viernes 29 de marzo de 2024
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Austria y la derecha populista

El 12 de marzo de 1938, las tropas alemanas de la Wehrmacht entraron en Austria, y a las 4 de la tarde, el mismo Adolf Hitler cruzó la frontera en dirección a su pueblo natal, Braunau am Inn. La población no opuso resistencia. De hecho, aplaudieron su entrada. La rápida anexión (anschluss) puso sobre Austria –fuertemente antisemita– la mácula de colaboracionista que aún no ha podido lavar. Peor aún, su recurrente preferencia por partidos de derecha, como el  Partido de la Libertad (FPÖ), parece ratificarla.

Cuando el FPÖ entró por última vez en una coalición de gobierno, en el año 2000, Austria se convirtió en un paria internacional. Israel retiró a su embajador y muchos países, incluidos los 14 estados miembros de la UE, en ese momento, impusieron sanciones al gobierno de Viena. Las protestas populares en la capital austríaca fueron tan severas que el nuevo gabinete tuvo que entrar y salir de la ceremonia de asunción a través de pasajes subterráneos.

El 18 de diciembre de este año, el FPÖ volvió a formar parte del gobierno en alianza con el Partido Popular Conservador (ÖVP). Esta vez, tanto las reacciones internacionales como las internas fueron mucho más moderadas.

La relativa calma con la que ha ingresado el FPÖ al gobierno es un indicador de cuánto ha cambiado Europa desde el año 2000. Hoy, en casi todos los países europeos hay partidos con agendas similares a las del Partido de la Libertad, con gobiernos en Polonia y Hungría llevando a cabo el tipo de políticas antiliberales que el FPÖ propone implementar, tales como frenar la independencia de los tribunales y silenciar a los medios críticos. De hecho, el programa del FPÖ, centrado inicialmente en el despilfarro gubernamental y el estancamiento político, parecía más bien convencional para los estándares de Europa central y oriental. Aunque el FPÖ todavía se dedica a la retórica xenófoba, ya no es el único partido en Austria que lo hace y su tono se ha suavizado. El Partido de la Libertad tiene conexiones históricas con el nazismo y un grupo de altos funcionarios vinculados a las fraternidades estudiantiles antisemitas de extrema derecha.

El éxito del FPÖ es un ejemplo de la ola populista que recorre Europa. En Alemania, el triunfo de Alternativa para Alemania arruinaron las posibilidades de que la canciller Angela Merkel pueda formar un gobierno mayoritario; en Noruega, una demostración contundente del Partido del Progreso le permitió regresar al gobierno como parte de una coalición. En Italia, dos grandes partidos populistas, el Movimiento de Cinco Estrellas y la Liga del Norte, compiten para derrocar al actual gobierno en las elecciones de mayo próximo. Y en Austria, el candidato del FPÖ Norbert Hofer casi ganó la presidencia en 2016 con el 46,2 por ciento de los votos.

Este fue el mejor resultado para un partido populista de derecha en Europa occidental hasta la fecha. Incluso cuando los populistas no tienen tanto éxito, como en las elecciones holandesas y francesas de este año, son los principales contendientes para el gobierno nacional. En toda Europa, los populistas ya no se contentan con ser opositores a ultranza y jugar el papel de partidos de protesta. Han llegado al centro de la escena de la política nacional al hacer ofertas electorales que los colocan cerca del liderazgo político.

Después de la victoria electoral del joven “Macron austríaco”, Sebastián Kurz, su necesidad de demostrar que podía formar un gobierno rápidamente, para contrastar tanto con el gabinete anterior como con la situación política no resuelta en la vecina Alemania, lo condujo a la alianza con el FPÖ. Su presidente, Heinz-Christian Strache hizo algunos deberes para “lavar” la cara de su partido, para lo cual moderó la retórica antisemita lo que incluyó varias visitas a Israel para contrarrestar las acusaciones de antisemitismo, y se mostró dispuesto a trabajar con el presidente de izquierda de Austria, Alexander Van der Bellen, al proponer candidatos ministeriales aceptables.

El programa del nuevo gobierno sugiere que el ÖVP podrá impulsar su agenda liberal de política económica y social. Aunque los detalles del programa económico son todavía incompletos, la propuesta exige una reducción de los impuestos, recortes en el servicio civil y la administración pública, así como restricciones en los programas de bienestar similares a los introducidos en Alemania hace más de una década y destinados especialmente a reducir los pagos de la seguridad social a largo plazo.

Todas las carteras de seguridad e inteligencia, estarán dirigidas por el FPÖ, incluido el ministerio del interior, que se encarga de investigar el extremismo de derecha. El FPÖ tendrá el control de las carteras de seguridad nacional e inmigración. El Partido de la Libertad pudo así obtener los ministerios de defensa, el interior, los asuntos exteriores, la administración del servicio civil, la infraestructura, así como los asuntos sociales y de salud. El año que viene se verán los resultados de una gestión que presenta más interrogantes que certezas. Lo único seguro es que el avance de la derecha populista en Europa es un hecho.

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