Este año, cursando la materia de Economía en la carrera de Ciencia Política de la UBA, el profesor nos indicó que debíamos realizar un trabajo práctico sobre la ley de presupuesto nacional, con toda franqueza pensé que el aburrimiento determinaría el final de mi carrera de politólogo. El trabajo incluía visualizar un video del ministro de Economía, Martín Guzmán, presentando el proyecto de ley de presupuesto 2021 en el Congreso. En ese video el ministro comenzaba diciéndole al presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, “yo también puedo zarazear”. Alertado por su fallido, al llegar al final de su exposición, Guzmán aclaró que al utilizar el término zaraza, solo pretendía destacar sus condiciones de entretenedor, para darle tiempo a los responsables técnicos del evento a resolver un problema con la pantalla de video.
El lunfardismo “zaraza” cuya definición es: “palabras sin sentido o que carecen de co-relato o conexión con la realidad”, se transformó así en un faro que iluminaba cada una de las contradicciones que emergían de la lectura del proyecto, sobre todo al comparar los enunciados del mismo con la asignación de los recursos.
Cabe aclarar que los proyectos de ley de presupuesto, poseen dos partes fundamentales, en la primera se enuncian los objetivos clasificados por programas. En la segunda, tal vez la más importante, que es la asignación de los recursos económicos para programa. O sea por un lado las palabras y por el otro el dinero, o emulando el lunfardo de Guzman, una cosa es la zaraza y otra la biyuya.
Luego del duro entrenamiento adquirido en el estudio del presupuesto nacional y motivado por mi verdadera pasión, las políticas culturales, me sumergí de lleno en el presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires, que en su clasificación jurisdiccional, otorga la denominación de jurisdicción 50 al Ministerio de Cultura. Comencé entonces por el presupuesto del año 2021 para cotejarlo con el 2022, esto me permitiría conocer a fondo cada programa y evaluar la asignación de recursos para cada período, estableciendo porcentajes de actualización anual, siempre guiado por mi firme convicción de corroborar o falsear mi hipótesis: “biyuya mata zaraza”. O, sin lunfardismos, “dinero mata relato”.
El método elegido fue la comparación de las prioridades enunciadas con la asignación de recursos. Con los presupuestos 2021 y 2022 sobre la mesa, orienté mi teléfono en forma horizontal para transformar la calculadora común en una científica y así poder escribir los 14500 millones de pesos con todos sus ceros, que correspondían al total de recursos asignados al Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para el 2022, lo que en términos porcentuales es igual a 2,8% del total del presupuesto de la ciudad. Porcentual que hace 15 años, ascendía al 5,9 y que paradójicamente fuera ejecutado por un funcionario que fue jefe de gobierno en el 2006 y que actualmente sigue ocupando un cargo en el Gobierno de la Ciudad, el de Director General del Complejo Teatral de Buenos Aires.
En cuanto a sus enunciados, el presupuesto 2022 de la jurisdicción 50 de la ciudad de Buenos Aires, ofrece en cada párrafo propuestas socialmente inclusivas. Es un compendio de hermosas palabras: democratizar, descentralizar, construcción de ciudadanía, incentivos, empresas creativas y culturales, con un fuerte enfoque sociocultural destacándose afirmaciones del tipo de “La Cultura se presenta como un factor clave para la convivencia y la construcción de ciudadanía” y que “La cultura es por ello parte constitutiva del desarrollo y contribuye a la disminución de la pobreza”. Pero además, nos propone lograr una total “democracia cultural” donde cualquier individuo pueda convertirse en gestor y co-creador de cultura. Promediando la lectura y encantado con los enunciados del proyecto de ley, decidí seleccionar aquellos programas que la ciudad nos proponía como el camino hacia la panacea participativa, democrática e inclusiva, para darle protagonismo a mi calculadora y confrontar las hermosas palabras con la inevitable verdad de los números. Y lamentablemente fue entonces, cuando mas temprano que tarde, la hipótesis fue tomando temple hasta finalmente corroborarse, concluyendo en que esos 10 hermosos programas participativos e inclusivos solo recibían el 13,5% del total de las asignaciones. En adelante les ofrezco un breve resumen de cada uno de esos programas, son aquellos que ponen la cultura en los barrios o que, a pesar de no ser descentralizados, generan o deberían generar efectos inclusivos. En algunos casos realizo odiosas comparaciones, con el único ánimo de establecer cuales fueron las prio- ridades en las asignaciones presupuestarias.
Programa Cultural En Barrios, fue creado en 1984 y se desarrolla en 36 centros culturales, distribuidos en 14 comunas. Presente en toda la ciudad, es el vínculo mas cercano del Ministerio de Cultura con el vecino, sin embargo solo tiene asignado el 3% del presupuesto y este año, sufrió un recorte, ya que fue actualizado 7 puntos por debajo de la inflación. Total 483 millones. Este presupuesto para los 36 centros culturales y sus 350 mil participantes, equivale a un tercio del Complejo Teatral de Buenos Aires que posee 1470 millones y que paradójicamente aumentó de un año a otro el 60%.
