¿Desde cuándo se vota en la Argentina?
Existían algunas elecciones ya en el Virreinato del Río de la Plata, lo que pasa es que eran administrativas, no son las elecciones políticas que nosotros conocemos. Se votó desde el comienzo del nacimiento de nuestro país; el tema es cómo se votaba y cuál era la importancia que tenía ese voto.
Cuando hablamos de elecciones, se nos vienen a la cabeza ciertas imágenes del rito que hoy conocemos. ¿Cómo era antes?
Nosotros tenemos en la cabeza la idea de que hay una jornada electoral en la que cada uno de nosotros va al lugar de votación con su documento, busca su mesa, hace la fila, entra, pone una boleta en el sobre, sale y la mete en la urna (o, ahora, algo similar con máquinas). En el siglo XIX no tenía nada que ver con eso. En primer lugar, las elecciones eran algo colectivo, algo que se hacía en grupo, en conjunto. Se iba de a bandas a votar y esto tiene que ver con que las elecciones no se trataban tanto de la expresión de la preferencia política partidaria de cada uno, sino de enfrentamientos de grupos, de batallas prácticamente.
¿Es tan diferente hoy en este aspecto o las elecciones son enfrentamientos entre grupos de la sociedad?
Bueno, pero hoy a nosotros nos llamaría muchísimo la atención el uso de armas en las elecciones…
Claro, pero detrás de lo que hoy conocemos como la “pelea electoral”, están estas batallas reales en la historia que deben estar imprimiendo algo sobre lo que sucede hoy.
A me gusta hablar de “reglas de juego” porque nos permiten mayor flexibilidad que las leyes electorales. Son esas cosas que están permitidas por todos los que participan y entonces suceden. Si bien en el siglo XIX la violencia era condenada por muchos y se hablaba de la necesidad de que hubiera elecciones pacíficas, la realidad es que era aceptada por todas las partes. Si nosotros hoy vamos a votar y nos encontramos con grupos armados en el lugar de votación, sabemos que se trata de una elección que no se está desarrollando normalmente; vamos a denunciar un fraude. En esa época el fraude era otra cosa. En una elección era habitual que hubiera violencia. ¿Por qué? Porque en realidad la elección era una batalla y el grupo que ganaba se sentaba en la mesa electoral. Los ganadores se constituían en el Presidente de mesa con sus secretarios y empezaban a hacer pasar a la gente para votar. El voto era cantado en esa época, era la expresión oral del voto, y ya se sabía que los presentes iban a votar para el candidato que se había impuesto. Entonces, había competencia electoral pero no se decidía en las urnas, no se decidía por el recuento de los votos, sino que se decidía en el enfrentamiento anterior y, una vez establecida la mesa electoral, ya se sabía quién iba a ganar.
¿Cuándo cambió eso?
Eso empieza a cambiar con la Ley Sáenz Peña. Hay algunos intentos anteriores. Toda nuestra élite a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX está muy preocupada por lo que ellos llaman “la política criolla”; creen que es necesario desterrar esta violencia y, en 1912, hay un gran proyecto de ley, ese que todos estudiamos en el colegio y que conocemos como la Ley Sáenz Peña. ¿Qué hace?: instaurar el sufragio universal obligatorio y secreto.
De los hombres…
Sí, claro, “universal” era parte del eslogan, pero se refería a los hombres en esa época; las mujeres no eran consideradas ciudadanas. Pero detengámonos un segundito a analizar esto que en nuestras cabezas tenemos asociado a la Ley Sáenz Peña bajo el eslogan de “sufragio universal secreto y obligatorio”. En realidad, en la Argentina no había restricciones para votar ya desde el Siglo 19; no era necesario poseer tierras o propiedades; no era requisito tener cierto nivel educativo; no había un ciudadano censitario. Se podía votar simplemente por ser hombre y mayor de edad. Entonces la universalización no es una innovación de la Ley Sáenz Peña. Tampoco lo es del todo el secreto porque en alguna ley anterior del siglo XIX ya se había introducido el secreto al momento de emitir el voto (era un mecanismo un poco raro mediante el cual el votante escribía su propio nombre junto al voto en un sobre cerrado y recién se sabía por quién había votado al momento del recuento, más como control). ¿Cuál fue el razonamiento central de la Ley Sáenz Peña? La obligatoriedad del voto: si el voto es obligatorio, va a tener que ir a votar la élite -que hasta entonces se mantenía al margen de las elecciones- y si eso sucede esa misma élite se va a ocupar de que no haya violencia el día de la elección. Ahí se crea el cuarto oscuro, algo muy importante porque la elección deja de ser un acto colectivo y pasa a ser individual, mucho más como lo conocemos hoy en día, y el acto electoral cobra una importancia que antes no tenía. Antes tal vez era mucho más importante una manifestación en la calle o escribir en los diarios. El voto era una de las tantas formas de ejercer la ciudadanía. Hoy en día es muchísimo más central.
Dos jugadores importantes en las elecciones de hoy en día -y sobre todo en la previa del sufragio- son los encuestadores y los medios. ¿En qué momento aparecen en nuestra historia?
