Por Gonzalo Delmonte.
Buenos Aires, 21 septiembre (NA) — El senador radical por Tierra del Fuego Pablo Blanco apuntó contra el presidente Javier Milei al sostener que “no es emperador ni rey” sino mandatario de un país democrático, y lo rotuló como “kirchnerismo de derecha”.
Así lo expresó el legislador en una entrevista con la Agencia Noticias Argentinas.
Consultado por la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, Blanco destacó su labor y dijo que la Casa Rosada le debería dar “otro protagonismo”.
“Es completamente distinta a la que teníamos antes. No es que Villarruel sea especial, es una persona normal; es respetuosa, saluda; sabe que el día de mañana no va a ser más vicepresidenta y volverá a ser una ciudadana como cualquier otra”, relató Blanco.
El representante fueguino fue uno de los que pujó porque la empresa de participación estatal Aerolíneas Argentinas fuera quitada del paquete de compañías sujetas a privatizar como proponía el texto original de la Ley Bases. Al respecto, sobre el conflicto que atraviesa la aerolínea de bandera, le hizo un guiño al Balcarce 50 para rever su composición accionaria.
“Yo me oponía a la privatización en la Ley Bases fue porque era solo un artículo que decía el nombre de las empresas a privatizar.
¿Bajo qué condiciones? ¿Cómo? ¿Cuándo? Yo le estaba autorizando un cheque en blanco para que hicieran lo que quisieran. Que manden el proyecto de ley, que expliquen los objetivos”, subrayó.
La siguiente es la entrevista de Blanco con NA: .
Nueve meses de Milei, ¿qué análisis hace de su gobierno?
No está bien. No tiene una buena relación con el Congreso. Tiene una visión muy personal del tema: si coincidís con él, bien, y si no sos una rata, una basura. No es lo que corresponde. No acepta la opinión distinta. Se confundió él. No es emperador ni rey, es un presidente de un país democrático. Es el kirchnerismo de derecha.
Da la sensación que el Gobierno se siente cómodo en el escenario del conflicto.
Él busca el conflicto permanente. Sabe que la gente lo eligió a él porque no estaba de acuerdo con lo anterior. Él cree que ese saldo a favor le va a durar eternamente, la situación de la gente es distinta de lo que se quiere dejar trascender.
Hay rumores de que el Gobierno no quiere el Presupuesto, ¿usted qué opina?
No sé si pretende eso, no creo que sea positivo porque tiene la negociación con el FMI. Sin Presupuesto no creo que le sea fácil negociar en ese sentido. Nosotros somos los responsables de que lo tenga, quizás tal cual como él lo quiere no. Si lo analizamos, yo lo hice muy por arriba, hay cosas incumplibles. No sé cómo llega al 18 por ciento de inflación y un crecimiento del 5 por ciento. Yo no lo veo. Hay un Presupuesto donde la obra pública no existe. El superávit lo fija en desmedro de las provincias.
¿Cómo califica la presentación del Presupuesto?
Un acto político usando las instalaciones del Congreso. ¿Qué diferencia hay entre los actos del kirchnerismo y lo que pasó el domingo pasado? Con el agravante de que él vino a presentar el presupuesto que no está previsto en ningún lado. ¿Qué habló del Presupuesto? Hizo un monumento del déficit cero, pero se olvida que detrás hay gente. Yo no digo que no haya exceso de empleos públicos, pero él celebró que había despedido a 31 mil empleados público. Yo quisiera saber cómo encontrarán trabajo esos empleados que fueron echados porque es verdad que hay ñoquis, pero en muchos casos los ñoquis siguen adentro y los que trabajaban afuera.
¿Cómo encaja Villarruel en este esquema que propone la Casa Rosada?
Si el Ejecutivo utilizara la vía de la Presidencia del Senado para llevar adelante una serie de conversaciones y negociaciones los resultados serían más rápido. Pasa que tratan de obviar ese camino; vienen distintos funcionarios a hablar, pero después sale un tuit del Presidente contradiciendo lo que dicen ellos.
Entonces, le deberían dar otro protagonismo (a Villarruel) porque está en condiciones y capacidades para ser una negociadora importante y de respeto. Es completamente distinta a la que teníamos antes. No es que Villarruel sea especial, es una persona normal; es respetuosa, saluda; sabe que el día de mañana no va a ser más vicepresidenta y volverá a ser una ciudadana como cualquier otra. Ella se mueve como una ciudadana común que tiene esa responsabilidad.
Usted fue uno de los que pujó porque se quitara a Aerolíneas Argentinas del paquete de empresas sujetas a privatizar en la Ley Bases. Actualmente, la crisis sobre la compañía escaló.
Yo sigo sosteniendo que debe continuar en poder del Estado por distintas razones. En la actual situación que está la empresa, ¿qué empresa privada quiere comprarse ese problema? Ahora, tampoco el Gobierno puede desentenderse. Algunos dirigentes gremiales dicen que el Gobierno no quiere sentarse a dialogar. Ayer lo escuchaba a Macri diciendo que hay que cerrarla… Claro, él porque vive acá. Yo que vivo a 3.000 kilómetros, sin Aerolíneas no puedo venir acá. Es muy fácil decir de acá cerremos Aerolíneas.