Arte En Barrios, un programa dedicado a promover y descubrir talentos, algo prioritario en el desarrollo cultural de la ciudad. Este debería ser el tipo de programa que promueven la democracia cultural, generando creadores de cultura entre los vecinos, que a su vez son el germen de las industrias creativo y culturales, pero recibe solo el 0,18% del presupuesto, con un aumento de solo 12% o dicho de otra forma, 40 puntos por debajo de la inflación. Total 27 millones.
Desarrollo Cultural y Creativo e Industrias Creativas, estos programas se llevan el premio ZARAZA DE ORO. Las ICC son las estrellas en el mundo actual, la creatividad es potenciada y protegida por los estados, porque son consideradas el motor de una nueva revolución industrial, pero en la Ciudad de Buenos Aires, le otorgamos solamente el 0,53 por ciento del presupuesto. Si lo quisiéramos medir en el presupuesto global de la ciudad, el mismo pasa a ser un despreciable 0,014%. Total 77 millones.
Incentivo a la Producción Cultural, en este se incluyen las políticas como Prodanza, Proteatro, Proescritores, Bamúsica, Bamilongas, Fondo metropolitano de las artes y de las ciencias, Régimen de Mecenazgo y todos los Subsidios y convenios a la producción cultural. Es este el programa para articular la iniciativa privada y potenciarla, pues no se sorprenda de saber que el mismo representa solo el 2,46% del presupuesto y que para este año se eliminó la meta física, que es lo que establece la cantidad de empresas o artistas que deben ayudar. Total 358 millones o tan solo el 10% de los 3600 millones que el Teatro Colon dedica a la producción de sus obras anualmente.
Premios y Subsidios, otra política fundamental en la meta de nueva producción cultural, solo se aplicó un 12% de incremento con respecto al año anterior, 40 puntos por debajo de la inflación, se lleva el 2,46%. Total 357 millones.
Promoción y Protección de Bares Notables, luego de 2 años de pandemia, con un sector gravemente herido, se tomó la decisión de bajar de 3,5 millones a 2 millones su presupuesto, es decir una baja nominal del 41%, pero además se estableció una meta física 34% mayor, es decir que con menos recursos se pretenden lograr mas objetivos. Total 2 millones.
Centro Cultural 25 De Mayo, un gran centro dedicado a los jóvenes y la niñez que también perdió en la repartija, el aumento fue de solo el 28% entre 2021 y 2022, se lleva el 0,62% del presupuesto, esto le obligó a bajar su meta física de 210 mil a 56 mil asistentes a sus actividades. Total 91 millones.
Bienal De Arte Joven, el gran evento que se realiza con el objetivo de visibilizar el arte de los y las jóvenes, recibe tan solo el 0,24% del presupuesto, total 35 millones. Una asignación muy baja, que equivale a una quinta parte, de lo que recibe la escuela de danza contemporánea y titiriteros, del complejo Teatral de Buenos Aires, con tiene una asignación de 162 millones y una meta física de 160 alumnos.
Festivales De La Ciudad, se incrementó en términos interanuales solo un 35%, 17 puntos por debajo de la inflación, significa un 1,9% del presupuesto. Total 286 millones
Promoción De Actividades Culturales, un interesante programa que descentraliza la oferta cultural y que incluyen nuevos polos como Polo Bandoneón; Carnaval Porteño; Feria de Mataderos y Polo Circo, recibe el 1,6% y también perdió contra la inflación con un aumento del 35%. Total 243 millones.
Todos estos programas suman 1959 millones o sea el 13,5% del total del presupuesto del cultura. En casi todos los ejemplos, su presupuesto fue ajustado por debajo de la inflación internanual que se estima superará el 50 por ciento. Son los programas que la ciudad destaca como fundamentales en sus objetivos de inclusión social a través del la cultura.
Pero claro, también hubo ganadores en la repartija, ya que muchos programas recibieron aumentos por encima de la inflación, a saber:
Teatro Colón recibió un incremento del 56% arañando casi 5000 millones que significa el 35% del presupuesto total de la ciudad.
Complejo Teatral de Buenos Aires, su aumento fue del 60%, con un total de 1470 millones, eso es un 10% del presupuesto total de la ciudad.
Centro Cultural Recoleta, recibió un 63,5% de aumento, llegando a un 2,62% del total.
Centro Cultural Gral. San Martín aumentó un 53,6 % con el 2,58% del total.
Usina del Arte, recibió un aumento fabuloso del 83%, llegando así al 1,17% del total.
Museo de Arte Moderno se llevó el mejor premio con un 106% y 213 millones, que representa el 1,47% del total del presupuesto.
Estos seis programas, que recibieron aumentos por encima de la inflación representan el 53% del presupuesto cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
Para terminar, quiero aclarar que de ninguna manera este trabajo significa un juicio de valor sobre el reparto presupuestario de los fondos culturales en la Ciudad de Buenos Aires, seguramente los funcionarios tendrán sus razones a la hora de defender sus posturas. Es muy claro que desde mi cómoda posición desconozco realidades de gestión y diversas problemáticas que hacen a la asignación de los recursos.
Solo intenté, desde mi posición de gestor cultural independiente, comparar las prioridades enunciadas con la asignación de los recursos, sería recomendable un poco más de coherencia entre ambas partes, para que nadie diga que la biyuya mató a la zaraza y las políticas culturales inclusivas se quedaron en puro chamullo.