sábado 21 de diciembre de 2024
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¿Qué te pasa Jaime?

Este artículo es una versión ampliada del que se publico en el Diario Perfil el domingo 11 de junio

 

Enmarcado en la estructura más compleja de la Fundación Bariloche –Música, Matemáticas, Biología, Recursos Naturales y Energía, Cómputos– el Departamento de Sociología –devenido luego de Ciencias Sociales– fue un proyecto destinado a generar un centro de investigación y formación de posgrado en temas sociopolíticos.

Se mantuvo activo aproximadamente desde 1967 hasta 1976 y Manuel Mora y Araujo, recientemente fallecido, tuvo en el mismo un accionar muy importante.

El proyecto se concretó y expandió, bajo su dirección durante los primeros años, en un ámbito interno sorprendentemente pluralista para la época. Había cruces y desacuerdos fuertes, pero en general pocos heridos. De vez en cuando nuestro asesor epistemológico, Don Gregorio Klimovsky, ponía las cosas en su lugar con su conocida inteligencia y mente abierta.

Edgardo Catterberg, el director de la Maestría, podía de esta manera dialogar con Carlos Strasser o Eliseo Verón y estos con Marcos Kaplan, Amilcar Herrera y/o Jorge Sabato. El Departamento, con sus miembros e invitados, era un ejemplar extraño y por lo tanto expuesto a críticas diversas. Por ejemplo, en un tiempo se difundió la noticia –falsa– que con fondos de la Fundación Ford se estaba desarrollando un proyecto cuyo tema central era el aborto. Sectores peronistas ligados a la Iglesia nos acusaron de incentivar la tarea del ángel caído, mientras cierta izquierda petardista descubría que trabajábamos para el imperio norteamericano limitando el crecimiento de la población en América Latina.

A Jaime Durán Barba, ex becario del departamento y actualmente miembro de la G. W. University y socio del Club Político Argentino, –ver Manolo, un académico integral– lo traicionó la memoria o no hizo bien los deberes cuando se decidió a sumarse a los varios que sentimos la necesidad de decir algo sobre el Mora y Araujo que conocimos (mi versión en Chau Manolo).

Supongo que en un sincero intento de alabar a Manolo describe con entusiasmo al departamento en cuestión como uno de los pocos centros de investigación que habrían resistido la oleada del peronismo radicalizado y/o del marxismo de los setenta amparado en las murallas del neopositivismo lógico. Ni tanto ni tan poco.

Sin duda que la utilización del método hipotético-deductivo, los llamados a poner a prueba empíricamente las relaciones entre variables y las teorizaciones de Peter Heintz sobre las Tensiones estructurales y anómicas y sus intentos de modelización fueron elementos importantes en la formación de varias cohortes de graduados que estudiamos en el Departamento. Pero otras perspectivas teórico-metodológicas fueron enseñadas y utilizadas, siendo esto en gran parte mérito del pluralismo de Manolo. El trabajo monográfico del propio Duran Barba sobre algunos levantamientos de sectores bajos en Quito y Guayaquil, que alguna vez me toco asesorar, es un ejemplo de esto.

Cordialmente dicho, dudo que Eduardo “Lali” Archetti y su trabajo sobre los pequeños campesinos propietarios de Santa Fe o Mónica Peralta Ramos con su texto sobre el capitalismo argentino –miembros del primer grupo que reclutó Manolo–, puedan ser clasificados de la manera que lo hace Jaime.

En lo que a mí respecta directamente he trabajado y lo sigo haciendo utilizando categorías de análisis y esquemas metodológicos de Marx, Weber, Gramsci y Cardoso y Faletto. Mi primer artículo escrito en la Fundación Bariloche, que trataba sobre las relaciones entre dependencia y conflictos sociopolíticos en América Latina, ha sido utilizado recientemente en una tesis de doctorado en Mendoza para ubicarme entre los “dependentistas” argentinos. Junto con el economista Oscar Braun, lo que me honra, se nos identifica allí por el uso que hicimos del concepto de relaciones imperialistas. En mi último libro –Tragedias y Comedias en el Caribe. Génesis s y deriva del proyecto chavista– sigo utilizando esos esquemas en el estudio y comprensión de los fenómenos sociopolíticos.

Finalizo para no extenderme más con el señalamiento del caso de uno de los investigadores también mencionado por Duran Barba. Se trata de Carlos Strasser que siguiendo en parte el camino que le enseñara a su vez Sheldon Wolin en Estados Unidos, escribió varios textos sobre las falencias del positivismo en las Ciencias Sociales. Se va a enojar con razón y mucho, por el “error” de ubicación epistemológica.

Lo que le pedimos a Jaime, por favor, es que la próxima vez haga más investigación de campo o al menos un modesto grupo motivacional.

Con mi intervención no pretendo iniciar una polémica ni mucho menos. Si llega a darse participaré de la misma siempre y cuando sirva para aumentar nuestra capacidad de comprensión de ciertos fenómenos sociopolíticos.

Sólo me pareció una muy buena oportunidad para mostrar que un poco de accuracy in media no le viene mal a nadie.

PD: Dada la pública y gran influencia que tienen algunos consejos de Jaime sobre las decisiones del Presidente Macri, esperemos que los mismos sean más precisos que parte del contenido de sus notas periodísticas. De lo contrario, como dicen los sabios, estamos en el horno.

 

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