Publicado en www.elblogdeflavioluisbuccino.com el 23 de junio de 2017
La evidencia empírica es información adquirida a través de la observación o de la experimentación. Esta información, recolectada y analizada, es parte del proceso central del método científico. Toda evidencia debe ser empírica o por lo menos debe tener una base empírica. En síntesis apretadísima y aunque te parezca mentira, nuestras afirmaciones necesariamente deben depender de los “hechos”, un sinónimo de “evidencias”.
Sin embargo, por estas tierras, esas evidencias parecen ser dejadas de lado, o poco tomadas en cuenta, a la hora de construir un relato público sobre la Educación y lo que es peor, al momento de definir política pública para el sector. Y utilizo el verbo “parecer” para suavizar lo que demuestra como contundente: la mayoría de las veces se opina ligeramente o se toman decisiones sin tener en cuenta nada de esto… ¿Sólo en Educación?
Por eso y para cumplir con esta premisa esta vez traigo un documento de trabajo de la Universidad Católica Argentina que da cuenta de una investigación realizada por Silvia Montoya, cuyo título es “Presentismo y licencias en el sector docende de gestión estatal de la Ciudada Autónoma de Buenos Aires. Análisis y Propuestas de Reforma”. Se que alguno le parecerá difícil de soportar pero esta investigación pone en duda algunos mitos y “lugares comunes” que se instalaron en los últimos años, que repetimos y repiten cotidianamente hasta los propios decisores de política pública. Y en este sentido por suerte, el documento aporta datos concretos para que ese debate adopte un formato mucho más cercano a la episteme.
Para que quede bien claro en este trabajo se utilizaron como fuentes diferentes bases administrativas del año 2014 (Planta Orgánico Funcional/POF, Sistema Integral de Administración y Liquidación/SIAL y la Base de Liquidación de Haberes/BLH) combinadas para el caso específico con estadísticas del Ministerio de Educación de la Ciudad con indicadores educativos, logros de aprendizaje y el Índice de Equidad y Calidad Educativa Porteño/IECEP (lamentablemente que hoy pareciera estar discontinuado). Sobre una base de 50 mil registros docentes fue posible contar con microdata a nivel profesor en lo relativo a rasgos demográficos básicos, cargo, salario, escuela donde se desempeña así como también información acerca de los principales indicadores educativos de la escuela donde trabaja. Un trabajo muy interesante que realiza un sustancioso aporte, con foco en las políticas para incentivar el presentismo docente y examina exhaustivamente la frecuencia, incidencia y consecuencias de las ausencias en las escuelas públicas del sector de gestión estatal, sus costos e impacto sobre el aprendizaje de los alumnos. Una cosa que llama la atención: ver que algunos de los que deciden sobre las políticas, sean nombrados en el mismo trabajo agradeciendo sus aportes, una demostración más que clara de que han tenido acceso al mismo. Lo que lleva a pensar o que lo han leído poco, o que han entendido poco…
El 93% de las ausencias de los docentes están justificadas y encuadradas en la normativa vigente: el Estatuto del Docente.
Pero poniendo un manto de piedad sobre esto último, sintetizo en estos seis “descubrimientos” realizados sobre el comportamiento de los docentes, el uso de las licencias y el verdadero impacto del ausentismo docente en la Ciudad de Buenos Aires, segundo distrito educativo del país.
1.- El 93% de las ausencias de los docentes están justificadas y encuadradas en la normativa vigente: el Estatuto del Docente. Por lo tanto ese porcentaje no radica en la “supuesta maldad” del colectivo docente sino en la permisividad que plantea el marco laboral. Una cosa a resaltar: ese marco laboral es producto del poder político y no de decisiones individuales o colectivas de los propios docentes. Quienes deben ponerse de acuerdo para reformarlo son las legislaturas. Por último, parece irrelevante el 7% de las inasistencias de los docentes que no está justificada por ninguna norma legal.
