El Ministerio de Educación firmó un acuerdo de cooperación con su par de Finlandia con el objetivo de intercambiar experiencias y aprender “de y con” ellos. Siempre es bueno aprender, por lo que me alejo intencionalmente de aquellos que ven con algún recelo la firma de este acuerdo. Más allá de algún desmedido optimismo asociado a la magia de estos acuerdos me pregunto ¿Qué sería importante aprender de la experiencia finlandesa?
Hay un importante sector de la sociedad argentina que desconoce cómo es el sistema educativo finlandés y el contexto en el que se desarrolla. Con mucho de mito, obtenido a partir de estar entre los primeros en el mundo por los resultados de las pruebas PISA, parecen haberse convertido en el espejo en el que muchos desean reflejarse. Y como entre nosotros el éxito parece lo único y más importante, nadie (muy pocos, para ser justos) han profundizado en los “porqués” de ese éxito. En la cotidiana comparación se toman algunos elementos y se eluden otros, algunas veces con la aviesa intención de causar algún efecto determinado, otras sólo por puro desconocimiento e ignorancia. Si ellos son exitosos y nosotros no ¿qué hacen (o no hacen) ellos que no hagamos (o no hacemos) nosotros?
En principio sería importante remarcar que el sistema educativo finlandés corresponde a un país que ha logrado resolver de manera positiva algunos desafíos políticos y sociales de lo que nosotros no hemos podido resolver todavía como colectivo. Como siempre afirmo necesitamos desmontar la relación causal, directa y unidimensional que plantea el falso “optimismo pedagógico”. No tendremos una economía moderna y una sociedad integrada sólo de la mano de lo educativo. La Educación no logra las transformaciones que lo social y lo económico destruyen. En síntesis: la Educación no es una variable independiente. Por eso debemos conocer algunos indicadores económicos, políticos y sociales que demuestra que ese ssitema educativo es parte de un modelo de país, por cierto, bastante diferente al nuestro. Les soy absolutamente sincero: me gustaría que fuésemos eso y no tanto lo que somos. Más allá de mis gustos, estos indicadores demuestran, sin dudas, que para tener ese sistema educativo o algo similar necesitaremos cambiar mucho más que el sistema educativo (aunque parezca un juego de palabras).
Pero abordando individualmente el tema educativo en este texto sólo desarrollaré algunos pocos elementos que generalmente no se toman en cuenta a la hora de las comparaciones.
Aunque parezca un elemento intrascendente posiblemente sea el más importante de aprender por nosotros: el sistema educativo finlandés está asentado sobre la confianza. Confianza de las familias y la sociedad en el trabajo que realizan las escuelas y en la capacidad y responsabilidad de los maestros. Confianza de los maestros en sus alumnos. Confianza de los alumnos en sus maestros. Posiblemente sea por eso que no precisen de ningún sistema nacional de evaluación docente ni tampoco de nuestra tradicional figura del inspector o supervisor escolar. Sobre la base de una fuerte descentralización y autonomía escolar, las escuelas toman decisiones sobre la evaluación de los docentes como también en otro sinnúmeros de temas educativos sin necesidad de una política centralizada desde el Ministerio de Educación. Las escuelas finlandesas crean todos los días educación buscando cada una de ellas ser la mejor pero sin competir con las otras, por el contrario colaborando entre ellas, entre los profesores, entre los alumnos.
El currículo y la pedagogía son el centro del cambio educativo centrando las transformaciones en “la continuidad y la evolución” antes que en “la revolución”. Pocas luces de néon y mucho trabajo cotidiano en las escuelas, manejado directamente por los propios maestros. El currículo nacional consiste sólo en lineamientos generales, abierto y flexible, sobre el cual cada municipio y cada escuela realiza modificaciones para adecuarlo a su medida, con enorme libertad. El currículo atribuye una importancia significativa al juego y al “aprendizaje sobre el ocio” en todas las edades. Mucha actividad manual: escritura a mano, dibujo, arte, cocina, tejido, talleres de elaboración de objetos se replican en cada una de las escuelas de educación básica orientados a todas las edades. Se estimula la actividad y el aprendizaje al aire libre. Existe un bajo despliegue tecnológico en las escuelas. Las TICs ya están incorporadas a las aulas, con algunas pocas Pcs conectadas a Internet. La música es parte fundamental del currículo. Todas las escuelas enseñan a tocar un instrumento. Gran importancia en el aprendizaje de otros idiomas más allá de los oficiales: el finlandés y el sueco, desde los primeros grados. Amplia oferta de actividades extracurriculares dentro y fuera del sistema escolar, en un sinnúmero de espacios culturales y deportivos asociados a las escuelas.
