jueves 3 de octubre de 2024
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Asia no es China. ¿Qué pasa con los otros jugadores?

Como todas las potencias que buscan una hegemonía global, China necesita un relato para hacer amigables sus pretensiones expansivas. Estos discursos son importantes, ya que, para legitimar el dominio por fuera de sus fronteras, no alcanza solo con misiles y billetes (aunque estos sean imprescindibles).

El relato chino

Podemos ordenar en tres grupos los ejes principales del relato chino. Primero, China es un país emergente, que sufrió grandes humillaciones y que está luchando contra la pobreza, lo cual la hace parte del sur global. En segundo lugar, China busca un mundo pacífico, donde la cooperación sea la llave de una prosperidad para todos, sin importar las diferencias (la «Ruta de la Seda»). El tercer eje es asimilar China a toda Asia.

Detrás de estas ideas, traducidas en diplomacia y negocios, China intenta sostener la expansión global de sus intereses y, sobre todo, la propia seguridad nacional y el control de su hinterland.

En su momento, Gran Bretaña tuvo facilidades para esto, beneficiada por su condición insular. La Unión Soviética aprovechó la coyuntura refundacional luego de 1945 para construir su cortina de hierro. Estados Unidos contó con que a fines de siglo XIX y principios del XX aún era posible hacer cosas que hoy son impensables (o lo eran, antes de la invasión a Ucrania).

Aun así, las potencias de cada época no dejaron de tener contratiempos en sus patios traseros. Los chinos tampoco la tienen fácil.

El barrio no es lo que era

El relato chino empezó a mostrar fisuras demasiado pronto cuando la Ruta de la Seda se topó con inesperados activismos sociales en Camboya, Myanmar, Sri Lanka y Malasia, azuzados por las consecuencias ambientales, sociales o la corrupción que dejó a su paso.

Filipinas logró derrotar al gigante asiático en la Corte Permanente de Arbitraje en La Haya, por reclamos en el Mar de la China meridional. Vietnam no dudó en enfrentar militarmente a China para dirimir pleitos en la misma zona. India también le plantó cara en choques que arrojaron varios muertos en la zona de Cachemira. El gobierno indio, además, eludió reafirmar la posición de «una sola China». Mientras tanto, se mantiene en el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), una alianza militar liderada por Estados Unidos con la que realizó ejercicios militares muy cerca de la frontera (de facto) con China.

Japón apoyó públicamente a Taiwán, Australia consolidó su posición como referente regional de la alianza militar que busca contener a China, mientras que el nuevo presidente surcoreano rompió con la política de su antecesor y sumó más misiles norteamericanos a su arsenal.

Avanzar sobre las Islas Salomón fue importante para China, sumar apoyos en Timor Oriental y Brunéi también, pero son socios menores al lado de Indonesia, un país de 272 millones de habitantes, miembro del G20, decisivo en la ASEAN y que no está dispuesto a subordinarse a los intereses chinos.

No solo es la economía

Muchos de los países que rodean a China no solo son económicamente poderosos (a diferencia del patio trasero norteamericano). También poseen milenarias tradiciones, a veces imperiales, fuertes identidades étnicas y religiosas y una tradición de desconfianza con los chinos que el mero poder económico no logra desactivar. Wuhan solo aumentó los resquemores.

Como muestra se puede tomar nuevamente a Vietnam, uno de los pocos países comunistas del globo y que, a pesar de eso, ha preferido ser socio privilegiado de Estados Unidos antes que un aliado de su camarada chino.

Toda esta diversidad (y aún hay más) es difícil de comprender con miradas paternalistas o anteojeras ideológicas y eso puede inducir al error de considerar a la región como un simple apéndice del liderazgo chino.

Asia, un desafío y una oportunidad

La influencia china ha tenido dificultades para implantarse en su zona de influencia inmediata. Paradójicamente, su relato ha sido más aceptado en América Latina, empujada por dirigentes políticos ávidos de inversiones pero también por élites culturales, académicas y artísticas que depositan en China la esperanza anacrónica de un nuevo round contra el liberalismo y el capitalismo luego de la Guerra Fría.

Sin embargo, la aceptación naif del relato chino también trae problemas. Entre estos esconde la evidente asimetría de la relación, presentándolo como un gigante bueno que viene a ayudar a la región en nombre de una victimología que une a los países emergentes. Al mismo tiempo, elude las dificultades de China para elaborar acuerdos transparentes y que respeten las normas de los países que negocian en esas desiguales condiciones.

Sobre todo, oculta que Asia es mucho más que China y que en ese continente hay otros potenciales socios dispuestos a generar alianzas comerciales y geopolíticas que ayuden a diversificar una dependencia que, más temprano que tarde, se volverá difícil de manejar (como todas las dependencias).

América Latina tiene una gran oportunidad si logra saltar dos murallas. Primero la china, que trata de oscurecer al resto de Asia en función su propio franchising. Después la ideológica nuestroamericana, que pretende convencernos de que el país gobernado por el Partido Comunista es la vía para subirnos al autobús del progreso social y la bonanza económica, volviendo a imponer discusiones que parecían saldadas luego de la caída del Muro de Berlín.

Publicado en Diálogo Político el 13 de septiembre de 2022.

Link https://dialogopolitico.org/debates/asia-no-es-china-que-pasa-con-los-otros-jugadores/

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