viernes 19 de abril de 2024
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Pensar más allá del Neoliberalismo

Coincidente con la visita de la misión del FMI a nuestro país en donde el “modelo Portugal” adquirió popularidad, un grupo de profesionales del que Dani Rodrick es el profesional más conocido lanzó ideas nuevas para un abordaje de la peor crisis económica de los Estados Unidos en 50 años, en términos de expectativa de vida –bajó por tercer año consecutivo– distribución del ingreso, aumento escandaloso de super ricos y pauperización y estancamiento del grueso de la población.

Para los autores, “si bien la prosperidad es la preocupación tradicional de los economistas, el modificador ‘inclusivo’ exige que consideremos la distribución completa de los resultados, no simplemente el promedio (la clase media), y que consideramos la prosperidad humana en general, incluidas las fuentes de bienestar no pecuniarias, desde la salud hasta el cambio climático y los derechos políticos”.

La actual debacle basada en los principios del Monte Peregrino con enfoque financiero, desregulación y desmantelamiento del Estado del Bienestar, la desinstitucionalización de los mercados laborales, la reducción de los impuestos corporativos y progresivos, son los inequívocos responsables de las crecientes desigualdades. “El neoliberalismo, o el fetichismo del mercado, no es la aplicación consistente de la economía moderna, sino su perversión primitiva y simplista”, indica el documento.

Por esta razón, la enseñanza y la práctica de la economía deben reformarse. Las fundaciones conservadoras y los think tanks la han monopolizado en los círculos políticos, promoviendo la visión de que existe una fuerte correlación entre la eficiencia, la equidad y el crecimiento económico. Esta visión simplista tiene a la economía como justificación para las políticas preferidas de los conservadores.

Hoy, la investigación económica se ha vuelto significativamente más aplicada y empírica, abandonando el sesgo ideológico que la liga sólo a la explicación del funcionamiento de los mercados. El 60 por ciento de las publicaciones académicas actuales utilizan datos y realizan análisis empíricos, a la vez que exploran en todos los sub-campos dentro de la economía. Esta reciente inclinación empírica hace que sea más difícil idolatrar los mercados porque hace que sea más difícil ignorar las externalidades de sus “imperfecciones”. Los hallazgos empíricos recientes, por ejemplo, han encontrado que el comercio internacional produce grandes efectos adversos en algunas comunidades locales.

La nueva economía debe pensar los arreglos institucionales en las que se desenvuelve –la superestructura diría Marx– y plantear, por ejemplo, nuevos esquemas de propiedad de las empresas: “Quizás la propia compañía debería ser propiedad de un tercero, por ejemplo, una entidad del gobierno local, y simplemente garantizar la compatibilidad de incentivos para gerentes y trabajadores. Eso podría sonar como una locura para la mayoría de los estadounidenses, pero China ha superado tasas de crecimiento económico sin precedentes con este régimen de derechos de propiedad. Quizás los empleadores deberían tener derechos de propiedad (por un período fijo) solo sobre los nuevos activos que crean. Eso también parece una locura, a menos que nos demos cuenta de que eso es exactamente lo que hace el sistema de patentes, dando a los innovadores propiedad temporal sobre la nueva ‘propiedad intelectual’”, aventuran estos economistas.

O, “tal vez el gobierno, en nombre del público en general, debería conservar la propiedad parcial de las nuevas tecnologías, ya que gran parte de la innovación se basa en la infraestructura pública (I + D y subsidios públicos, educación superior, el régimen legal, etc.)”, desafían.

Nada en laissez-faire garantiza que el crecimiento sea equitativo o la globalización sostenible. Es necesario diseñar políticas e instituciones que hagan posible la prosperidad inclusiva y la globalización sostenible, política y económicamente. Para ello sería deseable desarrollar una poderosa maquinaria teórica que permita pensar en términos abstractos sobre tales asuntos, y la imaginación de los economistas es crucial para la tarea. 

En el mundo de hoy, el modelo competitivo raramente pueda ser el punto de referencia adecuado para comprender los problemas y sugerir soluciones. En su lugar debemos buscar modelos alternativos. Esto requiere una orientación empírica, una mentalidad experimental y una buena dosis de humildad para reconocer los límites del conocimiento económico.

Muchas de las propuestas involucran intervenciones que mejoran la eficiencia y la igualdad en mercados que se sabe que están plagados de fallas, como los mercados laborales, de crédito, de seguros y los de innovación.

Una propuesta habla de cómo se puede aumentar el tamaño del gobierno de una manera sostenible y que mejore la prosperidad. Otra, muestra un camino ingeniosamente simple para salir de la competencia fiscal internacional, donde los países ya no tienen que hacer una oferta para una inversión multinacional reduciendo los impuestos corporativos para ser “atractivo”. Una variante podría ser gravar a las multinacionales asignando sus ganancias globales de manera proporcional al lugar donde realizan sus ventas.

También podría afirmarse que en el centro de la economía debería estar el gobierno como garante de proporcionar bienes públicos y políticas universales de protección social. Esto mitigaría las fallas generalizadas y notorias en los mercados de seguro de desempleo, seguridad social y seguro de salud. Todas estas propuestas muestran una disposición a subordinar la eficiencia económica de los libros de texto a otros valores como el gobierno democrático y las relaciones igualitarias entre los ciudadanos.

La propuesta general es volver a repensar desde la filosofía económica los valores y el sentido de un orden económico que atienda a la posibilidad de un orden social deseable, no la mera repetición de fórmulas que ya han probado ser nefastas, pero que tienen a muchos economistas como predicadores a sueldo de los señores del establishment.

Tal vez, los economistas argentinos con sus sesgos optimistas o pesimistas –siempre de corto plazo– podrían ponerse al día con esta publicación: https://econfip.org/

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