Conversamos con uno de los académicos más prestigiosos de América Latina, Carlos Malamud, historiador argentino especializado en el estudio de nuestra región. El periodista de nuestra redacción fue recibido en el vistoso palacete que pertenece al Real Instituto Elcano, laboratorio de ideas que preside S.M. el Rey y donde nuestro anfitrión es uno de los principales investigadores. Con vista al patio de piso de ajedrez y una fuente de influencia morisca, ha conversado con nuestra redacción sobre la situación de la democracia en la región, de la integración regional y de la política exterior de España hacia la región con la precisión a la cual nos tiene acostumbrado.
América Latina está viviendo un momento muy particular, al menos muy intenso, donde se está terminando el maratón electoral, donde los principales países han tenido o tendrán elecciones. ¿Que fenómenos comunes se pueden observar en la región?
En la región se puede identificar un creciente malestar, donde todo el proceso electoral se encuentra marcado por un decrecimiento en la confianza de la democracia y de la política. Esto se puede observar en los principales estudios de opinión pública, como puede ser el Latinobarómetro, donde se puede constatar cómo los latinoamericanos que antes veían mayoritariamente a la democracia como el sistema que más positivo era para sus intereses, ahora cada día son más que la miran con prevención.
Qué es lo que provoca esta reacción de las sociedades latinoamericanas, en primer lugar se debe a que en la llamada “Época dorada”, que se dio gracias a la expansión económica debido al incremento de los precios de las commodities, permitió que grandes contingentes de los sectore populares se incorporarán a las clases medias con las nuevas demandas que estas traían. Se puede sumar a esto también las promesas políticas que algunas fueran incumplidas desde un primer momento y otras que empezaron a incumpliurse a partir de que el “fin de la fiesta”. Que implicó menores recursos para políticas públicas, menores recursos para prácticas clientelistas, menores recursos para publicitar los actos de gobierno, es decir menos recursos en general. Esto llevó a una mayor desafección con la democracia, con las instituciones, con los partidos, de hecho si uno observa una serie de encuestas puede observar que las instituciones con peor valoración por la ciudadanía son, en primer lugar los partidos políticos, en segundo lugar el congreso y en tercero el poder judicial. Esto demuestra serios problemas estructurales en el sistema latinoamericano, que nos brindan el marco en el cual se han y se están desarrollando las elecciones.
A lo antes mencionado debemos sumarle, el desaceleramiento de la economía en la región que ha generado que esa inserción de los sectores bajos en las clases medias se detuviera y en algunos casos incluso que empezará a retroceder, provocando mayores cuestionamientos al sistema. También le podemos sumar dependiendo el país uno o dos problemas, por un lado el de la seguridad pública y por el otro lado el de la corrupción, que no han hecho más que aumentar el sentido de orfandad de los ciudadanos.
Todos los fenómenos sumados explican en buena medida lo que con mi compañero Rogelio Núñez en un reciente artículo hemos tenido que recurrir al viejo y conocido “Voto cabreo” o “Voto enojo”[1] para explicarlo, que creemos es tendencia creciente en la región.
La particularidad de este “Voto enojo” es que es contra el sistema, generalmente este fenómeno se utilizaba para explicaba el voto de quienes votaban a un candidato para que no gane otro. Pero en la región estamos viendo que en muchos casos es un enojo contra el sistema, ¿Que relación tiene esto con nuevos tipos de candidatos que están surgiendo, o bien outsiders o con discursos anti-sistemas?
Este fenómeno también lo hemos observado, uno de los casos más emblemáticos es el caso de Costa Rica donde un pastor evangelista, Fabricio Alvarado, emerge de la nada con un nivel de respaldo y aprobación muy bajo y termina ganando la primera vuelta, aunque no logra imponerse en balotaje. Otra caso es el de México con López Obrador, que si bien no puede ser considerado un candidato outsider, si logra condensar muy bien en su propuesta electoral esa angustia, esa bronca de la población y gana las elecciones. En Brasil también tenemos otro caso, que es la emergencia de Jair Bolsonaro, que se considera un candidato de extrema derecha, xenófobo y machista. Que se le pueden hacer múltiples críticas, pero que claramente está reflejando ese descontento de importantes partes de la sociedad brasileña, no solo con el sistema, sino más bien con la política y los políticos.
En cuanto a la democracia muchos autores afirman que la crisis de la democracia viene de las expectativas que le cargamos al sistema, que le adjudicamos mas atributos que a los que por definición debería tener. ¿Cuál cree que es usted que es la causa del problema de la democracia en américa latina y que debería hacer América latina para solucionarlo?
