sábado 21 de diciembre de 2024
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Elecciones 2019: las demoradas reformas estructurales

Hay este año en la Argentina una importante, quizá decisiva, elección presidencial. El actual presidente Mauricio Macri tratará de ser reelegido. Otros dos virtuales candidatos tratarán de impedírselo. Macri está pasando por un momento difícil de su gestión.

La mayor gravedad se registra en la economía, los incrementos de la desocupación, el alza de la inflación, y, lo que quizás sea lo más importante de todo: la falta de inversiones, que debe ser suplantada por el crédito internacional.

La oposición kirchnerista ataca violentamente al gobierno, silenciando el hecho de haber administrado al país desde mediados de 2003 hasta fines de 2015. Es cierto que el Presidente cometió errores en política económica, pero también que, al mismo tiempo, a pesar de la provocación constante, promovió una absoluta libertad de expresión, efectiva para amigos y extraños. Asimismo la persistente lucha contra la corrupclón en el gobierno anterior brilló con luz propia, dejando sus huellas marcadas en el paso del tiempo.

Los opositores no han conseguido aprovechar plenamente los habituales ejercicios de lamentaciones y victimización frente a la dura situación económica.

Es curiosa una frase que se ha difundido espontáneamente en las últimas semanas, y que si bien no sirve para elevar la moral de nadie e inquietará a más de un publicista opositor: ”No me gusta ninguno, pero voy a votar a Macri”.

Otro punto debatido copiosamente es el de la política de comunicación del oficialismo macrista, ejecutada bajo la dirección del politólogo ecuatoriano Jaime Durán Barba. Si de resultados se trata, no hay mucho para agregar: la primera y única derrota de Macri fue frente a Aníbal Ibarra, en 2005; después, ganó en todas las elecciones en que participó. Para algunos, fue un triunfo repetido de ia política de timbreo y redes sociales de Durán Barba; para otros, la coincidencia en la debilidad de los rivales. Es un hecho: hay que comunicar más y mejor.

La crítica puede justificarse parcialmente, como otros aspectos de la gestión del PRO y aliados, pero no quita valor a lo realizado.

Aunque no han sido proclamados oficialmente, no hay por el momento otros candidatos que puedan desplegar pergaminos parecidos que dos. Nos referimos, obviamente, a Cristina Kirchner y Roberto Lavagna.

Si de la ex presidenta se trata, hay que reconocer que después de los golpes sufridos, entre los que figuran varias prisiones preventivas que no cumple gracias a su inmunidad parlamentaria, es capaz de conservar un apoyo popular del 25 % del total de votos. Ello constituye una auténtica hazaña. Lástima que inmediatamente se desploma en todas las encuestas sobre su imagen: sin excepción, la mala imagen es superior a la buena. Esto suele resultar fatal en un ballotage. Se sabe que lo que esperan los caudillos peronistas es un oportuno retiro de la señora de Kirchner, rubricado por un sencillo consejo u orden: “La unidad, muchachos, la unidad”.

Estamos llegando a Lavagna. ¿Quién es Lavagna? Es un destacado economista. Ha tenido también una larga militancia política, cercana al peronismo. En su especialidad ha tenido gestiones aceptables y otras discutidas. Como todos. Por edad, está más cerca de los 80 que de los 70. Pero la edad no es ya obstáculo en el siglo XXI.

Es otra cosa. ¿Por qué, en la Argentina, no hemos tenido ni un solo economista como presidente de la República? Las razones son variadas, pero pesa la mirada desdeñosa hacia la que se consideró erróneamente una profesión de servicio.

¿Cristina Kirchner o Lavagna, entonces? Se entiende que enfrente estará el presidente Macri, en busca de su reelección, con sus fieles votantes de clase media y pequeña clase media que tan bien encarnan a nuestro país. Otro capital invalorable lo constituyen las que podríamos llamar “Las mujeres de Cambiemos” cuya cantidad y calidad sobrepasa a la de cualquier otra lista. Es verdad, y perdónese la comparación: ¿qué virtuosa línea delantera podría superar a la formada por Lilita Carrió, Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y Carolina Stanley?

En octubre tendrán lugar las elecciones presidenciales. Tal vez Macri consiga su reelección; tal vez no. Lo importante es otra cosa: poner en marcha las reformas estructurales que el país necesita. No podemos seguir dando vueltas en círculo, volviendo siempre al mismo lugar. Hay que ganarle la partida a la decadencia y a la pereza intelectual.

Publicado en Clarín el 28 de marzo de 2019.

Link https://www.clarin.com/opinion/elecciones-2019-demoradas-reformas-estructurales_0_3o8sLH3b1.html

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