Bueno, lo de los diarios es fácilmente rastreable al siglo XIX. Los diarios no eran periódicos que tuvieran la intención de informar sobre los sucesos sino que los diarios nacieron con la idea de hacer política de cero, eran órganos políticos. Si pensamos en algunos de los diarios que existían, como La Nación cuando la creó Bartolomé Mitre o La Tribuna Nacional, que era el diario de los Roca, u otro diario que empieza a surgir ahí y que fue muy importante durante mucho tiempo en la Argentina, que fue La Prensa de la familia Paz; estos diarios surgen en realidad como parte de un proyecto político. Lo que están haciendo, diríamos hoy, es bajar línea, es explicarle a un público más amplio cómo tiene que pensar sobre las cosas que pasan y cuáles son los candidatos que tiene que apoyar y cuáles son las ideas.
Hay quienes dirían que los diarios hoy hacen exactamente eso: bajar línea.
Es verdad, hay muchas personas que dirían que hoy es lo mismo, pero en todo caso lo que había en esa época era una abierta identificación. Hoy los diarios siguen al menos tratando de convencer de que su principal misión es la de informar. Los diarios se fueron modernizando, fueron incorporando también noticias de otras partes del mundo, de deportes, de espectáculos… se fueron convirtiendo en el diario moderno. En su surgimiento el diario era el eje central de un proyecto político.
Además los diarios antes eran el único medio que existía para comunicar…
Claro, pensemos en un mundo sin radio, obviamente sin televisor, sin nada… Lo que es muy interesante es que el diario tenía una presencia muy fuerte dentro de la vida pública. Algo que se veía mucho a principios del siglo XX en Buenos Aires era el rol de La Prensa. El edificio de La Prensa era donde está ahora el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires sobre Avenida de Mayo, que es un edificio en el que cada vez que había un hecho importante -elecciones y tantos otros- iban los ciudadanos a la puerta a ver qué pasaba, era un lugar de socialización, era un lugar en donde se leían las noticias también. La lectura de diarios era algo colectivo porque comprar un diario en muchos casos era algo caro, entonces la gente iba más a bares a leer. Los diarios estaban en los lugares de socialización, en los lugares en donde además de leer el diario yo empezaba a conversar con el que estaba sentado al lado mío y se terminaban armando conversaciones políticas, sociales, culturales.
¿Y las encuestas cuándo surgieron?
Las encuestas son un fenómeno en el mundo de la segunda mitad del siglo XX y en la Argentina empiezan a tomar mucha fuerza, obviamente, en la última democracia, desde el '83 para acá, y desde el '90 diría que empiezan a tener un papel muy central.
Se bromea sobre las encuestas porque se equivocan. Pero la realidad es que hoy, dentro de un margen de error menor o mayor, hay una idea de por dónde pasa la voluntad de los votantes. ¿Antes no se sabía nada de lo que iba a pasar hasta el momento en que se terminaba de contar los votos?
Ahora somos mucho más ansiosos. Antes las personas estaban acostumbradas en su vida en general a tener que esperar ciertas noticias. Tanto es así que nosotros ahora tenemos cosas como el recuento en la mesa en el momento de la votación. Antes podía tardar un mes en conocerse al resultado. Desde que se terminaba el día de la votación hasta que se contaban todos los votos -y no estoy diciendo en el siglo XIX-, en 1946 fue así. Se tardó un mes en contar todos los votos y de hecho hay elecciones en donde parecía que ganaba uno y después terminó ganando el otro, entonces era algo que las personas iban siguiendo día a día y hay momentos de la Argentina en donde gane un candidato o gane otro es más o menos lo mismo y por otro lado también otra diferencia enorme para entender cómo las personas no estaban tan ansiosas, es que en ese momento existía algo que se llamaba el Colegio Electoral. Uno no votaba un candidato a Presidente votaba un conjunto de directores que después se reunían y empezaban a barajar nombres, y eso te cambia mucho la campaña. Son momentos en donde está mal visto ser candidato.
La oposición introdujo en ocasión de las últimas PASO el concepto de “fraude comunicacional” con referencia al manejo de los tiempos en dar a conocer los resultados finales de la elección…
No es un concepto nuevo. En 1948 ya se está hablando de que existía un “fraude preelectoral”. Decían algunos que como todos los medios apoyaban a un solo candidato, entonces la campaña no era justa para los dos. La idea de fraude está presente siempre, en distintos formatos, y es muy interesante porque también es una idea así como del sentido de las elecciones. El fraude en un principio vendría a ser que los resultados finales sean diferentes a la voluntad expresada por los ciudadanos, pero se le incluye estos sentidos múltiples de que algunas presiones o algunos destiempos también son considerados como fraudulentos.
¿Evolucionamos en materia electoral?
Hay ciertas cosas que sí claramente se pueden ver como virtudes: que las jornadas electorales no sean momentos de violencia es una evolución, que se vote, que se vote regularmente, que todos los poderes ejecutivos sean elegidos mediante el voto popular es algo importantísimo, es decir, que ya no es nuestra democracia no se vea interrumpida por golpes de Estado. En ese sentido hemos madurado muchísimo. Después hay muchas actitudes de las campañas, de las elecciones y de los gobiernos y las oposiciones que surgen de estas elecciones que nos hacen pensar que más que avanzar, tenemos momentos en donde hacemos dos pasitos para adelante, otros tres para atrás y así vamos recorriendo. Pero en términos generales lo que sí tenemos es una democracia cada vez más madura y eso es algo para celebrar.