miércoles 26 de marzo de 2025
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Carlos Abeledo: “Este momento es complicado porque el financiamiento de la ciencia está parado”

En una entrevista con Clarín, el prestigioso científico, Carlos Abeledo, quien se desempeñó como presidente del CONICET durante el gobierno de la recuperación de la democracia que lideró Raúl Alfonsín, expresó que en la actualidad la investigación científica enfrenta una situación complicada ante la parálisis que existe para su financiamiento por lo que advirtió que ello pone en riesgo los trabajos en esa materia y no vacilo en considerar que en tales circunstancias “la continuidad de muchos grupos de investigación está amenazada”, sostuvo que “la ciencia se desarrolla en un ambiente democrático porque necesita de la libertad de pensamiento, y viceversa” y, manifestó que “la democracia necesita de la ciencia para fortalecer su desarrollo” porque “hay una relación biunívoca, de ida y vuelta, entre ciencia y democracia”.

Abeledo, graduado en la Universidad de Buenos Aires como licenciado en Química y en doctor en Filosofía, ya en el inicio de la entrevista el periodista Damián Toschi, rememoró expresiones del Premio Nobel, Bernardo Houssay, cuando afirmó ‘La ciencia es cara; cara es la ignorancia’ lo que sirvió para que el ex presidente del CONICET en la recuperación de la democracia hace algo más de 41 años, reflexionara acerca del presente de la ciencia en el país. “Este momento es complicado porque el financiamiento de la ciencia está parado. Es una situación peligrosa porque, en la medida que los grupos de investigación no tienen financiamiento, peligran los trabajos de investigación’, dijo.

Y completó Abeledo: “Creo que la continuidad de muchos grupos de investigación está amenazada. Hay un colega y amigo peruano, Francisco Sagasti, que escribió un libro sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología en Perú. Allí hace una analogía con el desafío de Sísifo, aquel al que los dioses le dijeron que tenía que empujar una piedra cuesta arriba por una ladera empinada. Este ejemplo vale para la Argentina, porque hemos tenido muchos ascensos y caídas, avanzar y retroceder. Parece un destino”, juzgó al gobierno.

Al promediar el reportaje, el periodista recordó que años atrás el investigador y científico Marcelino Cereijido sostuvo que la ciencia avanza cuando el oscurantismo está distraído y al ser consultado al respecto, Abeledo respondió: “En parte sí. Esa idea surge en los años ‘70, frente al oscurantismo de los gobiernos militares. Pero Cereijido también piensa algo muy interesante. Dice que muchas veces los científicos hablan de la necesidad de apoyar a la ciencia. Frente a eso, él plantea la necesidad de apoyarse en la ciencia. Creo que para que la ciencia avance se necesitan políticas positivas de los gobiernos. También una ciencia que interactúe con las necesidades sociales y técnicas de la sociedad”, remarcó.

Esta última reflexión, abrió al camino a sobrevolar una circunstancia histórica ya que Abeledo fue presidente del CONICET entre 1984 y 1989, lo que equivale a que desempeñó ese cargo durante el gobierno de la recuperación democrática encabezado por Alfonsín y, por lo tanto, se le preguntó como observaba en el presente la relación entre democracia y ciencia. “Para el desarrollo de la ciencia se necesita un ambiente democrático imprescindible. En este punto, discrepo con Cereijido y su idea de que la ciencia se desarrolla cuando el oscurantismo está distraído. No”, subrayó y de inmediato expresó: “La ciencia se desarrolla en un ambiente democrático porque necesita de la libertad de pensamiento, y viceversa: la democracia necesita de la ciencia para fortalecer su desarrollo. Hay una relación biunívoca, de ida y vuelta, entre ciencia y democracia”.

A instancias de otra consulta, Abeledo dijo: “Hay una historia del desarrollo científico que está muy centrada en algunos científicos excelentes, en varias disciplinas: Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir, Félix González Bonorino (Geología), Alberto Soriano (Agronomía), Venancio Deulofeu (Química Orgánica), Ramón Gaviola (Física). Todos estos fueron, en gran medida, esfuerzos individuales o situaciones puntuales en algunas instituciones. La historia más coherente comienza en la década de 1950, cuando se crean la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), acompañado de todo un proceso de renovación en las universidades, que recobran su autonomía a finales de los años ‘50, y empiezan a financiar ciencia y profesores con dedicación exclusiva. Después de eso, la primera interrupción ocurre en 1966, con el derrocamiento de Arturo Illia. Ese golpe produjo, en algunas universidades, un éxodo de profesores e investigadores. Otro momento fue el golpe de Estado de 1976, que produce un éxodo mayor. La tercera etapa, de reconstrucción y crecimiento, comienza en 1983. Este construir y reconstruir, que incluye la formación de investigadores, es un proceso lento, muy costoso y que lleva algunas décadas”, planteó.

En ese contexto, el ex presidente del CONICET en tiempos de la recuperación de la democracia en la Argentina expresó en la hay que “pensar en el largo plazo” y explicó: “La formación de un investigador activo es un proceso de 15 o 20 años. Por eso, la destrucción de un centro de investigación implica volver a empezar: tener un nuevo líder que vaya formando investigadores jóvenes. Además de todo el trabajo -sobre todo en las ciencias experimentales- de construir laboratorios, líneas de investigación, etcétera” y al preguntársele que creía que representaba la ciencia y la tecnología para la mayoría de la sociedad en nuestro país, Abeledo respondió: “La experiencia muestra que, en general, la sociedad respeta a los científicos, tienen un reconocimiento por los resultados de las investigaciones y su formación. De hecho, la buena enseñanza universitaria depende de profesores que son investigadores y están actualizados, capaces, sobre todo, de brindar una formación que no solo enseñe hechos o datos, sino que enseñe a pensar, a tener una actitud de búsqueda y aprendizaje. Para eso se necesita un ambiente donde se fomente el proceso creativo”.

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