sábado 21 de diciembre de 2024
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Argentina, atrapada en la ciénaga del populismo

En este particular momento electoral del país los vientos de la historia se muestran arremolinados y caóticos, acompañando la corriente mundial de fragmentación, rivalidad e incertidumbre que se bate sobre diversas regiones calientes del planeta, mientras la política vernácula intenta cabalgar sobre una realidad lacerante y doliente basculando entre quienes sostienen a duras penas el actual esquema de gobierno y quienes abogan sin demasiado instrumental por un cambio de las estructuras políticas, económicas y sociales.

A cuarenta años de la recuperación de la democracia argentina el sistema político se ha evidenciado incapaz de procesar y resolver los graves problemas resultantes de una deficiente articulación entre los principios antagónicos de soberanía popular y respeto irrestricto a la ley, cuya tensión y equilibrio define su naturaleza y calidad democrática, sumado a la crisis de representación, la demagogia, el populismo, la corrupción sistémica, el capitalismo prebendario, la falta de federalismo y la anomia social.

La lenta agonía de una cultura y una concepción política fragmentaria a las formas ciudadanas y republicanas de gobierno, prácticamente transversal a todo el arco político, con altas dosis de autoritarismo y reminiscencias de paternalismo, bajos controles de legalidad y escasa institucionalidad, excesiva opacidad y deficiente rendición de cuentas (accountability), y nula responsabilidad por las decisiones de gestión (responsiveness), ha conducido a nuestro país a una decadencia sin precedentes.

El populismo ha llevado este ideario hasta el paroxismo generando una grieta alimentada en las teorías schmittianas de amigo-enemigo, contaminando desde el poder las prácticas políticas y apropiándose de banderas caras al sentir popular.

Esta extendida y resiliente concepción política premoderna y preexistente a la democracia liberal — profundamente enraizada en la cultura latina— se nutre de componentes religiosos, feudales y patrimonialistas de antigua data importados desde Europa a partir del siglo XVI por las corrientes hispánicas de colonización que encontraron en estas tierras campo fértil para su reproducción.

Esta ideología se asienta y retroalimenta en una práctica política que combina un discurso pretendidamente redentor de causas populares que seduce y representa a amplios sectores intelectuales, políticos, gremiales y empresariales de la vida nacional con una efectiva estructura clientelar diseminada en el amplio territorio federal, especialmente presente en el conurbano bonaerense y en las localidades del interior profundo.

Esta cultura política se complementa con una doctrina económica neo utilitarista del Estado, de corte intervencionista, proteccionista, prebendaria, con capacidades empresariales sustitutas, y cierto desapego a la necesaria prudencia fiscal y monetaria.

La irrupción del fenómeno anarco-libertario fue la consecuencia lógica de la crisis de representación y del hartazgo social de una dirigencia agotada, endogámica y ajena a los intereses ciudadanos, cuya estrechez ideológica, relajamiento ético y sectarismo político favoreció la emergencia de un outsider fuertemente crítico del sistema.

A ello contribuyó también la crisis larvada y ahora cristalizada de Juntos por el Cambio que no pudo saldar sus diferencias internas, agravadas por su mezquina y convulsionada disputa de liderazgo, falta de cohesión político-ideológica, lucha soterrada de facciones y errónea estrategia de campaña, conduciendo a su fracaso electoral y a su implosión política.

Las elecciones del 22 de octubre marcaron la inauguración de un nuevo tiempo político signado por el obligado, acelerado y no menos improvisado reacomodamiento de las fuerzas políticas de cara a la segunda vuelta electoral prevista para el 19 de noviembre próximo, que sin dudas dibujará un nuevo mapa de poder y alumbrará los liderazgos que modularán la sintonía política del país en los años venideros.

Uno de los desafíos más acuciantes para los partidos y coaliciones con vocación de poder nacional que atraviesen la exigente prueba del balotaje, más allá de su éxito coyuntural ligado al resultado electoral y de la suerte de los liderazgos puestos en juego, será encontrar un ethos diferente que amalgame sus principios e ideas con las demandas de la sociedad del conocimiento regida por la inteligencia artificial, las redes digitales y el avance científico-tecnológico.

Una acción dialógica que comprenda los enormes desafíos que plantea la gestión de la convivencia social en la diversidad, la conflictividad y la incertidumbre; una renovada praxis que priorice el compromiso republicano, democrático y ciudadano; y un liderazgo de equipo que premie el esfuerzo, el mérito y la generosidad en aras de una sociedad más libre, justa y solidaria.

En un país estresado por las tensiones políticas y electorales, y estragado por las dificultades sociales y económicas, no hay margen para la especulación, la improvisación ni la defraudación de las expectativas sociales so pena de transitar el camino sin retorno de las democracias fallidas.

Nuestra joven democracia debe recuperar la fecundidad del antagonismo, como supo expresar el reconocido politólogo italiano Norberto Bobbio, que hace posible la defensa del valor de la libertad y la estima de la igualdad en el marco de la ley, que no obstruye la creatividad del mercado y asegura la organización del Estado, que promueve el capital social y mejora la calidad de vida de las personas, que facilita la producción, el comercio, la inversión y la innovación, que garantiza la paz social y genera las condiciones para un desarrollo federal, sostenible e inclusivo.

Es en el pleno e indelegable ejercicio de la ciudadanía donde la democracia se recrea y fortalece, la política se legitima y regenera, y la sociedad se construye y dignifica, alejado del pensamiento mágico y los cantos de sirena de quienes tienen atrapada a la Argentina en la ciénaga oscura del populismo.

Publicado en Clarín el 7 de noviembre de 2023.

Link https://www.clarin.com/opinion/argentina-atrapada-cienaga-populismo_0_aRKmx7B23O.html

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