miércoles 4 de diciembre de 2024
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El enojo no sirve en la comunicación política

Estamos ya a finales de marzo y los nervios no son controlados por los participantes de la contienda electoral de octubre. Mientras tanto, prosigue el mismo derrotero económico plagado de problemas sin resolver.

Que el presidente Mauricio Macri haya hablado mal de Roberto Lavagna en un programa de televisión y luego hiciera lo mismo Marcos Peña, jefe de Gabinete, han hecho lo que no debe hacerse en comunicación política: le han dado lugar al otro, lo han mencionado, le dieron entidad, lo calificaron y lo maltrataron. Actuaron como si el otro tuviera ya asegurada una marca, un propósito, que todavía está en el aire.

Mostraron su enojo -otro error- frente a un economista que ha transitado el Estado pero que aún no se ha autocalificado de candidato. Al menos no ha dicho “quiero” en voz alta, aunque todo indica que desea o sueña con participar de la carrera. En Córdoba, frente a los empresarios invitados por la Fundación Mediterránea, deslizó casi como un hecho que quiere llegar a Balcarce 50, siempre y cuando se den determinadas circunstancias.

Todo esto le dio espacio al nuevo supuesto candidato que está procurando día tras día subirse al ring aunque sin riesgos. ¿No es acaso una ambición demasiado pretenciosa?

El enojo oficial demostró que el Gobierno no quería otra oposición que no fuera la kirchnerista. Cualquier otro contrincante sobraba. La idea se asegura desde hace meses, lleva la marca del especialista Jaime Durán Barba y cuenta con la aprobación de todo el círculo íntimo de Macri. Según los asesores de la Casa Rosada, tener a Cristina Kirchner en la vereda de enfrente daría chances casi seguras al oficialismo, pese a las grandes dificultades que tiene la sociedad en la vida cotidiana.

El Jefe de Gabinete relativizó el apoyo con el que cuenta CFK, cuando las encuestas muestran que un 30 por ciento del electorado la respalda, ahora, en estos días, pese a estar procesada en varias causas, busque o no ser presidente otra vez. Es el mismo caudal con el que contaría Macri. En ese encuadre, para el oficialismo bastaba con mostrar el pasado reciente y castigar con un constante batallar a quienes se opusieran a esa bipolaridad. Es un pensamiento débil pero para otros muy consistente.

Lavagna usó la oportunidad siendo coherente con su olfato. Le contestó al Presidente de la Nación que dejara el marketing a un lado y se pusiera a trabajar. Y en un tono paternal le dijo que cuando uno tiene responsabilidades de estado no se puede “lloriquear”. Lavagna está usando los errores oficiales para encaramarse como solución, el tercero en discordia, el que se aprovecha de las debilidades de los otros dos. Mostró como en una fotografía un Macri más nervioso o desmadrado. Un Macri que no se conocía.

Para alimentar aún más al volcán, Lavagna declaró que, en caso de ser candidato, el ideal de vicepresidente vendría de las filas del radicalismo. Que tenga entre 40 y 50 años, hombre o mujer. Eso sí: con capacidad de gestión. Dibujaba un perfil: el de Martín Lousteau. Así, Lavagna mataba dos pájaros de un tiro. Por un lado presentaba, por su edad avanzada, un eventual sucesor con cara de adolescente. Y por otro irrumpía dentro de Cambiemos y dividía sus filas. Con ello tapaba las malas repercusiones que emergieron tras su encuentro con Marcelo Tinelli, que no oculta sus deseos de entrar en el mundo de la política.

Traicionan los ideales del oficialismo las distintas caras de la realidad. La proyección inflacionaria anual ronda el 35 por ciento. Si a eso llegamos a fines de 2019, la inflación total del período macrista sería del 250 por ciento. Descartando la dura herencia recibida, los números duelen. Entre 2016 y 2018 los alimentos se incrementaron casi un 150 por ciento. El valor de la electricidad en la ciudad de Buenos Aires trepó al 900 por ciento y el gas 480 por ciento. Estos gastos son los cimientos de lo que insume mantener a las familias mes tras mes.

Se calcula que la inflación de marzo rozará el 4 por ciento. Si así fuera se cae la estantería de las estimaciones. Porque si prosigue esa marcha en diciembre llegaríamos a una cifra igual o superior de la de 2018.

Eso no es todo: 53 pesos por dólar, se promete, sería la altura máxima de la banda cambiaria en mayo, cuando los candidatos comiencen a comerse las uñas para consagrarse en octubre. Mayo, quiérase o no, es un mes clave, donde los interesados intentarían moverse de pesos a dólares. En este panorama coinciden varios especialistas.

Precisamente por eso los que saben dicen que los 60 millones de dólares diarios que el Fondo Monetario Internacional ha permitido usar pueden no resultar suficiente muralla de contención para frenar las apetencias de moneda extranjera. Es decir: tal vez sea desbordado por la demanda.

Veremos qué ocurre con las paritarias. Los gremios quieren negociar varias durante el año. En la etapa inaugural, en estos días, pretenden un 40% de aumento. Seguramente el Gobierno se esforzará en contentar a los gremios, más allá de los empresarios, que son los que pagan y que están empantanados por la crisis económica. Pero el salario real fluctuará según lo que ocurra en el mercado cambiario y en la incertidumbre acerca del gobierno que vendrá. La inflación tuvo una aceleración importante en el mes reciente de febrero y la tasa de interés se ubicó en un 70 por ciento.

La aceleración de la inflación, según Prensa Ecolatina, obedece a una demanda que permanece deprimida, contratos que continúan cerrados a la espera de mayor calma, más el ajuste de tarifas de servicios públicos y el alza del precio mayorista de la carne que se trasladó a su precio minorista junto con los bienes sustitutos , el caso del pollo y del cerdo.

Las cosas no están para jugar al Carnaval. Volkswagen, que tiene planta en Pacheco, suspendió a 300 trabajadores. Honda sólo quiere volcarse a motocicletas y no a las cuatro ruedas. Fate ha planteado una situación de extrema debilidad y lo mismo hicieron otras firmas que pesan en el mercado. El mundo del trabajo es frágil como el cristal: se calcula que el total de desocupados llega a los 2 millones de personas. La tasa de desocupación ronda el 10 por ciento, cifra proyectada por los economistas.

Los distintos funcionarios que rodean al presidente Macri responden de muy distinta manera a la inquietud de los públicos que los escuchan. Dante Sica, ministro de Producción y Trabajo, consideró, casi con molestia personal, que los procesos de ajuste económico -es en el que estamos- son dolorosos y llevan más tiempo de lo que uno puede estimar. Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda, en cambio, procura mostrar un país idílico. En una declaración radial aseguró que se está creciendo y se genera empleo. Las estadísticas lo contradicen, pero el funcionario insiste.

Un signo de interrogación encierran los meses que vienen. Eso no es bueno para nadie. Ni para los políticos ni para los ciudadanos. Si Cristina Kirchner no acepta “ir por todo” quedan en la contienda Macri y Lavagna, siempre y cuando este último supere las barreras internas que le fijan los gobernadores antikirchneristas. Los asesores de Macri tendrán trabajo para reflexionar sobre nuevas maneras de pelear por los votos.

Publicado en Infobae el 29 de marzo de 2019.

Link https://www.infobae.com/opinion/2019/03/29/el-enojo-no-sirve-en-la-comunicacion-politica/

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