domingo 6 de octubre de 2024
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Misión para el nuevo gobierno: mejorar la gobernabilidad y llenar los baches económicos

Argentina vive un momento singular en materia de condiciones políticas. De vieja tradición presidencialista, donde el vicepresidente, de acuerdo a la Constitución, sólo preside el Senado –y a veces ejercía de consultor de la Casa Rosada–, asoma en estos días un gobierno bifronte.

Cristina Fernández también manda, opina, participa, formula objeciones, dispone de cargos según su particular criterio, gana todos los escenarios, jerarquiza a La Cámpora otorgándole funciones importantes, se inclina por algún gobernador de gran fidelidad y reta a los jueces que la vinieron juzgando.

Su poder se expone en las dos Cámaras legislativas (porque trabaja en equipo con Sergio Massa en Diputados) y en el área sensible donde se administra Justicia. Se define como víctima de una persecución política, defendida con los mismos argumentos por el propio presidente de la Nación y de todos sus seguidores. Los funcionarios de su gobierno que concluyó en 2015 sentenciados a encarcelamientos preventivos son, para ella “presos políticos”.

Poco se sabe de la reacción que asumirán los magistrados involucrados en las admoniciones oficialistas. Prometen reunirse y contestar a las imputaciones que se vienen haciendo desde el 10 de diciembre.

Mientras tanto poco saben los mismos ciudadanos que siguieron las distintas alternativas de los juicios contra la corrupción, los testimonios, las confesiones y los delitos cometidos. A lo que se agrega las anotaciones de los “cuadernos” y el paso por los tribunales de los imputados que en su mayoría aceptaron los cargos, hombres del anterior gobierno y varios empresarios.

Habida cuenta de estos hechos son varios los politólogos que afirman, a pocos días de la asunción, que un Presidente de la Nación tiene el carácter de Jefe Supremo de la Nación, con atribuciones y decisiones que no pueden ser compartidas. Un llamado a la reflexión para Alberto Fernández que se lució en el discurso inaugural ante el Parlamento, redactado por el mismo y no por terceros.

El de Fernández es un texto iluminado por la concordia, por la superación de la “grieta” que divide a la población y por los proyectos de aliviar a los que quedaron marginados en éstos cuatro años. Todo en un clima de entendimiento.

Por la noche, en Plaza de Mayo el tono cambió. El presidente utilizó consideraciones más tajantes y admonitorias. El otro rostro del jefe de Estado.

El tiempo lo dirá pero desde un primer momento sería conveniente que el Presidente muestre poder de gobernabilidad, sin condicionamientos, y brinde confianza y estabilidad. En esas condiciones debe unir a todos los sectores peronistas que hicieron posible el triunfo. Hasta ahora hay gobernardores bien tratados y otros ignorados. Y los peronistas conocidos como “históricos”, que no viven embelesados con Cristina Fernández, todavía no dan la mano hasta no ver qué ocurrirá en los tiempos que vienen.

El peronismo, nacido hace 74 años, el 17 de octubre de 1945, ha gobernado con muy distintos proyectos y decisiones 37 años, períodos donde hicieron sentir su acción hegemónica. Todos llegaron a la cumbre poniéndole el oído a las necesidades de la población. Pero cumplir con la expectativa no siempre sucedió.

Si se lo compara con la gestión del PRO, en el que sus hombres se consideraban héroes y salvadores, “los mejores”, pero concluyeron en el fracaso, los que siguen a Alberto Fernández prometen solucionar todo, con una nueva omnipotencia.

¿Podrán hacerlo sin entrar en otra irrealidad económica? El espantoso índice de pobreza del 40% sólo podría solucionarse en el largo plazo, pero en cambio sí se le puede poner límites a la infación mientras se negocia con el Fondo Monetario cumplimientos de pago para mucho más adelante, si es que todo mejora. Dependerá de la habilidad, serenidad y talento de los que habiten en el Ministerio de Economía y en el área de Producción. Y de los que les permitan trabajar.

En su conferencia de prensa, el Ministro Martín Guzmán fue preciso: seguirá el Cepo, prometió un proyecto de ley para reactivar la economía, más otro proyecto relacionado con la solidaridad y reactivación productiva y previó llegar a un superávit fiscal para que se puedan sostener tanto la política monetaria como el tratamiento de la deuda.

Son definiciones que satisfacen a los empresarios, heridos por casi dos años de recesión, caída del consumo y paralización de numerosas actividades que hacen a la actividad diaria. El 10 de marzo, en el Parlamento, en un palco, varios dirigentes empresariales se mantuvieron expectantes ante las promesas de Fernández.

En éstas semanas tienen que definir planes para el 2010 y conformar el reclamo de aumentos de los sindicatos. Las pymes, exhaustas no tienen margen para pensar en satisfacer a sus trabajadores.

El Foro de Convergencia, una de las entidades empresariales felicitó a Alberto Fernández, pidió estabilidad, continuidad de las políticas de crecimiento, existencia de reglas claras y reducción de gasto público y de los impuestos distorsivos. Le faltó agregar que baje el apretón de los bancos con las altas tasas de interés que perturban todo el trabajo.

Entre los economistas de la city hubo quienes estuvieron de acuerdo con la presentación de Guzmán y la calificaron como una demostración de “sentido común”. Otros reaccionaron hoscamente por tratarse de un hombre joven, sin agenda, que vive desde hace demasiado tiempo en el exterior.

Toda esta reacción negativa no tiene mucho sustento porque en materia de política económica no hay genios, ni edades, ni supuestas largas experiencias. La historia nacional de más de medio siglo lo confirma. Mucho depende de aplicar una estrategia inteligente en el momento indicado.

Hasta ahora, desde un poco antes del 10 de diciembre, se han conseguido logros interesantes. Los laboratorios que acorralan a los usuarios con precios exorbitantes prometen bajar los mismos un 9% inmediatamente. Los gastos reservados de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) estimados en 1.540 millones de pesos para el 2020 serán reasignados para el plan contra el hambre.

Sin embargo, en la tarea del nuevo gobierno de contentar a todos los ámbitos del peronismo, se ha agrandado el Estado y por lo tantos sus enormes gastos. Comenzaron creando nuevos ministerios y secretarías. Lo mismo hizo Mauricio Macri en 2015. Al año debió achicar la administración a la mitad porque el costo impactaba en el presupuesto.

No hay que desechar esa elección.

Publicado en Infobae el 13 de diciembre de 2019.

Link https://www.infobae.com/opinion/2019/12/13/mision-para-el-nuevo-gobierno-mejorar-la-gobernabilidad-y-llenar-los-baches-economicos/

 

 

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