Un sistema educativo principalmente orientado a la inclusión como elemento de cohesión en la heterogeneidad. El lema es “Todos pueden aprender. Todos aprenden juntos. Todos en la misma clase”, incluyendo aquellos alumnos con discapacidades que se integran a las aulas comunes, donde son acompañados por personal docente especializado. La principal preocupación de los maestros es que “nadie debe retrasarse en los aprendizajes”. Para eso el 30% de los alumnos finlandeses aplican a programas de refuerzo escolar adicional en la misma escuela a la que concurre con sus propios docentes. Así los finlandeses han logrado reducir la brecha a la más corta del mundo entre alumnos con peor y mejor rendimiento escolar, según las pruebas PISA, achicando sustancialmente la desigualdad, uno de nuestros centrales problemas.
Como adelantamos las escuelas gozan de una enorme autonomía. Escuelas chicas. Planteles docentes relativamente cortos. Grupos pequeños de alumnos: no más de veinte en cada aula. No más de dieciséis en las clases de ciencia con el fin de que puedan experimentar. Ambientes de aprendizaje sumamente cuidados arquitectónica y funcionalmente, variados, dinámicos, flexibles, con mobiliario sencillo y muchos recursos para la enseñanza y el aprendizaje. Una biblioteca por escuela que suele estar abierta a la comunidad local, interconectadas a las bibliotecas públicas que son parte del sistema y de la política educativa. Hay un énfasis notable puesto en la lectura tanto dentro como fuera del sistema escolar. Finlandia tiene el mayor número de libros y bibliotecas por habitante del mundo. Un finlandés lee en promedio 47 libros por año.
El Ministerio de Educación es un ente profesional, especializado, que tiene un rol técnico, manteniendo a la gestión educativa lo más alejada posible de la dinámica y los tiempos de la política. Las decisiones macro y micro sobre lo educativo son asuntos de educadores que requiere conocimiento especializado, cualidades específicas y experiencia. Para ello la principal atención está puesta en los maestros con rigurosos mecanismos de selección y acceso a la formación y la carrera, altísima calificación (todos los profesores deben tener una maestría, la cual es subsidiada en su totalidad por el Estado), excelente remuneración en comparación con otras profesiones y alta valoración social, con una carga de trabajo de cuatro a cinco horas diarias de clase y tiempo dedicado (no menos de dos horas semanales) para el desarrollo personal y capacitación profesional. Los futuros profesores surgen de ser seleccionados entre el 10% de los mejores graduados del nivel secundario con una formación eminentemente práctica con énfasis en lo pedagógico y lo didáctico.
Una perla para tener en cuenta en contra de lo que se viene proponiendo: promueven el “menos tiempo escolar”. La escolarización empieza a los 7 años. La obligatoriedad es de sólo 9 años con una jornada de 4 a 5 horas, con ruptura del tiempo lineal y homogéneo para todos los grupos escolares y un calendario escolar de sólo 180 días, uno de los más cortos entre los países de la OCDE. Pocas tareas escolares para el hogar con el objetivo de que los alumnos tengan más tiempo libre y más tiempo con sus familias. Aprendizaje pausado, con tiempo para pensar, equivocarse y rectificar, reflexionar, socializar, usar, poner en práctica. El error y la equivocación están incorporados como esenciales al aprendizaje, los alumnos no tienen miedo a equivocarse o “fracasar”. Se evita por todos los medios la repetición escolar, considerada inútil y antipedagógica.
Por último, en franca contradicción con algunas tendencias actuales que hemos abrazado, se rechaza el uso de las pruebas estandarizadas al estilo PISA o APRENDER. Existe solo una prueba estandarizada obligatoria como finalización del tramo obligatorio de 9 años, que se aplica a los alumnos de entre 15 y 16 años. De esta prueba no se divulgan los resultados ni se establecen rankings escolares. El finlandés es un sistema educativo con pocas evaluaciones y pruebas a lo largo de la biografía escolar de un alumno, siempre igual diseñadas por los propios profesores, a fin de detectar problemas y apoyar a los alumnos a tiempo. No se toman pruebas ni en el nivel inicial, ni en los primeros cuatro años de la escuela básica.
Dejo al lector las comparaciones con nuestro sistema educativo. Mientras escribo recuerdo que cada vez que sale el tema un amigo sintetiza diciendo: “A Finlandia le fue bien en Educación porque no le dio ‘bola’ a ninguna de las recomendaciones que se hicieron durante los últimos 30 años”. En fin, algo de todo esto que dice mi amigo puede que esté pasando. Ahora que tendremos la oportunidad de aprender de ellos y ellos de nosotros a lo mejor tenemos la oportunidad de reflexionar sobre estos temas.