En mayo de 1994 la Argentina dio un paso histórico con la reforma constitucional que se distinguió por la “unanimidad” con la que fue aprobada por todos los partidos políticos con representación en la Convención Constituyente que deliberó entre mayo y agosto de aquel año en las ciudades de Paraná y Santa Fe, un acontecimiento histórico para la institucionalidad del país que fue evocado durante una jornada de reflexión y análisis con la participación de varios de los dirigentes políticos y juristas que se desempeñaron como constituyentes y en la que, además, no estuvieron ausentes las alusiones y las referencias directas a Raúl Alfonsín y Carlos Menem, quienes desde el liderazgo que ejercían en la UCR y el justicialismo abrieron el camino con un trascendente acuerdo político que allanó el camino hacia la introducción de gravitantes modificaciones a la Carta Maga.
En las exposiciones de aquellos convencionales hubo reiteradas referencias a esa “unanimidad” con la que se aprobó, luego de 90 días de deliberaciones, el nuevo texto constitucional que fue avalado, incluso, por aquellos convencionales cuyas fuerzas políticas se habían manifestado de manera abierta en contra del entendimiento sellado en su momento por la UCR y el PJ y que se conoció como ‘Pacto de Olivos’ que los disertantes, entre quienes estaban Eduardo Menem, Jesús Rodríguez, Augusto Alasino, Alberto García Lema, Enrique Paxiao, Alberto Pierri, Cristina Guzmán, Juan Carlos Romero, Elva Roulet, Antonio María Hernández y Rodolfo Barra, entre otros.
El otrora constituyentes radical, Rodríguez, hizo una pormenorizada reseña del proceso político inaugurado en la Argentina con la recuperación de la democracia en 1983 y los distintos tiempos y las circunstancias en que tanto desde la UCR como del Partido Justicialista alentaron el camino de una reforma constitucional y, tras destacar las razones por la que desde el radicalismo se lo hizo, entre las que mencionó, “la convicción de que la Constitución que nos regía (hasta la reforma de 1994) tenía un excesivo influencia del presidencialismo como contracara de un débil poder legislativo y un menguado sistema de control en la Argentina”, dijo y aunque no los mencionó hizo un par de claras alusiones al estilo de ejercicio del poder de Javier Milei, “El poder se construye y una sociedad civilizada se hace a través del diálogo político”
“Ya lo decía (Norberto) Bobbio: El enemigo de la democracia es el intolerante, el que no admite la discusión porque la democracia necesita del consenso y el consenso exige el diálogo. También tengo alguna duda cuando en el debate político se animaliza al opositor, se deshumaniza al adversario y cuando se desprecia o agravia a un poder de la República como el que hoy nos alberga”, apuntó en referencia al Congreso de la Nación. “Y también me inquieta un poco cuando desde la cima del poder se señala que algunos artículos de la Constitución son el cáncer de la Argentina”, completó Rodríguez.
En tanto, Eduardo Menem, ex Presidente de la asamblea constituyente de 1994, se encargó de destacar la “unanimidad” que existió en la Asamblea Constituyente en la “histórica jornada del 254 de agosto de 1994” en que fue sancionado en nuevo texto de la Carta Magna en el Palacio San José en la provincia de Entre Ríos y, por supuesto, expresó su reconocimiento y agradecimiento a aquellos convencionales que participaron en esa reforma “porque realmente se trabajo como muy pocos imaginan”. Reseño los sucesos históricos políticos e institucionales que se sucedieron en el país así como modificaciones a la Carta Magna, anteriores a la 1994 y a esta última la consideró como “un quiebre en esa especie de maleficio en nuestra historia institucional” y que atribuyó a que hasta entonces no se había podido llevar adelante “una reforma con el consenso de las fuerzas políticas”.
“Tanto el peronismo como el radicalismo eran partidarios de la reforma constitucional; querían reformar la Constitución aunque diferían en algunos detalles”, rememoró Menem, tras lo cual evocó el proceso político previo a alcanzarse el acuerdo entre Alfonsín y Menem que permitió abrir el camino hacia la modificación de la Carta Magna. “Se llegó a un acuerdo que se concretó en el denominado ‘Pacto de Olivos’”, rememoró el ex senador peronista que recordó que en ese entendimiento se introdujo lo que se conoció como el ‘núcleo de coincidencias básicas’” en el que se condensaban los principales aspectos del acuerdo entre la UCR y el PJ. Rescató los “valores” que quedaron plasmados en la reforma porque sobre ellos “se levantan los cimientos de la República”, remarcó.
El Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Adrián Menem, tuvo a su cargo el discurso de apertura del encuentro y la bienvenida a los asistentes. Fue en el inicio de esa alocución en que destacó la “unanimidad” con la que se alcanzó aquella reforma constitucional a la que recató como “la más legítima y democrática en la historia institucional del país”, tras lo cual rescató expresiones de varios de aquellos convencionales constituyentes de 1994 que ubicaron como una “bisagra en la funcionamiento de las instituciones” porque “se pudo demostrar que era posible modificar nuestra ley fundamental por el consenso de las mayorías de las fuerzas políticas” y no dejó pasar la oportunidad para destacar algunas de las modificaciones que se introdujeron a la Carta Magna que en buena medida, precisamente, estuvieron vinculadas al funcionamiento del Parlamento.
