miércoles 11 de diciembre de 2024
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No hay derecho a ser tan brutos

Que la sociedad argentina y el gobierno de Cambiemos están en problemas ya no asombra a nadie. Era, en cierto sentido, normal que esto ocurriera dado la profundidad de las varias crisis de finalización del gobierno anterior.

La herencia negativa fue pesada y la situación internacional no ayuda precisamente a equilibrar las cargas. Señalamos esto para que quede claro que no esperábamos milagros de un sui géneris gobierno de coalición como el que se terminó de conformar.

Sabíamos que el DREAM TEAM era más una expresión de deseos que una realidad cotidiana, que los aspectos negativos de una cultura del no esfuerzo y la improvisación nos acompañarían durante décadas aún si se comenzaban ahora a producir algunos cambios en la misma.

Como lo hemos señalado en otras intervenciones estábamos contestes que muchos de los funcionarios –provenientes de empresa privadas– ostentaban un marcado déficit de lo que denominamos “calle”. Un claro alejamiento de ciertas lógicas predominantes en los sectores populares, de necesidades específicas y de pasiones tanto políticas como deportivas. Pero confiábamos que mínimamente, sobre ciertas cuestiones que son de particular interés para una buena parte de las bases electorales de Cambiemos, se produjera ese extraordinario proceso que se denomina aprendizaje con las consecuentes acciones y decisiones pertinentes para su mejoramiento.

Como es de público conocimiento el área de educación, cultura, ciencia y tecnología es uno de los núcleos de ese interés al que estamos haciendo referencia. Cotidianamente no parece preocupar a demasiada gente, pero en los estudios de los principales problemas sentidos e identificados por los encuestados siempre se ubica entre los cinco primeros.

En mi carrera académica no he tenido demasiado contacto con los Profesorados salvo mi participación en algún jurado como evaluador. Pero que necesitan una puesta al día no parece tema de discusión. Sí lo es la forma y el contenido de las reformas a implementar: el gobierno ha lanzado un proyecto elaborado casi en secreto y de contenido más que polémico. Sobre el mismo, alguien que sí sabe mucho de estos temas, Jason Beech, luego de analizarlo en profundidad señaló que si fuese una propuesta de alumnos de un posgrado en educación debería ser rechazada por inconsistente. Me parece que no hace falta ningún otro comentario.

Sobre la situación del CONICET tengo algo más de información directa por haber sido durante varios años –gratis y por amor a la patria– miembro de comisiones, evaluador de proyectos de investigación, tesis, avances, etcétera.

Aquí también es claro, al menos para mí, que se requieren de transformaciones varias. Nos debemos una discusión seria y elaborada sobre el siempre tensionante y tensionado tema de la relación entre ciencias básicas y aplicadas. ¿Es necesario y productivo fijar áreas prioritarias y de ser así quién decide?

El criterio debería contemplar solamente aspectos presupuestarios y burocráticos –en el peor sentido de este término– o ser de tal amplitud que permita el tratamiento de casos específicos. La lista es larga y compleja pero creo que como ejemplos ya son suficientes los señalados anteriormente.

La otra extremidad –vulgo pata– de esta problemática se refiere a quienes tienen que pensar y aplicar los criterios requeridos: necesitamos mano de obra pensante lo suficientemente preparada como para poder lidiar con la división entre trabajo manual y trabajo intelectual y sus consecuencias. Nadie que no haya entrado en un laboratorio experimental en la argentina puede “saber” qué necesita un equipo de investigación. Por esas cosas del destino, en los años sesenta y setenta participé de las actividades del Departamento de Ciencias Sociales de la Fundación Bariloche. Cuestiones generacionales hicieron que entrásemos en contacto directo con quienes estaban estudiando y trabajando en el Instituto Balseiro. Nunca olvidaré las noches enteras en las que fui “ayudante técnico” en el Laboratorio de Bajas Temperaturas del Dr. Alberto Magoya quien a cambio intentaba enseñarme análisis matemático. Tampoco que la máquina principal funcionaba gracias a un preservativo –forro– que reemplazaba una pieza que no se conseguía en el mercado.

No saber no es bueno, no saber y no buscar asesoramiento puede llegar a ser criminal.

En momentos en los que muchos tratan de mejorar la situación imperante en el área de ciencia y técnica, un funcionario “i” responsable” ha decidido que la Dra. Hebe Vessuri es demasiado vieja para seguir pensando sobre la situación de estas actividades en regiones periféricas, tema en las que es reconocida a nivel internacional (premio cuasi Nobel incluido) y le ha dado de baja su contrato.

No soy yo quien va a “descubrir” a esta altura de la temporada la importancia de las argumentaciones de Hebe y sus posibilidades de aplicación en la práctica científica.

Pero hay funcionarios –varios, demasiados para mi gusto– que deberían hacerlo, sin que se les caiga la cara de vergüenza por no saber lo que deberían estando tomando decisiones importantes en el área en cuestión.

Como van las cosas, no soy por cierto demasiado optimista. Y es que como le gustaba señalar a Don Ata “hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos”.

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