sábado 14 de diciembre de 2024
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Al maldito impuesto de las Ganancias, ¿alguien va a defenderlo?

Los diplomáticos, los judiciales y los médicos, los aceiteros, camioneros, bancarios y varios otros actores corporativos por el estilo, que tienen dos cosas en común, una importante capacidad de presión y recibir ingresos que les permiten ubicarse en una alta proporción dentro del 10% de los asalariados con mejor nivel de vida del país, están que arden por el tema Ganancias.

Y es cierto que no es el mejor momento para tijeretearle el sueldo a nadie. Ni siquiera a los que más ganan. Porque aún ellos están en muchos casos teniendo que recortar gastos, han dejado de ahorrar o tienen, al contrario, que desprenderse de ahorros.

Pero por más atendible que sean sus reclamos, lo cierto es que la reimposición de Ganancias para los asalariados de la cuarta categoría, los que habían sido exceptuados por impulso de Sergio Massa a fines de 2023, era claramente la menos mala de las opciones que tenían el gobierno y el Congreso a su disposición, ante el panorama de escasez y crisis reinante y la necesidad de darle sustentabilidad y mayor solidez al superávit fiscal que se alcanzó a comienzos de este año.

Las otras opciones eran claramente peores

Por ejemplo, recortar aún más los gastos en jubilaciones o sueldos, los únicos dos rubros aún disponibles, hubiera significado cargarle aún más el ajuste en las espaldas a sectores ya muy perjudicados en estos últimos meses, o años; y aumentar otros tributos y coparticiparlos, por caso el impuesto al cheque o el PAIS, además de ser más perjudicial para el nivel de actividad e inversión, iba a tener el costo extra de volver permanentes tributos que se concibieron desde el comienzo como transitorios, justo cuando los sectores productivos están más necesitados de que el gobierno honre esa definición y cumpla su promesa de que buscará suprimirlos en cuanto las cuentas se lo permitan.

Lo más penoso de esta situación es que, como el impuesto en cuestión ha sido tan manoseado y vilipendiado durante décadas, y nadie en el gobierno parece estar muy convencido de promover una carga mayor sobre los que más ganan, porque no creen allí que el sistema tributario tenga que ser progresivo, nadie defiende en público la reforma aprobada semanas atrás, ni explica sus beneficios respecto al régimen previo al manotazo de ahogado que practicó Massa para tratar de salvar su campaña presidencial.

Cuando lo cierto es que lo que el Congreso votó el mes pasado es una versión muy mejorada del tributo: ahora los ingresos que superen por poco el mínimo no imponible van a pagar porcentajes mucho menores que los ingresos más altos (la enorme mayoría de los 800.000 asalariados que vuelven a ser alcanzados, tendrán que afrontar descuentos mensuales de entre 5000 y 60000 pesos, y la alícuota a pagar solo llega al 35% arriba de los 4 millones y medio de ingreso neto); y para todos se amplían, además, los rubros en que pueden considerarse gastos para reducir aún más la carga.

No es una mala noticia que un gobierno que no cree en la progresividad del sistema tributario y varios gobernadores peronistas que participaron en los últimos años de todos los esfuerzos gubernamentales y gremiales dirigidos a deslegitimar y desbaratar el impuesto a las Ganancias hayan terminado cooperando por mejorarlo, junto a las bancadas dialoguistas moderadas. Forzados por la necesidad de equilibrar sus cuentas, finalmente eligieron el camino más razonable y menos costoso.

Sería aún mejor si además explicaran en público por qué lo hicieron. Explicaran, también, que la Argentina seguirá siendo, aún con esta reforma, uno de los países de la región que menos recaude por este tipo de tributos: se paga mucho más en Chile, Perú y Brasil. Y que, si bien es cierto que “el salario no es ganancia”, lo es asimismo que en todo país civilizado existe un impuesto a los ingresos, que paga, en variables proporciones, casi todo el mundo.

Y será, por sobre todas las cosas, muy positivo si el gobierno logra, en los próximos tiempos, reducir o eliminar esos otros tributos que son mucho peores y más injustos para quienes trabajan y producen, el impuesto al cheque, el PAIS, e Ingresos Brutos. Al menos el gobierno ha prometido concretarlo con los primeros. Y las provincias deberían cumplir el compromiso que sellaron en 2017, y hacer lo propio con este último.

Publicado en www.tn.com.ar el 24 de julio de 2024.

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