Se trata de un diplomático de carrera que fue embajador de Venezuela en la Argentina. Tendrá que hacer frente a una oleada de persecución del chavismo y prepararse para una cruenta transición a la democracia.
La oposición de Venezuela escogió por consenso a Edmundo González Urrutia, un diplomático de carrera y exembajador en la Argentina para enfrentar a Nicolás Maduro en unas elecciones que pongan fin a 25 años de dictadura chavista. Se trata de la tercera postulación que intentan inscribir, luego de que María Corina Machado quedó proscripta, al igual que su sucesora, Corina Yoris.
González Urrutia, de 74 años, es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, la casa de estudios más importante del país, y tiene una maestría en esa misma especialidad de la Universidad Americana, de Washington, Estados Unidos. Entre 1991 y 1993 fue embajador en Argelia, y entre 1999 y 2002 hizo lo propio en la Argentina. No tiene experiencia en cargos de elección popular, pero siempre se mantuvo ligado como asesor en temas de política exterior con las distintas coaliciones de partidos políticos antichavistas.
“Por decisión unánime las fuerzas democráticas representadas en la Plataforma Unitaria escogieron a González como candidato de los venezolanos”, se manifestó en X Vente Venezuela, la plataforma que lidera Machado.
Yoris, una docente y doctora en Filosofía e Historia que inicialmente tomaría el lugar de Machado, también celebró la decisión: “Tenemos candidato, con el apoyo de Machado y por supuesto, con el mío también. Unidad ante todo”.
Persecución al límite y trabas electorales
En los últimos meses, en cuenta regresiva hacia las elecciones del 28 de julio, Maduro intensificó su persecución contra dirigentes opositores y cualquier tipo de disidencia.
Machado fue inhabilitada para postularse y ejercer cargos públicos por los próximos 15 años, sin ningún juicio previo ni sentencia firme. Yoris, de 80 años de edad y una vida entera ligada a la academia, quedó bloqueada del sistema de postulaciones electorales. El chavismo instaló que tenía ciudadanía uruguaya, cuestión que fue desmentida por el propio gobierno del Uruguay. Ni así le permitieron presentarse.
Cinco colaboradores de Machado permanecen asilados en la embajada de la Argentina en Caracas, a la espera de recibir salvoconductos para que puedan viajar a Buenos Aires.
En paralelo otros militantes de Vente Venezuela fueron detenidos por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia, al igual que varios periodistas y activistas de derechos humanos, acusados en distintas tandas de planificar atentados contra Maduro, sin que nunca se muestren pruebas. También hubo personas que terminaron en prisión por hacer posteos en redes sociales, y se cerraron estaciones de radio en el interior del país.
Con unos 8 millones de venezolanos fuera de su país, aproximadamente 25% de la población, el Poder Electoral, manejado directamente por el chavismo, puso toda clase de trabas para impedir que pudieran inscribirse en el padrón de votantes en el exterior. En el caso de la Argentina, donde viven 150.000 con edad para sufragar, solo pudieron anotarse unas 500 personas en poco más de diez días. Este cronista, para hacerlo, tuvo que ir en dos oportunidades. Funcionarios de la embajada tomaron la decisión política de no atender a más de 40 personas por día: alegaban que no había sistema, que les habían cortado el internet, que no tenían computadoras, o simplemente optaban por hacer un corte en la fila y enviar al resto a sus casas.
De tercera opción a titular
Edmundo González Urrutia fue uno de los nombres que el chavismo dejó inscribir a la oposición a la última noche en que se aceptaban las postulaciones. Machado, Yoris y otros dirigentes fueron rechazados, en un intento de que Maduro escogiera a su contendiente. Inicialmente este diplomático tenía previsto ceder su lugar a Machado o a quien ella pudiera designar. Finalmente, al haber estado ya dentro de la partida, no corrieron riesgos y pusieron sus fichas en él.
Los desafíos que le aguardan a González Urrutia son múltiples. Enfrentar a una dictadura es riesgoso desde todo punto de vista, tanto en campaña como en el propio día de la elección. Si gana, no hay garantías de que Maduro entregue el poder, y si logra llegar a asumir el Gobierno, le aguarda una cruenta transición.
El chavismo pasó de tener un Estado omnipresente en la producción, distribución y venta de bienes y servicios a retirarse de toda clase de obligación y asistencia, incluida la salud y la educación pública, ambas técnicamente paralizadas y en ruinas.
Entre 2018 y 2022 Venezuela estuvo en hiperinflación y la moneda local, el bolívar, desapareció para ser fácticamente sustituida por el dólar, que no logró tampoco solventar la crisis económica.
A eso se suman altos índices de pobreza e inseguridad, además del segundo éxodo más grande del mundo después de Siria.
La Corte Penal Internacional mantiene abierta una investigación por crímenes de lesa humanidad, también denunciados y documentados por la Alta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en lo que se conoce como Informe Bachelet.