca al miedo. Un actor permanente de la tragedia argentina. Eso es justamente lo inverso de lo que necesitamos.

Argentina necesita creatividad, sinceridad y esfuerzo compartido.

Creatividad para no repetirnos en errores cometidos. Sinceridad para no engañar a la población y a los actores sociales sobre las dificultades que la salida de esta situación trae consigo, y esfuerzo compartido porque no hay modo de acceder a los beneficios del desarrollo sin una inversión de esfuerzo colectivo (razonable y bien enfocado) que debe hacerse previamente.

Por los errores acumulados, de los cuales ni usted ni yo somos ajenos, la democracia argentina enfrentará meses dificilísimos. Aunque el gobierno no quiera oír, y aunque los que hoy ejercemos la oposición democrática hace apenas 9 meses dejamos el poder sin los resultados esperados; es cierto que Argentina necesita imperiosamente de esos tres pilares.

Lo que no necesitamos es nuevas fantasías, atajos, respuestas remanidas… Recuerde aquella frase que se atribuye a Einstein, acerca de que es preciso buscar respuestas diferentes, si queremos tener resultados diferentes.

Tengo perfectamente claro que una enorme parte de la sociedad no quiere que sus dirigentes dialoguen con otros espacios políticos, del mismo modo que sabemos lo difícil que es mantener la credibilidad en el marco de una cultura política que se ha vuelto oportunista, tribal, carente de ideas. Es lastimoso ver en las redes, la política reducida a un juego de consignas ocurrentes o de posicionamientos coyunturales; para no señalar la erosión que le han hecho a la democracia quienes se han enriquecido por medios ilícitos en la gestión pública.

Usted reitera con intensidad, en cada oportunidad que puede, que necesitamos un “acuerdo político”. Apela de buena fe a la idea del “acuerdo” como acceso a un nuevo tiempo de concordia y prosperidad. Pero, acaso si esa es la solución, ¿Por qué en vez de anunciar la interrupción del proceso institucional no trabaja para enriquecer con contenidos ese planteo?; ¿De qué acuerdo habla? ¿Qué diría ese acuerdo sobre las reelecciones indefinidas en las provincias? ¿Qué diría sobre la presión fiscal? ¿Qué diría ese acuerdo sobre el marco de regulaciones laborales? ¿Y sobre la sostenibilidad del sistema previsional? Un acuerdo vacuo, sin contenidos, también es insuficiente.

Sus primeras afirmaciones causaron estupor, pero añadir que dispone información de los cuarteles seguramente cargará de angustia a muchos argentinos y argentinas. Le corresponde denunciar cualquier intento de alteración del orden institucional.

En la década del 80, las fuerzas políticas democráticas acordaron muy pocas cosas (lamentablemente), pero excepcionalmente peronistas y radicales nos pusimos de acuerdo en separar a las Fuerzas Armadas de las disputas políticas y darles un marco profesional de responsabilidades subordinadas a la Constitución y la Ley. Hagamos nosotros la tarea que nos compete, no convoquemos a fantasmas del pasado, no es responsable y no es útil.

Quienes tuvieron el honor de ejercer la primera magistratura deben ayudar con su experiencia. Argentina no necesita añadir sobresaltos a su tumultuosa coyuntura. Mientras concluyó esta carta, en cientos de miles de hogares, compatriotas nuestros están esperando que nos ocupemos de la agenda económica y social, miles de trabajadores y cientos de empresarios están angustiados frente a la realidad de una cuarentena tan extendida, padres de todo el país quieren que regresan las clases con normalidad, y tantas otras cuestiones que deben ser el objeto concreto de nuestras preocupaciones, y no cómo darle cobertura a los asaltantes nocturnos que tan bien describió hace más de 50 años don Arturo Illia.

Publicado en La Nación el 26 de agosto de 2020.

Link https://www.lanacion.com.ar/opinion/carta-abierta-al-presidente-duhalde-nid2432036

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