También es cierto que los gremios deben ayudar.
¿Por qué se opuso en su momento?
Esencialmente, cuando yo me oponía a la privatización en la Ley Bases fue porque era solo un artículo que decía el nombre de las empresas a privatizar. ¿Bajo qué condiciones? ¿Cómo? ¿Cuándo? Yo le estaba autorizando un cheque en blanco para que hicieran lo que quisieran. Ahora, hay proyectos presentados y una idea de privatizar; que manden el proyecto de ley, que expliquen los objetivos y que no tengamos experiencias cuando se privatizaron Aerolíneas e YPF.
Entonces, usted está predispuesto a escuchar al Gobierno.
Yo estoy predispuesto a escuchar. Veo que el Gobierno tiene una visión: aquello que no le gusta cómo anda, en lugar de ponerse para mejorarlo, la solución es cerrarlo. El Estado tiene que garantizar la circulación de los ciudadanos. La obligación es trabajar para solucionarlo. Los gremios deberán entender que la empresa debe ser eficiente y no puede seguir siendo subsidiada por el Estado, pero nosotros necesitamos una empresa como Aerolíneas por la dimensión que tiene el país y la necesidad de conectividad.
Si trazamos una línea del tiempo desde 1983 a la actualidad, ¿qué lugar ocupa el radicalismo en este momento?
En la consideración de la gente hay dos visiones: el radicalismo a nivel nacional y local. En muchas provincias y municipios es bien considerado. A nivel nacional no tenemos un líder que aglutine el pensamiento de la UCR. De por sí no es un partido verticalista, siempre fue un partido horizontal. No surge una figura que surge aglutinante, que más allá de las diferencias, pueda lograr caminos de entendimiento. En la época de Alfonsín habían distintos sectores, pero el partido funcionaba muy bien y se lograban consensos. Después del 2001, del fracaso de la Alianza, los platos rotos solo los pagó el radicalismo. No los pagaron aquellos que fueron parte del kirchnerismo. A esos no le hacían el inventario de que habían integrado la Alianza. Desde esa fecha no hubo un líder que abroquelara a la mayoría; lamentablemente, murió Alfonsín.
¿Puede identificar alguno de esos problemas?
Uno de los problemas serios que tenemos es que esas diferencias no las discutimos adentro, sino en los medios de comunicación. Lo que pasó en Diputados días atrás es algo que se tendría que haber discutido adentro. Los radicales tenemos que tomar consciencia que la UCR está por encima de cualquier interés particular. Para muchos, son más importantes ellos que la UCR. La usan como un mecanismo para llegar y hacen caso omiso a los principios y lineamientos del partido.
La UCR tiene cinco gobernadores, ¿ve en alguno potencial?
A mí me gusta cómo gobierna (Eduardo) Valdés, lamentablemente sucedió lo que sucedió (en referencia al caso Loan). Eso afectó su figura. Me gusta el gobierno de (Maximiliano) Pullaro. Más allá de mis diferencias, (Alfredo) Cornejo es alguien interesante. Por lo que uno puedo vislumbrar puede estar entre Cornejo y Pullaro.
Cornejo tiene ganas y cuando se pone un objetivo trata por todos los medios de lograrlo. No sé si aglutina su forma, sino es más de llevar y machacar. Yo creo que pueden ser ellos tres, sin faltarle el respeto a Sadir y a Zdero. Sin descartarlo a Martín (Lousteau), que es cuestionado por sus funciones en otro gobierno; más allá de que les pueda gustar o no está defendiendo a rajatabla la política y pensamiento de la UCR.
Yo sé que no es muy querido porque puede ser muy personalista, pero acá en el Senado él defiende los principios de la UCR.
Algunos por razones y necesidades opinan lo contrario. Esa es la discusión que nos debemos internamente.
¿Por qué hoy parte del radicalismo queda del “lado del kirchnerismo”? ¿Qué explicación le encuentra?
Esa es una visión muy particular de algunos grupos para hacernos borrar a los radicales. Titular que el radicalismo votó con el kirchnerismo cuando, en realidad, es al revés.
¿El kirchnerismo les robó sus banderas a la UCR?
El kirchnerismo tiene esa costumbre… Pretendió robarse el tema de los Derechos Humanos cuando sus principales líderes, Néstor y Cristina, durante la dictadura estaban defendiendo los intereses de la dictadura. Después se vinieron a hacer los dueños de los DDHH. Con lo cual a mí no me sorprende.
¿La UCR puede permitirse acompañar un pliego con tantos cuestionamientos como el de Ariel Lijo?
Lousteau ya lo dijo claro: el radicalismo quiere mujeres en la Corte Suprema. Lijo está aspirando a cubrir una vacante que era de una mujer. Me parece que no corresponde. Honestamente, sin que se ofenda, me parece que no tiene la presencia de un integrante de la Suprema Corte de Justicia.