Los efectos del cambio climático son cada vez más perceptibles. 2019 terminará siendo el año más caluroso desde que se tengan registros y será el último de un lustro donde año tras año los récord de temperaturas se superan.
La comunidad científica nos advierte que la temperatura del planeta no puede superar ni aumentar un grado y medio. Si eso sucede las consecuencias en el clima serán irreversibles.
Tampoco se dice que resulta insuficiente que las emisiones de dióxido de carbono dejen de aumentar ya que deben caer un 45 por ciento para 2030, y que las de dióxido de carbono que ya está en la atmósfera -que hoy ascienden a 410 partes por millón-, no debe superar los 450.
La Argentina en este contexto ha asumido compromisos internacionales y ha comenzado acciones en dos frentes: el primero, incorporó energías limpias en su matriz energética a través del plan Renovar y la segunda, quizás la más difícil, comenzó a transitar el camino del ahorro y de la eficiencia energética, que no alcanza sólo con medidas de ahorro y de eficiencia energética a nivel doméstico sino que es necesario implementar políticas públicas en el resto de los sectores de la economía, como la industria el transporte y hasta la construcción de viviendas.
Para adelante sería esperable que la Argentina se aleje de las posiciones negacionistas en torno al cambio climático y mantenga y confirme su posición actual en la materia.