En la continuidad de la Jornada de Debate hubo otros dos paneles. El primero estuvo dedicado a las modificaciones a la Carta Magna en los tres poderes del Estado fue moderado por el abogado y especialista en derecho constitucional, Mariano Palacios, que contó con las exposiciones de los ex convencionales constituyentes Alberto García Lema, Enrique Paxiao, Alberto Pierri, Cristina Guzmán y Juan Carlos Romero. Luego el tercer panel, se centró en los nuevos derechos y garantías consagrados en la reforma constitucional que coordinó Eugenio Silva, quien fue Secretario de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamentos en la Convencional Constituyente. Expusieron en este caso Elva Roulet y Antonio María Hernández. El panel de cierre se realizó tuvo como temática los desafíos a 30 años de la Reforma Constitucional con la moderación de la periodista Liliana Franco y participaron los ex convencionales Rodolfo Barra, Rodolfo Díaz, el académico Alfonso Santiago -doctor en Derecho y profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad Austral- y Nicolás Mayoraz, abogado constitucionalista y actual Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados.
Rodríguez, en el tramo inicial de su disertación, introdujo lo que presentó como “antecedente de naturaleza política de la reforma constitucional del ‘94” y sostuvo: “Error grave, si es sin intención, y malvado si se hace con voluntad política, señalar que la Constitución del ‘94 es el resultado de los intereses particulares y personales de dos personas”, subrayó el ex Presidente de la Auditoría General de la Nación y uno de los también históricos referentes de la UCR en una clara réplica a quienes argumentaban en aquel entonces y aún hoy sobre las motivaciones que impulsaron a Alfonsín a establecer el diálogo con Menem en procura de explorar un entendimiento que abriera paso a la reforma de la Carta Magna.
Expresó además: “El año 83, momento inaugural de la democracia argentina, verdadero salto civilizatorio, que terminó con una larga historia de violencia política en nuestro país, desgraciadamente muy consentida y aprobada por demasiado tiempo por mucha gente, también significó un momento en el cual esa democracia inaugurada contribuyó a la democratización de la región de América Latina”, tras lo cual recordó que hacia 1986 el entonces Presidente, Alfonsín encomendó a lo que se llamaba el Consejo para la Consolidación de la Democracia que produjese un dictamen respecto de la posibilidad de una reforma a la Carta Magna en el que le requirió “el perfeccionamiento de la parte orgánica (del texto constitucional) sin tocar la parte doctrinaria y sin introducir cambios en extensión y la condición de los mandatos”, en referencia a los cargos electivos de Presidente y Vice.
“Eso era el resultado de una convicción que tenía que ver con que la Constitución que nos regía tenía un excesivo influencia del presidencialismo como contracara de un débil Poder Legislativo y menguado sistema de control en la Argentina. Ese Consejo para la Consolidación de la Democracia produjo un dictamen en octubre de 1986”, reseño y apunto: “En paralelo, el PJ también discutía el tema y constituía una comisión de reforma constitucional y en sucesivos congresos partidarios trataba ese tema”.
Rodríguez describió la prosecución de acontecimientos políticos e institucionales que se dieron en el curso de la gestión de Alfonsín sin dejar pasar por alto los tres alzamientos militares que tuvo que enfrentar aquel gobierno democrático surgido de la voluntad popular en 1983. Destacó que en 1989 se produjo por “primera vez en el siglo un Presidente surgido de la voluntad popular le entregó la banda presidencial a otro Presidente surgido también de la voluntad popular de otro partido político distinto. Eso nunca había sucedido en el siglo XX”.
“Este recorrido que estoy señalando muestra que no estamos frente a la intención muy menor, mezquina, en algunas consideraciones, del acuerdo de dos personas, sino que estamos frente a antecedentes políticos institucionales de los verdaderos actores de una democracia verdaderamente representativa que son los partidos político”, dijo Rodríguez, quien también consideró, al reflejar algunos de los aspectos que quedaron plasmados en la reforma a la Carta Magna de 1994, que hayan quedados “consagrados los tratados sobre derechos humanos de los cuales la Argentina es signataria en la Constitución Nacional a mi modo de ver, esto solo, justifica la reforma”.
Rodríguez juzgó que el nuevo texto constitucional surgido de la reforma de 1994 “avanzó en algo decisivo y extraordinariamente útil para los años recientes que es ponerle límite a toda pretensión hegemónica. Si no hubiéramos tenido esa constitución esos límites hubieran sido vulnerados. La constitución muestra la relevancia de la prevalencia del diálogo sobre los antagonismos irreductibles y es un ejemplo definitivo de las ventajas del modelo deliberativo de la democracia sobre el modelo decisionista de la democracia”. Y completó con una cita de Antonio Gramsci “en aquella parte en que dice que la historia enseña pero que le falta alumnos y en ese sentido cuando se concibe el poder como un sitio a conquistar y como resultado de ello es un ejercicio de suma cero, cuando es todo o nada, blanco o negro, cero o infinito, estamos en problemas”.
“Nuestra constitución es la infraestructura institucional apropiada para el progreso social y la realización individual y esto tiene una relevancia sustantiva porque estamos convencidos en la la asociación positiva que hay entre la fortaleza y la calidad de las instituciones y los resultados económicos y sociales. Hay una relación (en ello) de causa y efecto”, añadió Rodríguez, quien apuntó: “No es casual que los tres países considerados democracias plenas en América Latina sean los que mejor resultados económicos y sociales tienen, los que han conseguido reducir la pobreza y los que han tenido mejor desempeño en la gestión oficial frente a la pandemia. Esta infraestructura institucional que nos provee la Constitución, condición necesaria para resultados económicos y sociales satisfactorios, se asienta en tres pilares que no pueden ser afectados. El primero, un pilar de naturaleza democrática y que es que hay una sola fuente legítima de poder que es la voluntad popular libremente expresada en elecciones libres y verificables, sin proscripciones”
Añadió: “Otro pilar de naturaleza republicana es la independencia de los poderes, control reciproco, rendición de cuentas y también un pilar liberal donde se aseguran los derechos individuales de todos y en particular los de las minorías”, reflexionó Rodríguez.