No creo que solo sea un problema de expectativas, promesas como las de Alfonsín como que con “La democracia se come, se estudia etc”, no favorecieron al sistema, pero hoy creo que la crisis es mucho más profunda y que tiene que ver con el propio funcionamiento de la democracia, está fallando como sistema de representación donde los partidos deberían ser los canales de intermediación entre la sociedad y el gobierno, y claramente no lo están haciendo bien. Los gobernantes tampoco están a la altura de las circunstancias, donde muchas veces en vez de representar los intereses de todo la ciudadanía defienden sus intereses o algunos interés corporativos. Esto hace que los ciudadanos no perciban a la democracia como un sistema a su disposición para resolver sus problemas. Es decir desde el momento en el cual las controversias pueden dejar de ser solucionadas de forma pacíficas y dialogadas dentro de las instituciones democráticas, esto hace que el sistema deje ser atractivo. Otro problema es que los políticos convierten a su opositor no en un adversario si no en un enemigo, esto empieza a cegar desde abajo las propias raíces de la democracia y este es uno de los problemas que tenemos. Por otro lado la sensación de los ciudadanos no solo de que las expectativas si no que las promesas concretas empiezan a ser incumplidas de forma sistemática y que ninguno de sus problemas tienen solución. Con respecto a esto último, es verdad pero lo que más está faltando desde la clase dirigente es mayor pedagogía para explicar que en un mundo global se hace cada vez más difícil darle solución desde el ámbito local a los problemas de origen global. Sumando a esto que en un mundo donde se debería reforzar la coordinación entre los países, y en vez de ocurrir esto está primando la visión que pone en duda el multilateralismo y esto nos inserta en un bucle donde la salida es cada vez más complicada.
A raíz de lo antes comentado, qué análisis hace usted de la integración regional en este momento, que al parecer no nos estaríamos enfrentado a un escenario muy auspicioso.
Si hubiera que utilizar una palabra para definir la situación actual de la integración regional, esta seria “crisis”. SI la integración regional está viviendo una crisis, la crisis de matriz bolivariana impulsado por el chavismo durante la “década dorada”, está viviendo una crisis aún mayor.
Esto se puede ver en los organismos creados bajo el influjo del chavismo, que son en primer lugar el ALBA,, la CELAC en segundo lugar y por último la UNASUR.
El ALBA [Alianza Bolivariana para los pueblos de América] que había llegado a su máxima expansión con la incorporación de Honduras, pero la salida de este mismo país luego del golpe de estado tuvo un efecto bisagra en el organismo e inició el declive del mismo. Hoy con la situación económica que está viviendo la la región no es favorable para ver un mejoría en su situación. Más bien diría que el ALBA hoy es una especie de ser mutante que sobrevive y el mayor signo de esto es la reciente retirada del organismo por parte de Ecuador a raíz de la crisis migratoria.
En cambio la situación de la CELAC y de la UNASUR son similares pero diferentes, mientras que UNASUR tenía una estructura muy compleja y muy sofisticada frente a la CELAC que carece de organización totalmente.
En el caso de la UNASUR, esto se puede ver en la incapacidad de no poder elegir en el último año y medio nuevas autoridades. Luego de la desastrosa gestión de Ernesto Samper, precisamente muy comprometido con el gobierno de [Nicolás] Maduro muy criticado por esto por los países del llamado Pacto de Lima. Una vez finalizado el mandato de Samper, Argentina fue la que candidateo a “Pilo” [José Octavio] Bordón como nuevo Secretario General. Que fue vetado inmediatamente por Bolivia pensando que las intenciones de Argentina pudieran ser contrarias al gobierno de Maduro y esto paralizó a la organización. Recientemente hemos conocido la determinación de una serie de países como Argentina, como Chile, Colombia, Perú y Paraguay, de retirarse provisoriamente de la organización y pronto veremos si lo temporal se convierte en definitivo. Lo curioso es que el organismo que vio como la emblemática estatua de Néstor Kirchner presidiendo la sede Quito, ha sido retirada y el Gobierno de Ecuador amenaza con cederle la cede a universidad popular indígena, esto no es más que un síntoma más de la profunda crisis que está viviendo.
En cambio la CELAC se encuentra paralizada, esto se puede ver en la suspensión de la Cumbre de Jefe de Estado que se iba a celebrar en noviembre del año pasado tuvo que ser suspendida, y ser reemplazada por una reunión de cancilleres. Otra vez más detrás de todo esto está la crisis venezolana, es decir esto demuestra que todos los organismos creados para solucionar las crisis políticas, han sido incapaces de resolver los problemas de forma global e integral de la inmigración y que se han paralizado por los conflictos políticos en su seno.
