La paradoja: coronar lo buscado sin advertir que aproximará la decadencia. La victoria más arrasadora es la más festejada. Sin embargo, suele ser la antesala del final. El triunfo aplastante desencadena arrogancias y rupturas. La fuente de la caída.
Cristina Kirchner militó la teoría que las dirigencias, los medios de comunicación, las intermediaciones, son desechables. Que lo deseable es la fusión del líder con la masa, un encuentro sin intermediaciones. El poder popular concentrado en el jefe sin el estorbo de la institucionalización, esa máscara –decía– de los poderes concentrados.
La victoria de la emperatriz condena al silencio a los duques, condes y marqueses. Se extingue la libertad de opinar. No son escuchados los simples caballeros ni los pares del reino. Como anunció Zaninni, a la presidente no se le habla. Se la escucha.
Tuvo éxito. Tanto que los votos son de ella. Semejante conclusión puede servir en la subida. En el esplendor.
Pero cuando llegan los tiempos revueltos….
En el momento supremo, durante la batalla decisiva, el ejército carece de capitanes. Apenas despunta algún consejero real en la falta de densidad del estado mayor histórico del cristinismo.
Y es lo que está ocurriendo.
Ella debe encargarse de todo. La única que convoca, la única que habla, la única que decide… Y nadie puede tanto.
Acaso podría haber aprendido de mayorías más difíciles de conseguir, de victorias más trabajosas, de construcciones más esforzadas. De compartir el poder.
Las encuestas del gobierno anuncian una derrota para Cristina. Entre dos puntos y medio y seis.
En diez días se verá si tiene futuro. Mientras, el gobierno empieza a brindar.
Corrientes te va a ayudar
El triunfo de Eco-Cambiemos en Corrientes parece el anticipo de la victoria oficialista en la inminente elección nacional. En primer lugar, ganó por el doble de lo esperado. Y sin necesitad de doble vuelta, como creían muchos.
El voto correntino es tan revelador como curioso. Una elección riquísima que elude el análisis fácil.
Se puede advertir que la renovación y la tradición mantienen una relación ambigua, cambiante. El bordado tradicional de la mano de lo nuevo.
Allí donde gobernaban (Goya, Curuzú Cuatiá, Alvear) distintas intendencias peronistas fueron derrotadas por la coalición que encabeza el gobernador Ricardo Colombi.
A su vez, comilitones de Colombi fueron derrotados en sus comunas. Así cayeron las intendencias de Paso de los Libres, Virasoro y Esquina. Si se suma Corrientes Capital, donde el peronismo fue desalojado por un candidato radical hace pocas semanas, se advierte que las ciudades donde vive la gran mayoría de los correntinos cambió el signo de su gobierno.
¿Es tiempo de cambio, la victoria del mensaje macrista? Sí y no. Sí, por la derrota de quienes controlaban las mayores estructuras municipales. No porque algunas intendencias –como Goya, la segunda de la provincia, pero también Alvear y Empedrado– volvieron a votar a intendentes que habían sido y lograron volver. Restauración más que cambio.
O continuidad, como la que logró Colombi al mantener la provincia, imponiendo a su delfín Gustavo Valdés.
Y unas líneas para la fenomenal habilidad de Colombi –un caudillo a la antigua usanza, un exponente de la vieja política– para sumar aliados en listas que convergen desde todos lados, incluyendo el Partido Liberal y aún el peronismo que conduce su vicegobernador, para conquistar la victoria.
Además, por primera vez en treinta años la boleta de la UCR se convierte en la más votada, por encima de la peronista o la de partidos provinciales. Aunque esos números son muy inferiores, digamos, a los de 1987. En aquel año –¡gobernaba Alfonsín!– el radicalismo –que llevaba la candidatura a gobernador de Goyo Pomar– consiguió ser la lista más votada con el 26 por ciento. No volvió a salir primera hasta este domingo. Tampoco fue igual: ese 26% supuso diez puntos más que el 16% actual.
Colombi derrochó astucia para utilizar los celos entre el intendente de la capital y el candidato a gobernador. Ambos peronistas. Convenció al PJ de la capital correntina de dividir fechas. Con lo cual debilitó primero a los gobernantes del primer municipio de la provincia y luego dejó sin sustento en Capital al aspirante a gobernador.
Los amontonamientos no siempre suman. En las recientes PASO a diputados nacionales, las listas de Camau Espínola y de Nito Artaza fueron separadas. Sumadas, superaban lo conseguido por ECO-Cambiemos. Esto –junto con encuestas alentadoras– hicieron presumir a la oposición que la fórmula Camau-Artaza podría triunfar. No ocurrió. La lista de Nitro Artaza sacó para la elección provincial muchísimos menos sufragios que los logrados en las PASO.
Pero si el amuchamiento convoca a la derrota, también la ruptura puede devenir suicidio. En Virasoro, un municipio gobernado hace años por el radicalismo, el PRO rompió la alianza y fue por afuera. Salió cuarto pero su deserción ayudó a la victoria peronista. Más allá de las peculiaridades –toda localidad tiene las suyas– se presenta una cuestión general. En distintos lugares la preeminencia de una coalición puede depender de su unión y no de su ruptura.
¿Excepcionalidad lugareña o señal temprana? ¿Se viene una reversión de las alianzas? Falta poco para saberlo…