2.- El promedio de inasistencias por docente es de 18 al año lo que se corresponde con un presentismo del 91,2%. Estos porcentajes ciertamente son mayores (no por tanto como parecía) a otros países desarrollados pero menores comparados con varios países de América Latina. Dado que no todos los docentes hacen uso del régimen de licencias el impacto es mayor cuando solo se toma en cuenta a los que sí hacen uso de las mismas. La utilización de las licencias no es uniforme y tampoco extendida. Los datos indican que existe un docente suplente por cada tres frente a alumnos. Solo 33 mil son los docentes que han sido reportados con alguna ausencia lo cual lo ubica como un comportamiento más acotado. Una conclusión sobre esto podría sintetizarse con un tuit de los últimos días de Mariano Narodowski: “Hay docentes que no faltan casi nunca y otros que faltan mucho. Los que estan poco comprometidos no incden mucho si asisten o no” (les dejo para pensar esta última oración del tuit).
Las licencias ascienden al 11% del gasto salarial total.
3.- Los motivos más frecuentes de inasistencia sobre los casos reportados son por enfermedad (28%), por estudios (11%) y por “razones particulares”, que son 6 días por año (35%). Visto de esta manera es baja la incidencia por maternidad que no llega al 2% del total. Efectivamente cuando se normalizan las ausencias en términos de días para los docentes que cobran por “horas cátedra” (nivel medio y superior) los números cambian aunque se mantiene el tipo de licencia “Enfermedad” como el de mayor incidencia. Esto puede deberse a que el Estatuto prevé más días por enfermedad que por otras razones personales o laborales. Normalizado, también se incrementa el porcentaje por maternidad: la docencia como una profesión con notable preeminencia del sexo femenino.
4.- Las licencias ascienden al 11% del gasto salarial total. Sin embargo existe una segunda alternativa para releer estos datos: podría calcularse los costos sólo para las licencias mayores a 3 días ya que las de menor tiempo son cubiertas por personal de la misma escuela u otros mecanismos institucionales. En este caso mayor a 3 días donde sí se verifica un “costo doble” ya que se paga al suplente y al titular. Así el porcentaje baja al 8% de la masa salarial devengada. Consulté con algunos funcionarios de carrera del Ministerio de Hacienda porteño que me confirmaron que ese porcentaje no ha tenido fuertes variaciones en los últimos 18 años pero que el ideal sería que estuviese entre el 5 y 7%. No parece ser una meta inalcanzable.
5.- Mientras que se encuentra una relación levemente negativa entre el IECEP y los casos reportados como ausente por escuela, los datos no logran determinar una confirmación en los costos pedagógicos del ausentismo. Los estudios no proporcionan pruebas convincentes de una relación causal entre las ausencias de los maestros y el logro del estudiante porque no pueden observarse la habilidad docente y el esfuerzo. Por ejemplo, si los docentes que más faltan son los que menos compromiso tienen con la tarea sería de esperarse una no correlación entre ausentismo y rendimiento de los alumnos. Sin embargo, las ausencias de los maestros podrían estar impactando no sólo en los alumnos a cargo del ausente sino también en el normal desarrollo de la tarea de la escuela cambiando las rutinas de terceros alumnos y la carga indebida de responsabilidad en otros docentes.
6.- Se afirma que las ausencias que se producen en las escuelas con población socialmente vulnerable perjudican más a los sectores en esta situación. Según demuestra este trabajo, si bien es cierto que una proporción mayor de ausencias se produce en las comunas de la zona sur, esta proporción es casi exactamente igual a la forma en que se encuentran distribuidos los cargos docentes en toda la CABA. Esto demostraría que, en este caso específico, no existe una relación significativa entre uso de licencias y el índice de vulnerabilidad social.
Para seguir pensando, debatiendo, con datos, con evidencia, con el objetivo de construir políticas que encuentren soluciones a estos desafíos…
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