martes 8 de julio de 2025
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Argentina-Irán: las relaciones peligrosas del peronismo

Traducción por DeepL

Renée Fregosi. Filósofa y politóloga. Último libro: el Sur global a la deriva. Entre descolonización y antisemitismo. Ediciones Intervalles 2025.

Las familias de los 85 muertos así como de los centenares de heridos del atentado asesino contra la mutual judía AMIA en Buenos Aires, los próximos a las víctimas, pero también mucho más allá la comunidad judía argentina y sus apoyos y el propio Estado de Israel alcanzan un epílogo judicial después de tres décadas para que los culpables sean, finalmente, públicamente reconocidos como tales. Gracias a la modificación del código penal votado en marzo último por el parlamento argentino, integrando a partir de entonces la posibilidad del juicio en ausencia, los instigadores iraníes presuntos (dos ex ministros, dos comandantes de los guardianes de la revolución y de la fuerza Al_Qods y tres diplomáticos) y los autores materiales (tres libaneses, miembros de Hezbollah) serán finalmente juzgados en su ausencia.  

Pero si este asunto tiene múltiples derivaciones, pone en evidencia el odio persistente del régimen de las mulas iraníes con respecto a los judíos del mundo, y su peligrosidad mucho más allá de la amenaza existencial sobre Israel, también apunta a las connivencias traumáticas del movimiento peronista con el antisemitismo y el terrorismo islámico. En efecto, al aportar los numerosos elementos de prueba de la implicación en este atentado, tanto del régimen iraní como de su proyección libanesa muy activa en América Latina, este proceso volverá inevitablemente sobre las complicidades de altos dirigentes peronistas con los mulas de Hezbollah, e incluso sobre los crímenes que han sido cometidos para negar esos vínculos inconfesables.

En primer lugar Carlos Menem, presidente en la época del atentado de 1994, habría encubierto la fuga de terroristas hacia la región de la triple frontera (Argentina, Brasil, Paraguay), reputada de albergar (con toda impunidad) acciones criminales diversas, en particular de combatientes de Hezbollah. Por supuesto, la pertenencia del ex presidente peronista a la comunidad sirio-libanesa, dicha de los “turcos”, no representa una presunción suficientemente seria de la complicidad con respecto a Hezbollah (que, dicho sea de paso, adoctrina y obtiene fondos importantes entre esas poblaciones descendientes de inmigrantes levantinos). Por otra parte, el hecho de que la carga de una violencia inédita haya no solamente destruido la institución judía, sino igualmente todos los archivos de una asociación de historiadores localizada en ese mismo edificio destruido podrían alimentar la sospecha de una operación de “doble efecto”.

Porque la asociación Testimonios, se prestaba, aparentemente, a divulgar documentos inéditos, tendientes a probar la implicación directa de Juan Domingo Perón no solamente en la recepción perfectamente organizada de nazis y ustachis (lo que ya estaba parcialmente probado) sino también en el reciclaje de una parte importante del “oro nazi”. Lo que se parece mucho a una operación de distracción de la parte del presidente Menem, después de que este rumor haya prosperado ampliamente, abogaría en favor de ello.

En 1988 en efecto, se lanzó con gran pompa la comisión para la investigación de actividades nazis en la Argentina, presidida por el ministro de relaciones exteriores de la época, Guido Di Tella, quien había sugerido la idea al presidente. Ahora bien, la comisión tuvo su última reunión un año más tarde para anunciar pistas con relación a aproximadamente 180 nazis, pero que los documentos disponibles no habían podido establecer con precisión más que una lista de diecinueve nombres de criminales nazis (todos debidamente registrados desde hacía mucho tiempo) que habían obtenido documentos de identidad argentina. El contrafuego se había consumido. Pero subyacía que una colusión entre la Argentina peronista y el Irán de los mulas podía deducirse a través del sulfuroso personaje de François Genoud. Según Franck Garbely, el “banquero negro” al que, durante la presidencia de Perdón, se le atribuye un rol importante en la fuga de criminales nazis y en la “gestión” de sus activos en Argentina, habría estado igualmente implicado, durante los años 80 y 90, en asesinatos a opositores al régimen de los mollahs iraníes: Massoud Radjavi en Ginebra, Shapour Bakhtiar en París, líderes kurdos en Viena y Berlín.

Sin embargo, fue sobre todo a partir de los años 2000 cuando las relaciones peligrosas del peronismo con el régimen islámico de Irán comenzaron a constituirse en un verdadero sujeto de política nacional. A tal punto que, para despejar las sospechas, en 2005 el presidente Néstor Kirchner decide, el nombramiento de un juez para retomar la investigación sobre el atentado a la AMIA. Pero este juez / fiscal, supuestamente próximo al peronismo, demostró ser un hombre honesto, como “el pequeño juez” de la película Z de Costa Gavras. Después de diez años de investigación, no solamente ha constituido elementos de incriminación contra el ex presidente Carlos Menem, sino que puso en aprietos a la presidenta en ejercicio, Cristina Kirchner, quien, aliada del chavismo venezolano e izquierdas latinoamericanas y europeas, encarnaba un cierto “peronismo de izquierda”, a priori en ruptura con ciertas líneas turbias del movimiento peronista histórico.

Mientras que perseguía la “pista iraní”, enfrentándose a negativas sucesivas de la parte del gobierno de Irán y a sus demandas de comparecencia tanto de los responsables de ese país como de los miembros de Hezbollah protegidos por Teherán, el fiscal Nisman descubrió en efecto, a fines de 2014, escuchas telefónicas que implicaban a miembros del gabinete de la presidencia de la república en negociaciones ocultas con un iraní influyente haciendo precisamente parte de los personajes sospechados de estar implicados en el atentado de 1994. Se trataba de intercambiar condiciones económicas muy favorables para la venta de cereales, petróleo y armas, contra el abandono de persecuciones judiciales en el caso de la AMIA. El 18 de enero de 2015, víspera de su audiencia ante una comisión parlamentaria a propósito del caso que tenía a cargo, el juez (fiscal) Nisman encuentra la muerte de una manera muy sospechosa. Pero la justicia clasifica el caso concluyendo que se trata de un suicidio.

Sin embargo, luego del acceso a la presidencia de Mauricio Macri, como opositor al peronismo, otro juez concluye lo contrario en 2017, en el sentido de que existían suficientes pruebas para afirmar que la muerte de Nisman era consecuencia de un asesinato y no de un suicidio. La decisión fue confirmada el año siguiente por la cámara federal de apelaciones, que ha estipulado, por otra parte, que Nisman había sido asesinado de una bala en la cabeza como consecuencia de su denuncia contra la presidenta Kirchner por encubrimiento en el atentado a la AMIA. Sin embargo, esta causa se archivó bajo la presidencia siguiente, la del peronista Alberto Fernández.

Pero la alternancia política en Argentina ha permitido retomar, una vez más, el curso de las dos instrucciones judiciales, aquella original, sobre el atentado de 1994 implicando a los iraníes y a Carlos Menem por la parte argentina y la sospecha posterior de compromiso de Cristina Kirchner con el poder iraní. Queda completar igualmente la investigación sobre el asesinato del fiscal Nisman, cuya causa y responsables todavía siguen indefinidos. La determinación antiperonista del nuevo presidente Javier Milei permitirá, tal vez, cerrar la saga siniestra de relaciones peligrosas entre el peronismo con el antisemitismo y el terrorismo islámico.

Publicado en julio de 2025 en Le Figaro.

Link https://www.lefigaro.fr/vox/monde/argentine-iran-les-liaisons-dangereuses-du-peronisme-20250703

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