En los feriados no pasa nada. Otra falacia argentina se evaporó. El 25 de mayo pasó de todo.
La previa fue de Carrió, el lunes 22. Cultora de su imagen televisiva –que maneja como nadie– aprovechó la invitación de Morales Solá para fulminar a medio gobierno.
El plato fuerte llegó el Día de la Patria. Esa jornada lluviosa, desapacible y fría albergó explosiones. Sin aviso, la campaña 2017 arrancaba con todo, con todos y en especial con todas. A mediodía Martín Lousteau se dio el gusto de almorzar locro con tres mil radicales. Al poco rato, Massa y Stolbizer, también ante varios miles, sellaron la alianza que se veía venir. A las nueve en punto, Cristina Fernández reapareció y durante una hora y media recuperó el tono de las cadenas de otrora, acaso con mayor audiencia, ya que hacía tiempo que no se la escuchaba. Y para perforar, Marcos Peña visitó a Fantino en Animales Sueltos.
La Emperatriz Viuda
Hay un toque Game of Thrones, mezclado con el Imperio del Medio, el Reino de la Armonía de la antigua China. Entre el mito y la ficción, la realidad se viraliza. Reaparecieron, al mismo tiempo, la Emperatriz Viuda y la Guardiana del Sello. Rivales impenitentes. Rutilantes en el hablar, intensas en el decir, desdeñosas hacia sus objetores.
La Emperatriz Viuda intentó recordar cuánto la persiguen. No le alcanzó. Y rápidamente, retomó su rol favorito: hacer rodar las cabezas de sus supuestos verdugos.
Pícara, resumió tres puntos débiles del gobierno: alimentos, tarifas, remedios.
¿Errores propios? ¡Por supuesto! Elegimos legisladores que no quieren derribar al gobierno y que, muy orondos, pretenden dar gobernabilidad y permitir que el actual régimen cumpla su programa. ¿Qué fue votado para tomar las decisiones? Un fraude: mintió para ganar.
¡Qué lejos han quedado los tiempos en que Cristina descartaba toda observación en nombre de la Democracia! Cada vez que alguien pedía un cambio, una ley, una resolución, la respuesta era invariable: armen un partido, preséntense, ganen las elecciones y así podrán hacer lo que quieran. Estamos nosotros.
¿Y ahora? No hagas lo que yo hice ni me recuerdes lo que haya dicho.
Cristina debiera reflexionar por qué eligió como rival a Macri. Creyó que Macri jamás podría doblegarla. Según su mirada –que no pudo ser más miope, a juzgar por el resultado– un empresario millonario, nacido en cuna de oro y sin partido detrás, jamás podría vencerla.
La urna dijo otra cosa y ella buscó la culpa afuera. Son los medios. Un argumento viejo. Cuando la República de Weimar trastabillaba, después de la Primera Guerra, muchos marxistas estaban convencidos que la Revolución clareaba y tomaría el poder en Alemania, como lo había conquistado en Rusia. La rebelión bolchevique-espartaquista fracasó, los socialdemócratas también fueron derrotados. No se instaló la dictadura del proletariado sino el brutal totalitarismo de Adolfo Hitler. Los intelectuales que habían errado el vizcachazo no hicieron autocrítica. Siguieron considerando perfecto su análisis. Apenas concedieron que no habían advertido un nuevo actor, los medios de comunicación, que desviaron a las masas de su camino de victoria y llevaron el país a la barbarie nazi. De todos modos, prudentes, se refugiaron en su mayoría en Estados Unidos donde fueron esculpiendo las aristas finales de esa intelectualmente memorable (aunque políticamente miope) Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno y Max Horkheimer.
Volviendo al cabotaje, Cristina fue clara. La Emperatriz Viuda no compite en las PASO
Volviendo al cabotaje, Cristina fue clara. La Emperatriz Viuda no compite en las PASO. ¿Qué es eso que alguien no admita su conducción? Para eso, se queda en el Calafate. Como el viejo Imperio Chino, no puede firmar acuerdos con nadie, porque considera que nadie alcanza su estatura. Cristina acaba de decir: “Voy como jefa, sin interna y para conducir el asedio contra el gobierno de Cambiemos”. Nadie puede negar que habló Fuerte y Claro.
La Guardiana del Sello
Otro mensaje cristalino fue el de Elisa Carrió. Críticas, quejas, amenazas veladas. ¿Una boutade? ¿O una acción racional, perfectamente calculada? No hay improvisación ni despiste. La Dama parece excesiva, pero sólo dice lo que planea. A veces acierta, a veces no. Pero conserva un timming que le permite conservar la primera plana desde hace veinte años.
Su última aparición no es coincidencia. Se avecina el cierre de listas y Carrió está decidida a aumentar su bloque en la Cámara de Diputados, hoy raquítico.
Carrió está convencida que con Macri es preferible la arremetida que los mohines y la presión rinde mejores resultados que un pedido bonachón.
Su última aparición no es coincidencia. Se avecina el cierre de listas y Carrió está decidida a aumentar su bloque en la Cámara de Diputados, hoy raquítico. Espera conseguir tres bancas por Capital, otras tres por provincia de Buenos Aires, una por Santa Fe y alguna por otro distrito suelto. Con un agregado: estimula especialmente a la santacruceña Mariana Zuvic, a quien llevará en su boleta porteña y a quien parece estar preparando como delfina o, al menos, lugarteniente.
