El manual de estilo de Nuevos Papeles indica que cada entrevistado tiene que ir acompañado de una breve explicación respecto de quién se trata. Graciela Fernández Meijide no necesita explicaciones. Esta dirigente política y de los derechos humanos está de pie frente a nosotros, firme, vital, cálida, en la terraza de su casa, orgullosa de su jardín y satisfecha con su recorrido político, impulsado por la búsqueda de una Argentina en paz, más justa, más equitativa, en donde valga la pena vivir; aunque sabe que aún le/nos queda mucho por hacer.
Todos te quieren Graciela
Algunos no me quieren ni medio [risas]
¿Vos sentís que tu imagen despierta consenso, respeto y una admiración que son muy poco comunes en los políticos?
Sí lo tengo, en algún sector, ya cuando hacía campañas me acostumbré a no hablar en el nombre de la gente.
Te está pasando como a Raúl Alfonsín que todos lo reconocían, admiraban y hablaban bien de él, incluso los que lo habían odiado.
En el caso de Alfonsín, la verdad es que nunca encontré a nadie que lo odiara, podían tenerle más o menos aprecio, pero siempre con mucho respeto. Él decía, creo que está en tu libro Oscar [se dirige a Oscar Muiño, uno de los entrevistadores, autor de la biografía Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia], que la mejor discusión era la que se empataba. Cuando uno hablaba con él, y yo he hablado mucho, siempre te quedabas con la convicción de que lo que hacía lo hacía por vocación de servicio. Jamás podía sospecharse de que Alfonsín se iba a quedar con un peso…
Es que necesitamos mucho de figuras ejemplares, con conductas éticas intachables.
En mi caso, tal vez esto de que tenga consenso se base en una coherencia. Yo no vengo de pertenecer a un partido político desde que era muy joven, cosa que sí les sucede a muchos otros que han pasado muchas veces por experiencias con las que no acordarían pero que, debido a la ética de los principios y a la ética de la responsabilidad, deben hacerlo. Yo ingresé a la política ya grande y venía de una lucha en donde no transigía ni un tranco de pollo. Nosotros estábamos pidiendo el doscientos por ciento sabiendo de que si conseguíamos el cinco por ciento era mucho…
Es decir una práctica que era casi lo contrario a la política que es negociación y acuerdo…
Claro, pero la consigna “aparición con vida” cerraba cualquier negociación. Después aprendí cuando ingresé a la política partidaria. Aunque sin embargo, pensándolo bien aprendí antes, durante mi trabajo en la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), un organismo al que yo llamo, para diferenciar de los otros, “institucional”. Los otros eran los testimoniales, más allá de que después se fueron convirtiendo en instituciones. Esta no es una consideración peyorativa sino descriptiva. Quienes participaban en la Asamblea venían de alguna militancia partidaria o religiosa, o del sindicalismo, o del mundo de la ciencia y lo hacían por principios, por ética y, en el caso de la APDH, venían trabajando desde antes del Golpe, cuando le pedían al gobierno democrático de Isabel Perón de que frenaran la acción de la triple A, es decir a los movimientos paramilitares. Así surgió la Asamblea. Yo me incorporé cuando desapareció Pablo, a los pocos meses. No había muchos familiares. Allí yo aprendí a negociar. Pero no con los militares, sino entre nosotros, porque había ocho organismos y las acciones había que hacerlas en conjunto porque ya éramos débiles de por sí e ir por separado nos debilitaba más. Había tensiones fuertes por cuestiones personales e ideológicas. Por ejemplo, el Partido Comunista tenía fuerte resistencia a las Madres, sobre todo encabezadas por Hebe de Bonafini y se correspondía con las madres de Hebe, por lo cual uno de los trabajos que yo asumí, y no fui la única porque el Movimiento Ecuménico ayudó mucho era mantener unidos a todos, fue acercar posiciones. Luego ingresé a la política porque se me acabó el camino de la justicia con la sanción de la Ley de Obediencia Debida. En la Asamblea yo era quien se encargaba del seguimiento de los juicios acompañando a los querellantes y ayudando a los que no tenían cómo pagar los abogados. Yo sentía que con la llegada de la democracia los organismos no iban a dar un paso más allá y no tenían por qué darlo y que la lucha seguía por otro camino…
¿Los organismos eran insuficientes?
No es que fueran insuficientes, lo que sucede es que cuando un organismo se conforma, llámese Amnesty Internacional o el que fuere, que toma distancia de la participación política y vigilan desde afuera los derechos liberales, que son la vida, la libertad y la integridad física, después no pueden pasar a la defensa de los derechos sociales que están en manos, por ejemplo, de los sindicatos. Y cuando aparecen aquellos como “Las madres del dolor”, u otros, son circunstanciales y puntuales por hechos de ese momento. Es más, los organismos de familiares de desaparecidos estaban condenados por cuestiones biológicas a desaparecer. Cuando vos tenés un enemigo cerrado como una Dictadura, las diferencias ideológicas, en tanto no sean brutales, se borran. Ningún familiar se acercaba por la ideología. En otros casos ha habido fuertes posiciones ideológicas incluso en los sindicatos y el paroxismo de esta situación fue el gobierno de los Kirchner, estuvieran o no convencidos, sobre todo Cristina, anteponían la ideología a todo.
