martes 12 de noviembre de 2024
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Trabajo para combatir la pobreza. Educación para vencerla

Luego de tres años sin contar datos oficiales, el Indec publicó los índices de pobreza (32,2%) e indigencia (6,3%). Estos datos nos obligan a repensar las acciones que debemos tomar para combatir la pobreza. Estamos ante un complejo problema de pobreza estructural que debe abordarse con políticas estatales sustentables en el tiempo y por ende más allá de una gestión de gobierno.

Cuando las situaciones de pobreza e indigencia son coyunturales, producto de una crisis, se encuentran soluciones a corto plazo con planes sociales, creación de empleo y subsidios que recomponen el nivel de ingreso. En cambio, revertir la pobreza estructural requiere de otras líneas de acción. Con dos o más generaciones en situaciones de vulnerabilidad se produce un quiebre en la transmisión cultural que conforma nuestra nacionalidad. Cuando hablamos de cultura hablamos de valores, costumbres, hábitos, normas. Mal pueden adquirir nuestros niños valores como el trabajo y el esfuerzo si no han podido ver trabajar a sus padres y abuelos, como consecuencia de las altas tasas de desocupación. Además, la fragmentación y marginalidad que se les impone diluye la adquisición de normas básicas de convivencia.

Es en la escuela donde se puede restaurar esa cadena de transmisión de valores y de normas de convivencia. Debemos recuperar la escuela pública como espacio de integración social, mejorando la calidad educativa y ofreciendo una mejor educación para todos. Esto requiere de la participación activa de instituciones de la sociedad civil, especialmente gremios docentes.

Es en la escuela, donde el desarrollo del pensamiento reflexivo posibilita la construcción de escalas de valores y criterios que orientan la conducta. Niños y adolescentes deben estar en la escuela. La ley establece la obligatoriedad, pero si no hay medidas de efectivo cumplimiento esto se transforma en una expresión de deseos. Por eso propusimos la Cédula Escolar Nacional, instrumento que permitirá detectar en tiempo real ingreso y permanencia en el sistema.

No basta con ingresar y permanecer, se debe aprender, y esto que parece una obviedad no es tal, porque desde hace décadas nuestro sistema educativo tiene falencias en cuanto al aprendizaje, especialmente en las escuelas donde concurren los sectores más vulnerables.

Antiguamente la escuela pública facilitó la integración de diferentes grupos sociales y hasta étnicos. Hoy, sectores medios de la sociedad muestran mayor preferencia por la escuela privada (menos huelgas y más control por parte de la comunidad). Esto profundiza el quiebre del entretejido social y se pierde el enriquecimiento que da la convivencia de diferentes grupos sociales. Son los sectores más vulnerables los que necesitan mejor educación para salvar las dificultades que genera la pobreza estructural. Hay que revisar contenidos, metodologías y formas exitosas de inclusión.

La educación no es el único derecho que debe recuperar un tercio de nuestra población, también lo es la salud y la vivienda. Encarar la superación de la pobreza estructural nos plantea el desafío de cambiar las condiciones objetivas de vida, con trabajo digno para los padres y educación de calidad para los hijos.

Recuperar derechos, mejorar la calidad de vida de muchos de nuestros compatriotas necesita de políticas de estado de largo plazo y consensos de todos los actores y sectores. La fórmula es esa: trabajo para combatir la pobreza, educación para vencerla.

 

 

 

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