El domingo, los argentinos volvimos a la incómoda incertidumbre que nos caracteriza, embarcados en un nuevo período de transición en el que las futuras autoridades comenzaron a negar promesas de campaña. Mientras tanto, el mundo nos observa azorado, incapaz de comprender que una vicepresidenta electa tenga pedidos de captura.
La única certeza fue que el pueblo se expresó en las urnas eligiendo el regreso del pasado, aunque sin otorgarle un margen oneroso. Además, mientras el Poder Ejecutivo quedó en manos del neokirchnerismo, el Legislativo no. Los ojos están puestos en el Judicial, que comienza a dar señales desalentadoras disminuyendo condenas y revocando procesos.
Macri, a pesar de la crisis económica y las críticas a su gobierno, se va con más votos de los que necesitó para llegar a la segunda vuelta. En 2015 fue elegido por el 34% de la población, contra un 37% que prefirió al representante kirchnerista. Durante el balotaje alcanzó el 51%, un porcentaje similar al que en estas elecciones eligió a Fernández.
Una vez conocidos los números la decepción de los que aspiran a “vengarse políticamente” de sus conciudadanos fue notable. El piso de lo conseguido en 2015 no varió, entonces Daniel Scioli perdió con 48,66% de los votos y este domingo Alberto Fernández se impuso con el 48,10%. Algunos esperaban mucho más, guiándose quizás por las falibles encuestas o por las PASO. En este contexto nos vimos sorprendidos por declaraciones desafortunadas de personalidades del arte, renegando de esta paridad.
De inmediato comenzaron a salir “listas negras” donde se nombra a personas que sin militar o militando apoyaron las medidas del macrismo. Algo verdaderamente preocupante que recuerda a las peores épocas de nuestro pasado.
La foto entre el mandatario saliente y el entrante fue un gesto de cariz democrático sumamente valorable a la luz de nuestra historia. A esto se suma el hecho de hallarnos a cuarenta días de que un presidente no peronista termine su mandato, algo que sucedió por última vez con Marcelo T. de Alvear. Sucesos de una republicana esperanzadora.
Ahora bien, dentro de la certeza de esta nueva elección las incógnitas son muchas. Las declaraciones de Fernández contra su vice, durante años, no dejan de hacer ruido. ¿Cómo se llevarán en el poder? Nuestra historia posee infinitos ejemplos de alianzas conformadas para llegar al mando que, con el tiempo, fueron insostenibles; la mismísima Cristina Fernández protagonizó uno de estos episodios con Julio Cleto Cobos. Sarmiento y su vicepresidente, Adolfo Alsina, constituyeron el primer gran paradigma de mala relación presidencial.
Domingo Faustino fue el candidato del Ejército Nacional, propuesto por Lucio V. Mansilla, quien comenzó a escribir, a todos, mensajes similares a éste, del 30 de octubre de 1867: “De acuerdo con don Emilio Mitre -hermano de Bartolomé-, Gelly, Hornos, Vedia e infinitos más, lo invito a trabajar por la candidatura de Sarmiento para la futura presidencia; y para su gobierno y hablándole como la amistad me impone, le diré primero que casi todo el Ejército acompaña a Sarmiento con sus simpatías”.
A pesar de esto el sanjuanino carecía de apoyo en Buenos Aires por ello se unió a Adolfo Alsina, quien manejaba multitudes allí. Una vez en el poder la relación fue pésima.
Sin duda, la existencia de estos antecedentes no deja de preocuparnos.
Publicado en Los Andes el 2 de noviembre de 2019.
Link https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=la-incognita-fernandez-fernandez-por-luciana-sabina