Acaban de citarte para declarar en la causa de Milani.
Primero les cuento los hechos concretos y luego les digo lo que creo. Cuando la CONADEP (Comisión Nacional sobre la de Desaparición de Personas) se formó lo hizo por un decreto que determinaba estrictamente que sólo se podían tomar en cuenta las denuncias de aquellos hechos ocurridos entre el 24 de marzo de 1976 y el acceso a la democracia, por lo tanto los crímenes del 75 no se tomaban aún cuando teníamos plena conciencia de que habían ocurrido. Esta es una primera cuestión. Segunda cuestión: como nos dimos cuenta de que la tarea era enorme, el tiempo era muy corto y la extensión del país enorme, nos vimos obligados a crear una especie de filiales. Se crearon tres, una en Córdoba, otra en Mar del Plata y otra en Bahía Blanca que eran lugares donde había habido muchos casos de represión. En el resto del país visitábamos provincia por provincia y en el caso de La Rioja nos tocó ir a “Chiche” Santiago López, diputado radical, y a mí. Nos recibió el entonces gobernador Carlos Menem quien nos facilitó el trabajo. La verdad es que había pocas denuncias en La Rioja porque había pocos casos de desaparecidos. Hasta donde yo recuerdo sí estaba el caso Ledo, no estaba el caso Olivera porque los sobrevivientes no se presentaron. Después La Rioja hizo su propio informe y tengo entendido, pero tampoco estoy segura, de que en el caso Olivera se dijo el nombre pero no se conocía el apellido. Tengo la impresión de que esto reverdeció en el 2013 cuando lo nombran a Milani jefe del ejército, y entonces comenzaron a verlo en fotos y, al reconocerlo, pusieron el nombre y el apellido, con lo cual se reanudó la demanda. Hasta aquí los hechos.
¿Y por qué creés que te convoca la defensa de Milani?
Creo que el abogado defensor de Milani nos cita a Arslanian, a Gil Lavedra y a mí, para contraponer a figuras muy pesadas que se abrazaron a Milani, muy desprestigiadas como lamentablemente es el caso de Hebe, nombres que tienen una trayectoria indiscutida en este tema.
Es difícil pensar cómo el relato kirchnerista que tenía como emblema a la imagen del Che Guevara, designara como jefe del ejército a Milani. No se pude imaginar algo más disímil.
Es que el Che Guevara no les garantizaba poder espiar al adversario político, el Che Guevara nunca hubiera dicho que el ejército es peronista, además los populismos no se construyen en base a la razón y la coherencia, al contrario. Los populismos si sobre algo se apoyan es sobre los sentimientos. Y no quiero ser reiterativa porque está muy comentado, pero ahí lo tenés a Trump, el Brexit, Le Pen, Merkel asediada por candidatos nazis, vivimos un momento de cambios sociales brutales a nivel mundial que están produciendo una reacción que va mucho más allá de los derechos humanos y que se remite a “yo y mis derechos”. Es más fácil ocuparse del derecho de los demás cuando se tienen satisfecho los propios. Y es muy doloroso perder derechos y en ese dolor muchos pueden comprar la idea, por ejemplo, de que un migrante les quita el trabajo cuando todos sabemos que los suizos en su momento y los americanos ahora no están dispuestos a hacer el trabajo que hacen los migrantes. No ven que están condenados por otros motivos como la tecnología.
Venías de la no política, igual que el Presidente Macri.
Macri hoy es un político, no hay duda. Nadie llega a la presidencia sin ser político. Cuando dicen que no es político, es porque en verdad él no sigue los cánones clásicos de los que hicimos política en otro momento. Uno puede coincidir o no, ahora ¿Garantiza la política que hace Macri que todo va a ir bien? No tengo idea. Deseo que sí. Y estoy dispuesta a ayudar porque quiero que alguna vez nos vaya bien y que un gobierno no peronista termine su mandato decentemente, pero no porque yo sea antiperonista, admiro muchas cosas del peronismo, sino que es un dato malsano que no nos hace bien. Ninguna identidad política puede por sí sola representarnos a todos. No es democrático. Me parece que esto tiene un pecado de nacimiento que fue la revolución del 55, el bombardeo a plaza de Mayo y la decisión después de mantener proscripto al peronismo durante 18 años lo único que hizo fue hacer crecer el mito. Si Perón hubiera gobernado hubiera tenido el desgaste de cualquier gobernante.
El peronismo nunca perdió tres elecciones seguidas, ahora podría darse.
Es que es necesario recomponer una sociedad política que es muy vieja. Cuando a mí me han ofrecido ocupar cargos he respondido: el primer “no” es porque soy vieja [risas], además creo que tienen que existir los seniors que saben cómo funcionan las cosas y las consecuencias que las decisiones que se toman traen, pero también tienen que estar los juniors que tienen conocimientos y experiencias surgidas de las universidades, que tienen muy estimulada la inteligencia y que tienen que saber cómo aplicarla a la política. Hay que combinar ambas cosas. Aunque, claro, hay mucha gente que es bastante más joven que yo y que tiene la cabeza vieja.
