En la marcha en recordatorio de las víctimas de la última dictadura militar, copada por el kirchnerismo -en especial La Cámpora, que antes desfiló por Nuñez, Belgrano y el centro de la ciudad, bien organizada y estruendosamente- y odios individuales, lo que primó no fue el recuerdo sino la actualidad y el rechazo al Jefe de Estado.
De esa concentración se esperaba lo que se escuchó. Pero lo que no se aguardaba con certeza fue la paralización del Parlamento y el crecimiento de todos las cuestiones básicas de la marcha de la economías. La oposición aprovecha cierto desconcierto de las autoridades para hacer política sin respetar las reglas del juego.
Los vínculos políticos, que antes estaban aceitados con parte de las oposición, están crispados ahora en el Congreso. No es esperable que alguna nueva propuesta legislativa del gobierno sea tratada ni siquiera debatida como debería suceder si se quiere vivir democráticamente.
Un ejemplo evidente: la ley que penaliza a los barrabravas está estancada. ¿A quién le conviene? Para la opinión pública eso no demuestra los tironeos con la Casa Rosada sino las movidas de varios parlamentarios por cuidar a los barrabravas. Una especie de institución delincuencial que sirve a los clubes de fútbol, que es protegida por directivos de las entidades, que participan de las mafias del juego y la droga y, entre tantas actividades, están al servicio de los políticos que necesitan audiencias más o menos numerosas que finjan escuchar sus discursos o simplemente protección física en un país que está viendo crecer la violencia.
Algo más: los que realizan prospectiva política avizoran que el país seguirá sin indicios de vitalidad hasta julio, cuando se presenten las listas que definirán a los candidatos para las elecciones presidenciales de octubre. Hasta ese momento no habrá inversiones y la desconfianza del poco efectivo optimismo del Gobierno puede ir en aumento. Julio indicaría cómo serán los meses que le siguen.
Cuando se supo que la caída del Producto Bruto Interno de la Nación fue del 2,6% (la más profunda desde 2009) algunos creyeron que se había tocado fondo. Pero todavía no se puede concluir que estamos en un proceso de cambio, de recuperación.
A tal punto que en el primer bimestre de 2019 la inflación volvió a acelerarse y se espera para marzo otra alza del 4 por ciento. Ya las encuestas van demostrando que los motivos de mayor preocupación de los argentinos son la inflación y el empleo, más incluso que la seguridad, que era prioridad hasta hace poco tiempo. La meta oficial del Gobierno del 30% de inflación anual se desbarranca si no hay un cambio en la realidad. Ahora ya se pronostica en 40% o más como cifra anual.
Y por supuesto que no sólo afecta el bolsillo ciudadano, sino la industria y el comercio. Los últimos datos de empleo decepcionan. Entre marzo y diciembre del año pasado fueron aniquilados 130.000 puestos de trabajo en blanco (registrados, con aportes y protección médicas) en las empresas que se sienten en semi-quebranto. Que la economía salga del estancamiento dependerá si el consumo aumenta, si los ingresos son mayores, si el mercado se mueve, si hay estabilidad cambiaria.
Hay una versión que advierte sobre la posibilidad de una crisis mundial por la tirantez de Estados Unidos y Europa contra el crecimiento tecnológico y los negocios que ofrece China. Eso repercutiría negativamente en la banca y el mercado global. Hasta ahora, por suerte, la baja de la tasa de interés de los bonos del Tesoro norteamericano colabora para que el estrés de los argentinos disminuya.
Según el INDEC (que por suerte ahora es creíble) la industria produjo 11% menos que hace dos meses. Paralelamente, la construcción se contrajo más del 20% que hace un año atrás y la actividad inmobiliaria (compra y venta de departamentos nuevos y de algunos años) disminuyó un 50 por ciento. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) concluye que las ventas minoristas de febrero de 2019 son menores en un 19% a las del mismo mes de 2018.
Pese a las mejoras y a las paritarias, el poder adquisitivo del salario se contrajo casi 12% en el último año. Los dirigentes sindicales ya han planteado la inquietud de las bases que reclaman se realicen varias paritarias durante 2019, para no quedar atrás de la inflación.
Este cuadro, que debe estar en todos los escritorios de la Casa Rosada, plantea -en tono de realismo, si es que falta- que el año electoral y el deseo de Mauricio Macri de volver a ser elegido pueden ser atropellados por las estadísticas negativas.
Como ninguno de ellos es ciego, queda demostrado que un Macri impotente frente a estos números pueda estar enojado. Pero aunque lo presente, en esa fase, como más sensible de lo que aparenta, el enojo no es un buen instrumento para hacer política.
Se dice que este próximo jueves se sabrá si Roberto Lavagna se sube a la contienda de octubre. Era un personaje no esperado por los seguidores del oficialismo. Los ha desconcertado. Iniciaron una campaña para desprestigiarlo en las redes y aportaron información sobre Lavagna que no se ajusta a la realidad de los hechos. En fin, artimañas de una pugna que recién empieza. ¿Se presentará Cristina Kirchner? Hay tantos sí como no. El misterio lo ha ejercitado la ex Presidente en distintas oportunidades en el pasado. ¿Ahora qué estará esperando?
Pregunta básica: ¿será 2019 un año perdido por la dimensión de los problemas?
Publicado en Infobae el 26 de marzo de 2019.
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