lunes 30 de diciembre de 2024
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¿Pasó ya lo peor de la recesión?

Son varios los escenarios posibles para visualizar 2019. Todos los indicadores están mostrando un clima de retracción que no puede revertirse de la noche a la mañana. A tal punto que los dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) han hecho saber que esperan todo un año recesivo, sin satisfacciones, sin esperanzas de que las crisis terminen.

El Índice de Confianza (acerca de las acciones del gobierno) que periódicamente publica la Universidad Di Tella muestra una baja muy ilustrativa. La percepción sobre la economía personal es desalentadora —indica un sondeo de Management & Fit— y los números lo dicen todo, a voz en cuello: un 17,4% de los encuestados opinó que estará mejor, pero el 48% considera que sus condiciones de vida empeorarán y un 28% piensa que no habrá diferencias con respecto al año pasado.

Una alternativa de futuro es que desde mayo, semanas más, semanas menos, cuando estén todos los candidatos en la arena de la pelea política, se acelere la inestabilidad financiera, el empleo siga cayendo y el consumo se retraiga aún más. Otra posibilidad es que bastante antes de octubre (mes de elecciones) se renegocie con el Fondo Monetario, hecho que algunos especialistas ven como inexorable. Guste o no guste.

Otra ayuda será difícil de conseguir. Si así fuera, el ajuste se prolongará al 2020, siempre y cuando la sociedad lo soporte sin protestas masivas e inmanejables. Para evitar males mayores, el presupuesto de este año contempla proseguir con la ayuda social, calmando con dinero las vicisitudes de parte de la población. Una estrategia no muy diferente a la de la administración de Cristina Fernández.

 

Más allá de todo, sería conveniente que el próximo presidente o presidenta llegue a jurar pero con el “trabajo sucio” ya hecho por otros: comenzar de nuevo con las variables cambiadas para mejor.

El Gobierno de Mauricio Macri sabe de todas estas alternativas, no las desconoce. Lo que ocurre es que sus funcionarios ven las cosas de manera distinta que el resto de los ciudadanos. Y aplican otra metodología de interpretación. No utilizan la comparación mes de un año con igual mes del año anterior, que es lo más didáctico. Apelan, en tono publicitario, a datos desestacionalizados que para el Gobierno muestran una hipotética mejora en los primeros meses del 2019. Por eso varios de sus ministros e intérpretes indican que “ya se tocó fondo” y se resisten a las comparaciones interanuales que son muy negativas y opositoras del optimismo que sale, por ejemplo, de las oficinas del ministro Nicolás Dujovne.

Dicen: “Lo peor ya pasó, porque el piso se dio en noviembre-diciembre”. Hay información que contradice la definición de que “lo peor ya pasó”. Y aparece al sondear qué pasará con el Producto Bruto Interno (PBI) en 2019. Si se siguen los datos del Banco Central y de algunas consultoras, el PBI descendería 1,3% en comparación con el año pasado. Este solo dato contradice la idea que “lo peor ya pasó”.

Otro tema discutible es cuándo oficialmente se afirma que el sector externo ha mejorado. En los números hay una relativa verdad. Porque si exportamos más de lo que importamos, queda al desnudo la triste paralización de la economía, que necesita de insumos y productos del exterior.

Para ir hacia una normalidad, las exportaciones tienen que tener valor agregado y ser sostenidas, de la misma manera que las importaciones deben obedecer a situaciones reales de necesidad productiva. Equilibrio es lo que se necesita y que el país ponga el motor en marcha para vender a un mundo que cada día muestra que el comercio entre los continentes está disminuyendo.

En el primer bimestre el saldo en la balanza comercial fue favorable a la Argentina en 460 millones de dólares. Y según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), las colocaciones externas crecieron en febrero hasta un 3,7% interanual (4464 millones de dólares). Por su parte, en los dos primeros meses de 2019 las compras al mundo bajaron un 25% (4004 millones de dólares).

