En un reportaje exclusivo, el politólogo argentino especializado en temas regionales pone luz en los principales interrogantes sobre la elección presidencial en nuestro socio del Mercosur y las posibles repercusiones en Argentina.
Con los resultados electorales que anticipan un posible triunfo en segunda vuelta de Bolsonaro, ¿qué consecuencias económicas y políticas pueden derivarse de los mismos para el Mercosur y particularmente para la Argentina?
Para el Mercosur no importa quién preside Brasil sino si su economía crece, y todavía no sabemos cuál será el efecto económico de Bolsonaro después de la luna de miel.
En Brasil el sistema de partidos quedó absolutamente atomizado, con ningún bloque que sume más del 13% en la cámara de diputados ¿cómo va a afectar la gobernabilidad del futuro presidente?
Mucho. El presidencialismo de coalición (intercambio de ministros por apoyo legislativo) no funciona con esta atomización, y después del mensalão y el Lava Jato no hay condiciones políticas para sobornar legisladores. Bolsonaro deberá gobernar (a) mediante delegación legislativa, (b) con medidas provisorias (equivalentes a nuestros decretos de necesidad y urgencia), (c) salteando el congreso como Maduro o (d) cerrándolo como Fujimori.
Bolsonaro obtuvo al 46% de los votos, es un número importante hacia la segunda vuelta, pero el voto del PT, pese a la corrupción y a la salida anticipada de Dilma, llega al 30%, un porcentaje nada despreciable si consideramos que a nivel estadual o para la cámara de diputados no obtiene resultados similares. Pareciera que a Bolsonaro le alcanza para imponerse en el segunda ronda, pero en el caso de Haddad, ¿es un techo o un piso competitivo?
El politólogo uruguayo Daniel Chasquetti muestra que existen antecedentes de reversión del resultado con esta brecha, pero el argentino Aníbal Pérez Liñán demostró que eso termina atentando contra la gobernabilidad. En síntesis, la remontada es posible pero improbable y riesgosa.
En un artículo reciente, señalás la insostenibilidad del sistema previsional brasilero, equiparándolo al argentino. Sin embargo, las salidas políticas que se pueden percibir son muy diferentes en ambos casos. ¿Qué puede hacer Bolsonaro para una solución postmortem del mismo?
El sistema previsional brasileño es más insustentable que el argentino. La solución es aumentar la edad de jubilación, reducir las jubilaciones futuras y minimizar las de privilegio. La probabilidad de que lo haga un presidente apoyado en las burocracias estatales (militares, diplomáticos, jueces, ministerio público) se aproxima a cero.
Las salidas militares en Brasil y Venezuela (Chavez, Bolsonaro) no se dieron en nuestro país, pese a que hubo figuras que intentaron representar esos espacios de restauración (Rico, Patti, Bussi, etc.). ¿La institucionalidad democrática o el aprendizaje cívico son más fuertes en nuestro país después de la transición?
Los elementos clave fueron tres: la subordinación de las fuerzas armadas al poder político, que Menem logró mediante los indultos y ratificó en la represión del levantamiento del 3 de diciembre de 1990, el fin del servicio militar obligatorio y la desfinanciación monumental de las fuerzas armadas.
En los principaes presidencialismos americanos (Estados Unidos y Brasil y, aunque en menor medida, México) el voto de las Iglesias evangélicas condiciona los resultados electorales. En nuestro país por el momento (aunque ya hay diputados y senadores confesionales) no influye en las elecciones pero si lo empieza a hacer en los grandes debates, como con el aborto legal. ¿Crees que en el mediano plazo pueden crecer y ser un factor electoral determinante?
La sociedad argentina es más secularizada que las tres mencionadas, pero las iglesias evangélicas están aumentando su influencia y seguirán haciéndolo. Lo más probable, sin embargo, es que lo hagan a costa de la Iglesia Católica y no de los sectores seculares.