martes 12 de noviembre de 2024
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Disculpe el señor

El grupo de centroamericanos denominado “Viacrucis Migrante 2018” busca llegar a Estados Unidos a pie con la ayuda de la organización Pueblo Sin Fronteras. Trump amenaza y utiliza el caso para las próximas elecciones.

En su álbum “Utopía” de 1992, Joan Manuel Serrat –de visita por estos días en nuestro país– desgrana en “disculpe el señor”, el arribo de una marea de pobres al hogar del hombre rico: Disculpe el señor/pero este asunto va de mal en peor. / Vienen a millones y curiosamente, vienen todos hacia aquí.”

Cynthia Arnson, directora del Programa sobre Latinoamérica del Wilson Center, dijo a BBC Mundo, que los sucesivos gobiernos de Washington tuvieron una influencia muy fuerte en los países de la región. En El Salvador, Estados Unidos gastó más de 6.000 millones de dólares en ayuda militar para derrocar al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Durante ese conflicto, murieron unas 75.000 personas y se reportaron homicidios, desapariciones, violaciones, torturas, secuestros, principalmente a manos del ejército.

Arson también refiere la conocida ayuda a Nicaragua, donde Estados Unidos financió a los “contras”, los grupos de insurgentes que intentaron el derrocamiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional, con similares metodologías de asesinatos y toda la pléyade de violaciones a los derechos humanos. La secuela de esos años es utilizada actualmente por Daniel Ortega y sus partidarios como pretexto para reprimir las protestas que tienen lugar contra su gobierno “anti imperialista”. La especialista pone sobre la mesa el golpe de Estado financiado por los Estados Unidos contra el presidente guatemalteco Jacobo Arbenz, “el soldado del pueblo”, en 1954, o las diferentes intervenciones militares que se extendieron incluso hasta Panamá.

En general, Centroamérica –como otras zonas del Tercer Mundo– fueron el escenario de varias batallas de la Guerra Fría en la que el comunismo activó los “anticuerpos” norteamericanos, quedando los conflictos propios de cada país subsumidos a la lógica de la confrontación del mundo bipolar.

Sin embargo, Arnson no considera que los problemas centroamericanos sean responsabilidad de los Estados Unidos, sino que su acción sobre la región tendió a mejorar o empeorar la situación de problemas que son propios de cada país de la región.

En el caso de Honduras – origen de la caravana – esa injerencia se refleja en que los Estados Unidos legitimó al golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya en 2007 o cuando, en noviembre pasado, reconoció al gobierno de Juan Orlando Hernández, pese a las denuncias de fraude. La inestabilidad política que siguió a estos sucesos gatillaron la actual caravana. Hernández es parte de la elite hondureña que es permeable al “soft power” norteamericano y sostenedor de una economía que deja sin oportunidades a miles y miles de personas.

Según el gobierno hondureño, el ex diputado y periodista zelayista Bartolo Fuentes ha sido el organizador de la caravana. En su página de Facebook, Bartolo Fuentes fue registrando el avance de la actual caravana, así como testimonios de los migrantes. Fue detenido en Guatemala el martes pasado y expulsado a Honduras, donde el gobierno pide que se abra una investigación en su contra.

En entrevista con la CNN, Fuentes hizo su descargo acusando a Hernández de buscar chivos expiatorios para no reconocer que en Honduras se vive una “tragedia humanitaria”, y que cientos de hondureños han muerto huyendo de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en el país.

Paradójicamente, miles de hondureños continúan en su largo camino hacia Estados Unidos: “causante” de su situación y a la vez meca de sus ilusiones. Gran parte de la caravana que salió el 13 de octubre, hace casi diez días de San Pedro Sula en Honduras, ingresó ilegalmente a México y acampó en la plaza principal de Tapachula, una ciudad del estado de Chiapas, tras haber recorrido más de 760 km a pie.

Ni el agotamiento ni las nuevas amenazas del presidente norteamericano, los arredran. Con sus conocidas reacciones intempestivas Trump posteó en Twitter que, “Vamos a empezar a cortar, o reducir sustancialmente, la tremenda cantidad de ayuda externa que habitualmente les damos” (a Guatemala, Honduras y El Salvador). En una chorrera de tuits, se lamentó de que México no haya sido capaz de detener el avance de los migrantes, por lo que puso en alerta a las patrullas fronterizas y a los militares ante esta “emergencia nacional.”

“Lamentablemente, parece que la policía y los militares de México son incapaces de detener la caravana que se dirige a la frontera sur de Estados Unidos. Criminales y personas de Medio Oriente no identificadas están mezclados”, tuiteó Trump, criminalizando la poco común movilización transnacional.

“Cada vez que vemos una caravana o a personas entrando ilegalmente o intentando entrar ilegalmente al país, yo pienso en los demócratas y los culpo por no darnos los votos para cambiar nuestras patéticas leyes de inmigración”, dijo el presidente estadounidense, en clave electoral, ahora que se acercan las elecciones de medio término el 6 de noviembre.

Pese al cansancio y al calor, unos 3.000 indocumentados, según cálculos de la AFP y organizadores, continúan su marcha hacia Huixtla, también localidad chiapaneca, una segunda parada antes de llegar a Tijuana o Mexicali, aledañas a Estados Unidos, su destino final a más de 3.000 kilómetros.

El trayecto por México puede tomarles un mes, según Rodrigo Abeja, activista de la organización Pueblos Sin Frontera que ha acompañado a varias caravanas. Pero existe el riesgo de que hagan operativos para detenerlos, advierte. Sin documentos, los migrantes quedan a merced de traficantes de personas o drogas que los secuestran o buscan reclutarlos contra su voluntad.

Por caso, en 2010, un grupo de 72 migrantes de Centro y Sudamérica fueron secuestrados por el cartel de Los Zetas y asesinados porque se negaron a unírseles, según el gobierno. Sus cadáveres fueron hallados en una bodega de Tamaulipas, fronteriza con Estados Unidos, todos con las manos atadas y tiros de gracia.

El secretario de Estado Mike Pompeo mintió –o está mal asesorado– esta semana diciendo que un “número récord de migrantes” llegó a la frontera de Estados Unidos y México este año.  La Patrulla Fronteriza arrestó a aproximadamente 397,000 migrantes en lo que va del año 2018, una cifra muy inferior a los niveles de arresto en la década de 1990 y principios de la década de 2000, cuando los arrestos excedían el millón.

Un informe de septiembre de 2017 realizado por el Departamento de Seguridad Nacional que analizó los datos disponibles encontró que la frontera suroeste “es más difícil de cruzar ilegalmente hoy que nunca”.

Es decir que el muro que pretende levantar Trump es sólo parte del discurso que sus votantes quieren escuchar. Que la caravana llegará a la frontera y allí quedará para dar testimonio de que estamos en el mundo de los Trump, los Putin y… los Bolsonaro.

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