Según el economista Diego Coatz de la Unión Industrial y de su colega Mariano de Miguel, si se compara lo producido en diciembre de 2018 contra lo logrado en diciembre de 2017, la caída de toda la economía es del siete por ciento. Cuando en la caída interanual se comprueba que la caída del último mes del año es superior a la merma en promedio del año (se dijo que era del 2,6 por ciento), queda un inevitable arrastre estadístico negativo que se proyecta al año que lo sucede, el que ahora estamos viviendo.

¿Pasó ya lo peor de la recesión en la Argentina? Es un tema discutible y amargo. La destrucción del empleo (131 mil puestos de trabajo en los últimos nueve meses) no se ha frenado y la marcha inflacionaria tiene atisbos de no cambiar. Se promete que la tasa anual sería del 33%, pero si hay temblores cambiarios como los de 2018, la inflación será más alta. Por eso los expertos hablan de un alza del costo de vida del 40% o más, según los acontecimientos que se sucedan.

Más allá de la promesa presidencial, la realidad le ha dado la espalda en la cuestión de la pobreza. Creció significativamente en 2018 al ritmo de la recesión y ahora ha llegado a un poco más del 31% de la población. Tres argentinos cada diez están enredados en la carencia. Son casi 13 millones de argentinos a los que no les alcanza el escaso dinero que reciben para comprar alimentos y otros productos de la canasta básica. Familias atomizadas donde hay desnutrición que afecta a todo el sistema de salud individual y colectivo de la población presente y de la del futuro.

Un panorama parecido al del 2010 y menor, está claro, al del 2002 (más del 50% de pobreza), cuando el país entró en default. Desde 2017 hasta los inicios del 2019 se agregaron casi dos millones de nuevos pobres. Para el responsable de este sondeo que realiza el Observatorio de la Deuda Social, dependiente de la Universidad Católica, Agustín Salvia, las cifras plantean un agravamiento de la pobreza estructural que agranda la desigualdad en la vida argentina. Salvia reconoce que hubo mejoras en los rubros de vivienda, hábitat y de infraestructura, con mayores inversiones públicas, pero todavía el 10,3% de los hogares carece de agua corrientes y el 29,1% no cuenta con cloacas. Siguiendo a Salvia, el Conurbano bonaerense es el más castigado por todos estos males.

El mundo no está ayudando a revertir las dificultades argentinas. Todo lo que ocurre en el resto del mundo se traduce en problemas para el país. Inciden de manera especial los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. De la misma manera pegan los vaivenes del PBI de las más importantes economías del planeta.

Si crecen, aumenta el comercio internacional, dejando un espacio para las exportaciones argentinas. Más allá de todo hay potencias internacionales con problemas y no hay relación entre el PBI internacional con el comercio mundial. Siguiendo a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el primer trimestre del 2019 se prevén frenos por una u otra cuestión. Están pesando mucho las tensiones entre Estados Unidos y Europa contra China, recientemente aliada con Italia, país que dejó a un lado el compromiso comunitario. China tiene sus problemas: sus exportaciones disminuyeron un 21% a lo largo del 2018. Brasil, nuestro principal cliente, solo ha crecido un 1,2% entre 2018 y 2017. En fin: malas noticias.

Lo único concreto son las estadísticas en el mundo de la economía. Las promesas y las ensoñaciones corren por cuenta de los políticos. El Gobierno saldrá a publicitar su búsqueda de reelección mostrando que ha luchado por la defensa de las instituciones y ha concretado obra pública. Lo ha demostrado el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su presentación ante el Congreso. Antes, los parlamentarios le habían girado más de ochocientas preguntas para conseguir una respuesta. ¿Bastará para que el oficialismo consiga el gran respaldo que necesita en el cuarto donde se vota?

Publicado en Infobae el 30 de marzo de 2019.

Link https://www.infobae.com/opinion/2019/03/30/paso-ya-lo-peor-de-la-recesion/

 

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