viernes 11 de julio de 2025
spot_img

Argentinos, a las cosas

Para interrumpir la decadencia de un país no basta con cambiar cientos de artículos del ordenamiento jurídico. Se requieren esencialmente dos cosas: una cosmovisión y una profunda transformación institucional. DELEUZE lo explicaba mejor que nadie: muchas leyes y pocas instituciones tienden a la tiranía; muchas instituciones y pocas leyes fortalecen la democracia.

Tanto la Ley Ómnibus como el Decreto de Necesidad de Urgencia propuestos por el gobierno han sido un error político y conceptual, porque partieron de una premisa errada, que la etimología lo explica a las claras: con la excusa del shock, se quiso instituir (imponer) y no constituir (consensuar) un cambio de envergadura. No se trata de gradualismo, ni de malas artes políticas, pero de sentar las bases para un cambio duradero y sostenible, que permita no solo una sociedad gobernada por la Ley sino instituciones que establezcan una praxis apropiada a las necesidades de sus ciudadanos. Eso se logra con propuestas normativas claras y jerarquizadas por importancia, no mezclando todo con supuesta picardía, ni escondiendo los grandes cambios en un articulado incomprensible.

La clave pasa por recomponer el tejido institucional y no por imponer leyes al manchancho. Del derecho como fuerza de cambio y no como un sistema de opresión, en el que nadie sabe qué está vigente y que no; más aún, en el que se abre la caja de Pandora para que los pícaros de siempre hagan lo suyo y preserven y hasta mejoren sus privilegios, vaya paradoja: El “contra la casta”, paso a ser el terreno fértil para la casta.

Pero es tiempo de pasar la página de las criticas e ir a lo concreto y práctico, porque con muy pocas excepciones todos queremos lo mejor para el país. Hay tres conceptos centrales sobre los que la sociedad y los poderes del Estado deberían poner toda su atención: transformación laboral, impositiva y reforma del Estado. En rigor, son mucho más que conceptos, son verdaderas instituciones que responden a un poliedro conformado por aspectos jurídicos, políticos, sociales y que tienen recepción en nuestra Constitución Nacional.

Queda claro a esta altura que hay que dejar de lado nimiedades y absurdos, como el uso del birrete y la toga para los magistrados y el recorte al voleo de artículos del Código Civil y Comercial. Es ir a lo importante, para lograr las transformaciones liberen al país de la esclerosis impuesta por años de populismo. No es nada nuevo: ya lo explicaron en economía DOUGLAS NORTH y RONALD COASE; en derecho MAURICE HAURIOU y SANTI ROMANO, y en sociología desde EMILE DURKHEIM hasta MARCEL MAUSS. Afortunadamente no hay que inventar la rueda.

Ante la improvisación y la falta de densidad conceptual, el mejor aporte es intentar proveerlos, con un cuidado mayúsculo porque el horno no está para bollos: la última publicación del INDEC da cuenta de una inflación mayorista del 54%. Para que se entienda, una cifra de ese orden en macroeconomía da cuenta de un estado hiperinflacionario. Es por eso que con todos los errores y desaciertos, es tiempo de construcción arquitectónica y no de una metodología agonal, como la que proponen sectores que han estado callados por tantos años y ahora se ponen la hipócrita mascara del reclamo. Argentinos, a las cosas.

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Eduardo A. Moro

El porvenir de una ilusión

Alejandro Garvie

Ojo con el Eje

Fernando Pedrosa

Donald Trump sumó un punto con Irán, pero tiene que meter más goles