Donald Trump se acaba de anotar el primer triunfo legislativo de su presidencia. Su tan meneada reforma tributaria fue aprobada por el Senado el sábado a las dos de la madrugada por un ajustado 51 a 49. En la votación, el senador por Tennesse, Bob Corker, fue el único republicano que votó en contra, argumentando que la medida aumentará el déficit fiscal en 10.000 millones de dólares, agujero que habrá que cubrir con endeudamiento. La ley, daña de soslayo el Obamacare –que Trump no logró destruir– derogando la obligación de contratar un seguro médico, medida dirigida a desfinanciar el sistema de salud.
Ahora la norma retornará a la Cámara de Representantes, que había enviado un proyecto original y que difiere del que salió del Senado. Luego de conciliar, en la Casa Blanca, la promulgará Trump.
El principal objetivo de la reforma es la reducción de los impuestos corporativos. Según Trump, este recorte dará “oxígeno” a las corporaciones que sufren la “tasa impositiva más alta del mundo”. Las corporaciones estadounidenses pagan impuestos federales sobre las ganancias de un 35 por ciento y cuando se agrega en los impuestos estaduales, esa tasa se eleva al 39 por ciento. Sin embargo, varias maniobras llevan esa tasa al 27 por ciento, con lo que la pretendida carga asfixiante es igual a la media de los países desarrollados.
El nuevo esquema la reduce la tasa al 20 por ciento.
En verdad, según el economista británico Michael Roberts, “la carga del impuesto de sociedades sobre las empresas estadounidenses se ha reducido de manera constante en los últimos 50 años, pasando del 32 por ciento de los ingresos fiscales federales, en 1952, al 10 por ciento, en 2013. De hecho, los ingresos totales del impuesto de sociedades representan sólo el 1,6 por ciento del PBI, muy por debajo de la media de la OCDE, que es del 2,8 por ciento”.
En los años de la crisis financiera de las hipotecas subprime, de 2008-12, muchas corporaciones dejaron de pagar, lisa y llanamente, el impuesto a las sociedades. “General Electric, Boeing, Verizon y otras 23 de las empresas más rentables incluidas en la lista Fortune 500 no pagaron impuestos federales de 2008 a 2012”, sostiene Roberts. Y ejemplifica: “General Electric, una de las evasoras más evidente de impuestos corporativos, obtuvo 3,1 mil millones en reembolsos y 27,5 mil millones de dólares en beneficios, en ese período. La compañía pagó menos en impuestos federales de la renta en cinco años que lo que paga una sola familia americana en un año”.
Por otra parte, y en consonancia con las ideas de Trump, el economista Marin Feldstein de la Universidad de Harvard afirma que “una tasa de impuestos a las empresas más baja y el cambio a un sistema territorial aumentaría el flujo de capital a la inversión en empresas estadounidenses del extranjero y de inversiones de capital en viviendas ocupadas por propietarios y en agricultura. Esto elevaría la productividad y el PIB, lo que daría lugar a aumentos en los ingresos fiscales que compensarán en parte el efecto directo de la reducción de la tasa corporativa”. Los economistas de JP Morgan ven un aumento, si es que lo hay, del crecimiento económico de Estados Unidos en no más del 0,4 % en dos años, a lo sumo.
La reforma tributaria de Trump es un renovado intento –como las monetaristas reaganomics– de poner en marcha la economía mediante la ayuda financiera a las corporaciones y a las personas que concentran la riqueza, a expensas de la mayoría, con la pretensión de que el “entusiasmo” inversor de los primeros genere puesto de trabajo y mayor productividad. Las estadísticas indican hoy, que la inversión empresarial está cayendo en los Estados Unidos y que este impulso sólo pasará a engrosar las ganancias de los ganadores de siempre.
La Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, una institución que no tiene similar en la Argentina, y que es un organismo técnico burocrático y que analiza las consecuencias fiscales y económicas de los proyectos de ley, advirtió que la reforma impositiva castigará a los más pobres y beneficiará a los que ganan más de 100.000 dólares anuales.