Nos quedan otros organismos, que son el MERCOSUR y la Alianza del Pacífico, que subsisten en mejores condiciones que las anteriores. Lo que ocurre es que si bien ambas iniciaron un ambicioso proceso de convergencia que marcaría una cierta revitalización de las instituciones, ahora están pasando por un momento de incertidumbre. Que vienen dadas por un lado por el proceso electoral de Brasil, en el caso del MERCOSUR. En el otro caso por la prolongada transición Mexicana donde López Obrador, el presidente electo en las elecciones del 1º de Julio, recién recién comenzará su mandato el 1º de Diciembre. Lo cual genera una incertidumbre enorme en cuanto al futuro de la AP. Hasta que no se despejen estas incertidumbre en ambos países y que haya claridad con respecto a qué decisiones tomarán los respectivos gobiernos con respecto a dichos organismos no tendremos claridad del futuro que pueden tener.
Lo que si está instalado en la región es que es necesario volver a poner en agenda las relaciones comerciales interregionales, que durante la época del bolivarianismo sufrieron un desplazamiento y quedaron en segundo plano.Veo que la región ha entendido el contexto y se busca con mayor urgencia incrementar las relaciones comerciales dentro de la región sobretodo para contrarrestar el efecto de la amenaza que implica la administración Trump, tanto a los organismos multilaterales como a la integración regional.
Volviendo al MERCOSUR, ¿Que cree usted, que conoce bien las dos regiones, que pasará con el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea?
Es un proceso muy complejo, aunque parecía que esta vez finalmente se iba a llegar al paraíso, que se iba a firmar algún tipo de acuerdo, pero ha quedado claro que las complicaciones siguen presentes. Las trabas se encuentran a ambos lados del Atlántico, ninguna de las partes la UE tiene el 100% de la responsabilidad. Igualmente ahora la situación se va a paralizar hasta que no se despejen las incertidumbres, de un lado del charco tenemos las elecciones que ya comentamos en el Brasil y del otro las elecciones Europeas que serán en Mayo, que definirán una nueva composición del parlamento y el nuevo reparto de fuerzas. La verdad, es que el panorama no es demasiado halagüeño, una pena porque hubiera sido una gran oportunidad, sobre todo por el contexto que estamos viviendo.
Por último desde el Instituto Real Elcano, en su informe N° 23 denominado “El futuro de la Unión Europea”,[2] han remarcado que para la integración con Latinoamérica era muy importante. Sobre todo remarcaron que era una oportunidad para España, ya que por afinidad cultural e historia compartida, podría convertirse fácilmente en la interlocutora entre ambas regiones. De forma más concreto, como crees que serán las relaciones de España con la región luego del cambio de gobierno, y que opinas de la última gira de Pedro Sánchez por nuestro continente.
En primer lugar creo que no va a haber grandes cambios de la política exterior española hacia América Latina. Desde el comienzo de la Transición, las constantes han sido las mismas, ha sido más una política de estado que de partidos. Es verdad que hay cuestiones de matiz, de énfasis, pero la tendencia general se mantiene.
Sobre la reciente gira de Pedro Sánchez a la región, creo que fue muy oportuna y bastante exitosa. Fue oportuna por el momento,porque mostró que el nuevo gobierno está interesado en lo que pasa en América Latina, le preocupa y por lo tanto cree que hay que abrir caminos de diálogo.
¿Esto implica que en el anterior periodo había abandonado el interés en la región?, Pues no, lo que ocurrió es que por un lado la grave crisis económica que golpeó a España por tanto tiempo, mantuvo al gobierno ocupado en la solución de la crisis, con poco margen para su política exterior hacia el mundo en general. Luego nos encontramos que despuès de las elecciones de Julio del 2016, nos encontramos sin un gobierno en funciones durante mucho tiempo. Por otro lado las restricciones presupuestarias impuestas por la U, han reducidos los fondos de cooperación y esto ha repercutido en la política exterior con varios países.
En el caso de concreto de esta gira, hubo una buena selección de países por parte del gobierno Español. Lo que se intentaba era dar un mensaje, que el gobierno de España cualquiera sea su color político tiene la intención de llevarse bien con la región, sin importar el color político de los gobiernos. De ahí que se hayan elegido dos países con gobiernos de derecha o de centro derecha, como son Chile y Colombia, uno populista o de izquierda como Bolivia y uno de corte socialdemócrata como lo es Costa rica. Esta visita nos indica que en estos momento de crisis de la integración regional y del multilateralismo, la política exterior española pasará por un fuerte énfasis en las relaciones bilaterales. Aunque es importante remarcar que en esta gira tampoco se olvidó de promocionar la próxima Cumbre Iberoamericana a celebrarse en Noviembre en Guatemala.