Vos venís haciendo una gran contribución con, por ejemplo, tu trabajo en el armado del Club Político Argentino que es muy importante para debatir qué país queremos los argentinos; aunque el kirchnerismo sostenga que es la Carta Abierta de Macri.
Cuando ustedes miran el antecedente del Club Político al cual yo pertenecía, el Club Socialista, era en realidad muy elitista, ya el nombre te acotaba: o eras socialista, o comulgabas con las ideas socialistas o ibas a escuchar a los socialistas. Aquí no, aquí convergen múltiples pensamientos políticos, Tito Palermo lo recordaba muy bien hace poco, ha habido un gran aporte de aquellos que, perteneciendo al Club Socialista, dieron por finalizada esa etapa y contribuyeron a abrir esta, para construir con pensamientos dispares, en tanto y en cuanto se discuta con argumentos, sin descalificaciones personales, sin ofensas y sin agravios. Por supuesto la condición es que seas democrático y decente.
Por lo de vieja, te recuerdo que Konrad Adenauer, Winston Churchill y Deng Xiaoping, hicieron una contribución extraordinaria a procesos de reconstrucción en edades muy avanzadas.
A ellos no les importaba ninguna otra cosa más que la función pública. Y son sociedades muy distintas a la nuestra. Miren, hay una anécdota que sucedió luego del final del gobierno de la Alianza: un amigo mío recibe a otro que viene del extranjero y le comenta al visitante, que era votante de la Alianza y estaba enfurecido, que él tenía la versión de que De la Rúa había perdido mucho dinero con el corralito porque, teniendo la información, no había sacado la plata del banco, y este amigo le responde, “hasta en eso era boludo”. Claro, a él no le hubiera pasado.
Es que la corrupción alcanza niveles tan altos en la Argentina porque está muy naturalizada por la sociedad.
Claro, no es sólo un problema de los dirigentes, es un tema de todos.
¿Cómo lo ves al Presidente Macri y cómo ves a su gobierno?
¿Cómo lo veo o cómo espero verlo?
Las dos cosas.
Espero verlo preocupado, porque si bien es verdad, como definió creo que Marcos Novara o Eduardo Fidanza, que la Argentina en este momento parece una isla, en el sentido de que no se ve nada que amenace fuertemente la situación que hemos logrado, cuando en otros países hay crisis muy fuertes, Brasil, Venezuela, etcétera; no debería subestimar para nada el impacto de tantas equivocaciones, y esto lo está diciendo mucha gente que quiere que al gobierno le vaya bien, que son amigos. Un ejemplo: ¿Cómo imagino yo el error cometido por el feriado del 24 de marzo? Un tema sensible. Pues bien, hay muchos feriados en el país, a quién le encargamos el tema, al gerente Tal, el gerente Tal que será ministro, secretario o no sé qué, agarra un lápiz tacha los feriados, los acomoda y hace una propuesta con equis feriados menos, cumple el cometido y listo. ¿Consecuencias políticas?, ni se preocupa en pensar en eso porque los gerentes no están acostumbrados a pensar en las consecuencias políticas de las decisiones. Si esto es así, así no va. Porque la función de un gobierno es la de conciliar lo más que pueda los intereses muchas veces encontrados. Y el colmo de lo de Macri versus Macri, ya parece de fantasía. El Presidente Todavía tiene a su favor que la gente recuerda al kirchnerismo que irritaba, agredía y hartaba a la sociedad todo el tiempo y eso no se quiere más. El otro punto a favor, y habría que aprovecharlo de la mejor manera, es que el peronismo no se rearmó, ni parece que lo vaya a hacer rápidamente.
Además no olvidemos que es un gobierno en minoría.
Así es, por eso creo que no alcanza con mantener a los gobernadores a raya en permanente negociación por cada una de las leyes que se necesitan, hace falta un poco más de política para buscar acuerdos más permanentes en los temas importantes y no discutir uno por uno. Aunque este año difícilmente suceda porque es un año electoral. También debe explicitarse mejor el proyecto de país. Las negociaciones con los grupos sociales, por poner un caso, cuyos reclamos muchos son legítimos, ¿están enmarcadas en un esquema general o es caso por caso?
El Gobierno ha logrado esa isla que vos señalás, un clima de país normal, pero parecería que tiene un desprecio por lo simbólico.
No sé si deprecio por lo simbólico, creo que no tiene en consideración lo simbólico. Y lo simbólico es muy importante en política. Al principio hablábamos del reconocimiento generalizado a la figura de Raúl Alfonsín, pues bien, si lo miramos en un contexto amplio, su papel quedó como símbolo de la convicción del republicanismo y sobre todo, de la voluntad de enjuiciar al terrorismo de Estado. La CONADEP y el Juicio a las juntas quedaron como símbolo, a mi parecer, de su presidencia.
¿Sos optimista?
Yo no estaría aquí sentada con ustedes si no fuera optimista. Yo no hubiera hecho todo lo que hice si no fuera empecinadamente optimista.