Si lo logra, con un bloque propio más nutrido, tendrá ante sí varias opciones. Una, seguir en Cambiemos con aumento de su influencia sobre el propio Macri. Segunda opción: una gran elección que pueda catapultarla, acaso, a otra candidatura presidencial. O, finalmente, cumplir su vieja pasión: desarmar lo que colaboró a construir y empezar de nuevo. Ya veremos.
Es evidente, de todos modos, que Carrió pretende que nadie olvide que ella es la Guardiana del Sello. Mientras esté junto al presidente, Macri tendrá protección. Los ataques contra la honorabilidad oficial no hacen mella –convergen casi todos los encuestadores– por el bill de indemnidad que viene brindándole la fundadora de la Coalición Cívica. En otras palabras: Carrió es un escudo contra las denuncias y sospechas que puedan salpicar al oficialismo. Si Carrió retirara el escudo o –peor aún– si ella misma pusiera en duda la decencia del gobierno, las consecuencias podrían ser devastadoras. Carrió sabe que la Casa Rosada lo sabe.
Massa-Stolibzer
Tampoco lo ignora Margarita Stolbizer, cuyas andanadas sobre el oficialismo chocan –hasta ahora– con esa muralla Carrió.
Los muy anunciados esponsales Massa-Stolbizer se concretaron el mismo 25. El debut de 1País, un acto muy prolijo en Malvinas Argentinas. Más difícil resultará romper la polarización en la provincia de Buenos Aires entre macrismo y cristinismo. Para colmo, el flamante espacio renueva gran parte de sus diputados. Hace cuatro años Massa sacó cuatro millones de votos, contra tres millones del FPV y un millón de la alianza Stolbizer-Alfonsín. Nada augura que repita semejante éxito. Si pierde mucho, se le hará cuesta arriba expandir desde esa debilidad su influencia sobre el resto de los distritos. Muy difícil. Pero esto es política. Y la intención de voto está variable, difusa, casquivana.
Massa sabe que apenas el 15% de los ciudadanos se siente contento con su situación económica. Omite, en cambio, que casi 60% guarda esperanzas en la gestión de Cambiemos.
Su única apuesta sigue siendo la ancha carretera del medio. Los votantes que no quieren volver a los tiempos K ni tampoco están satisfechos. Massa sabe que apenas el 15% de los ciudadanos se siente contento con su situación económica. Omite, en cambio, que casi 60% guarda esperanzas en la gestión de Cambiemos.
Massa pareció ser el objetivo de la estrategia de aproximación indirecta que llevó Marcos Peña a la tele, ya en el ocaso del 25 de mayo. En su nuevo papel confrontativo no admitió que el gobierno busque la polarización con Cristina. Dijo que es la opinión de la gente. Es cierto, pero también es verdad que el gobierno le insufla aire. Lo Nuevo contra lo Viejo.
Peña volvió a esquivar toda auto-crítica, a recordar que siempre han sido subestimados y que, pese a eso, hoy están gobernando capital, provincia y Nación. Certo. Pero, ¿nada mal? Nada. La arrogancia de los que gobiernan parece venir incluida en el mobiliario de la Rosada.
Radicales en debate
También el radicalismo padece sus cuitas.
Enojados por la prohibición de participar en la interna, los radicales porteños comieron empanadas y locro en Costa Salguero. Su mensaje: estimular a los correligionarios que se sientan poco escuchados en la mesa de las decisiones de gobierno. Acaso por eso muchos presentes se sacaban selfies con Ricardo Alfonsín, el dirigente probablemente más crítico con el PRO.
La candidatura Lousteau desafía al PRO en su distrito insignia, pero también a Elisa Carrió. Su argumento: sólo la recuperación del distrito Capital permitirá volver al conurbano –donde la UCR prácticamente se ha extinguido– y volver a las grandes ligas. Esto es, pelear por alguno de los tres premios mayores de la Argentina: CABA, Buenos Aires, Nación.
Otro sector radical –encolumnado con Ernesto Sanz– cree lo contrario. Que la UCR tiene su suerte atada a Cambiemos y que enfrentar al PRO debilita la coalición y sólo traerá malos ratos. Estimula la reunión de radicales en la gestión.
Otro sector radical –encolumnado con Ernesto Sanz– cree lo contrario. Que la UCR tiene su suerte atada a Cambiemos y que enfrentar al PRO debilita la coalición y sólo traerá malos ratos. Estimula la reunión de radicales en la gestión. Hace un par de semanas varias docenas de directores nacionales se juntaron en la Universidad Nacional de la Defensa. Muchos no se conocían. Debatieron hasta la medianoche cuando llegaron, para alivio general, empanadas, choripanes y sándwiches de lomo.
Los éxitos o fracasos del gobierno, y la generosidad o mezquindad del PRO en el armado de listas influirá, seguramente, en el ánimo de la mayoría del radicalismo. No fue una buena noticia la sustitución de la canciller Susana Malcorra, quien gobernaba con staff radical, por un embajador de carrera y trayectoria peronista, Jorge Faurie. Una jugada de Fulvio Pompeo –el canciller en las sombras que no dejó de torpedear a Malcorra– junto con Marcos Peña. Más equipo y menos personalidad. Ese modelo no fue el de la mejor Argentina y fue descartado hace mucho por las naciones a las que el gobierno dice admirar.
El lunes 29 de mayo, volvió Tinelli. El sol del 25 había durado cuatro días.