viernes 26 de julio de 2024
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Tras el drama del submarino quieren eliminar las FF.AA.

Todos supimos que algo estaba mal en el Atlántico Sur. Los submarinos que en tiempos de paz no pueden comunicarse ni emerger suelen estar en problemas graves.  En el mejor de los casos, sin comunicaciones ni propulsión a doscientos metros de profundidad.

¿Qué pasó? El país está pendiente de la suerte del submarino –nuestro submarino, acaso la mejor unidad de la flota–. Saber si las baterías –o una parte– fallaron por haber sido recargadas o porque entró demasiada agua y desencadenó un cortocircuito. Si el agua de mar se coló por el snorkel (pese a que tiene una válvula de retención hidroneumática automática y con opción manual), si se juntó hidrógeno, si éste produjo una explosión parcial definitiva, si la implosión lo llevó a una supervivencia frágil o al fondo del talud.

Vendrá el análisis de la obsolescencia del material, las dudas sobre las reparaciones, la ausencia de los fabricantes alemanes en los arreglos principales, las precisiones sobre los niveles de honradez de diversas etapas del arreglo del San Juan.

Se discutirá si hubo un ocultamiento no aceptable de información relevante.

Emergen otras preocupaciones, además.

Muchos ingresantes conservan la pasión por la vocación militar. Pero otros parecen considerarlo apenas una opción laboral. Legítimo y preocupante.

También ha habido muestras del resquebrajamiento de los lazos que solían unir –no solo corporativamente– a la llamada familia militar. El compromiso con las fuerzas no se limitaba al oficial o suboficial. Se expandía a todo el grupo familiar. Los parientes solían exhibir una fuerte solidaridad con las Fuerzas. Aún en la tragedia, una conducta de dolor profundo pero orgulloso, sin intolerancia ni intemperancia. Semejante al que acaba de expresar ex comandante del San Juan, en cuya actual plana mayor presta servicio su hijo. Distinto al de otros familiares de la tripulación.

La última misión del San Juan intentaba vigilar la riqueza ictícola, el camino hacia una estrategia para interrumpir la depredación de la fauna oceánica. La pesca brutal ha eliminado numerosas especies (como la polaca, un pez extinto), ha amenazado y vuelve a amenazar la merluza (que salvó el gobierno de la Alianza luego del saqueo permitido por el menemismo), el riesgo para el langostino y otras riquezas.

Preservar los recursos marítimos no es la única y tal vez ni siquiera la más importante de las misiones de las Fuerzas Armadas.

Más allá de la tragedia, en el desgraciado caso del San Juan se amontonan problemas que convergen y vienen acentuando la decadencia argentina.

Las armas de la Argentina

La política exterior argentina también se juega en su poder militar.

Lo sabían perfectamente los hombres que organizaron la República. La escuadra de Sarmiento fue, precisamente, una de las primeras decisiones para el desarrollo del poder naval. En los difíciles días de la tensión con Chile, hacer más de un siglo, los acorazados Moreno y Rivadavia, más la pericia de los marinos argentinos, sirvieron para desterrar al belicismo de Chile. Así como el profesionalismo chileno ahuyentó las ideas expansionistas de los grupos guerreristas argentinos, que también llegaron a ser poderosos.  

Yrigoyen y Perón promovieron acercamientos profundos con Chile para desalentar los tambores de guerra, pero mantuvieron Ejército y Marina respetables. 

En el campo militar la última idea clara la promovió Raúl Alfonsín. Acuerdo político con Brasil con la creación del Mercosur, aceptación del laudo papal para lograr la paz con Chile. Creación del Grupo de Apoyo a Contadora para que la América Latina evitara la invasión norteamericana con Nicaragua. Entrevista con Fidel Castro para desactivar el riesgo de guerrillas en la frontera con Chile y desalentar el viraje guerrillerista que intentó el Partido Comunista argentino. No todo fue pacífico: se mantenía el misil Cóndor como presión hacia el Reino Unido, para obligarlo a un gasto militar creciente que presionara para poder en algún momento volver a rediscutir la soberanía sobre Malvinas y otras islas del Atlántico Sur.

Desinterés y desconocimiento

Altos ex funcionarios de Cambiemos del área de Defensa son testigos del desinterés del trío Marcos Peña-Quintana-Lopetegui, afianzado –creen ellos– en un inmenso desconocimiento.

Parece evidente que el PRO está flojo de papeles en el tema Defensa. Tampoco las oposiciones exhiben entusiasmo ni dedicación.

Un tema que pocos comprenden.

Al costado, un cardumen de especies variadas –desde fiscalistas insensibles hasta anti-militaristas furibundos, pasando por ensayistas sin estudios y propagandistas con poder de fuego– convergen en la idea del desmantelamiento de las Fuerzas Armadas, con el propósito final de eliminar su existencia.

Es curioso. Ninguno de los países que ellos admiran –desde Estados Unidos hasta Rusia, pasando por Alemania, Suecia, Israel, Cuba o Francia– carece de poder militar. Todos ellos, a la inversa, cuentan con arsenales de primera calidad.

Ningún país del tamaño, las riquezas y las posibilidades de la Argentina carece de poder militar. Dado que en el mundo no abundan los amantes del despilfarro, es evidente que todos saben que un lugar no defendido atrae más interés.  ¿De quién es? De aquellos que buscan saquear sus riquezas, expulsar población, aumentar su influencia o, en caso de crisis, buscar la penetración en la línea de la menor resistencia.

En tiempos de migraciones masivas, del modo que sea, es evidente que los Estados deben estar preparados para eventos que ya se dibujan en el horizonte cercano.        

En respuesta, otro sector nace de las antípodas.

Hay otra campana.

Los que pretenden una carrera armamentista, reflotar un gran poder militar. También aquí convive una fauna variopinta. Desde los nostálgicos de los golpes militares, hasta los partidarios de un Estado amenazante. Desde los que quieren que se olviden los crímenes del Proceso hasta los teóricos trasnochados de un menú de hipótesis de conflicto contra alguno de los países vecinos.

Por un lado, habitués del gerenciamiento privado no terminan de comprender las reglas del Estado. Por el otro, nostálgicos de Fuerzas Armadas autónomas –cuando no tutoras– del poder civil.

El camino del medio, sensato y previsible, sigue siendo difícil de transitar…

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Veinte Manzanas

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