Se viene un invierno incierto dada la falta de plan, ideas -e incluso equipo idóneo- para encarar el eterno problema de suministrar el gas necesario sin dejar quebradas a las familias, al sector productivo o al Estado.
El gas es el vector principal de la economía energética nacional. Representa el 50% de toda la energía que consumimos y se utiliza como combustible para generar el 65% de la energía eléctrica. Por lo tanto la determinación de su precio es central.
La historia reciente de la política de determinación de los precios del gas se muestra errática y cumple con la teoría del péndulo. Pasamos de más de 15 años de congelamiento al intento de aplicar aumentos imposibles que pusieron a prueba la tolerancia social.
El nuevo gobierno enfrenta un problema sin solución hace más de 20 años, pero hasta el momento no muestra un plan, ni ideas y quizás ni equipo para enfrentarlo. El tiempo apremia.
El próximo invierno está a la vuelta de la esquina y son muchos los interrogantes que se plantean: ¿cómo se realizarán las importaciones de gas del próximo invierno?, ¿qué precio tendrán o enfrentaremos los usuarios residenciales?, ¿cuál será el precio a las usinas del cual depende el precio de la electricidad?, ¿seguirá el congelamiento tarifario y sino cómo saldremos de él? y, finalmente, ¿que pasará con la tarifas social al gas? Son muchas las preguntas, el tiempo es poco y hasta ahora las respuestas, ninguna.