martes 12 de noviembre de 2024
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El instante más decisivo de los últimos meses

Al país y al mundo el agua les llega al cuello por la derechización extrema y las guerras comerciales donde no hay demasiados lugares para colocar nuestras exportaciones. Pero nosotros estamos danzando con una muy difícil.

Y al mismo tiempo impera la locura cercana. En Brasil, según algunas encuestas, a un segmento de la sociedad, por rechazo a los políticos y a la corrupción le agradaría que volviera un gobierno militar. No en vano aparecen como candidatos a la presidencia dos exmilitares. Uno es Jair Bolsonaro, racista al extremo e impulsor de la tortura como método. El otro es el ex cabo bombero Benvenuto Daciolo que tras ser un ignoto diputado pasó a tener mucho protagonismo en las redes sociales.

Daciolo es fervoroso evangélico, en un país donde los seguidores de esa corriente religiosa tienen una importante base electoral. Es ideológicamente de extrema derecha, nacionalista hasta el desborde aunque con propuestas políticas tan chirles como absurdas. Esto ocurre mientras en la vereda de enfrente los partidarios de Lula buscan eximirlo de la prisión dispuesta por la justicia para que se presente como aspirante a la Presidencia.

En la Argentina, en medio de las asperezas y dificultades que trae el ajuste económico asistimos a una grieta donde un grupo busca que a Cristina Fernández se le quiten los fueros y se convierta en asidua concurrente a los Tribunales y vaciado de diálogo, del otro lado un sector que desea que se quede en el lugar donde está, donde todos hablamos de ella y su corrupción, a la vez nada creíble entre sus seguidores. Un último sondeo de opinión, a cargo de Federico González y Asociados es una luz roja que no deja de titilar. En una muestra de 400 casos en el territorio del gobierno de la Ciudad y Gran Buenos Aires se saca la siguiente conclusión: el 5,5 por ciento consideró que las

denuncias son creíbles en tanto que el 85,7 por ciento les resulta “poco creíbles”. En la vereda de enfrente entre los votantes hipotéticos de Mauricio Macri confían en los cuadernos de Cantero y solo 3,6 por ciento “duda” que eso sea cierto. En general, para un poco más del 15 por ciento, Cristina Fernández es una víctima de la corrupción de sus funcionarios.

El fantasma de Cristina da que hablar. Hay analistas que aseguran que el peronismo está fragmentado, no quiere “contaminarse”. Otro es que la expresidenta está armando un frente para presentarse a aspirante al retorno a la Casa Rosada.

Ha mantenido y esmerilado sus vínculos con los gobernadores, intendentes y los movimientos sociales. En la [primera] votación parlamentaria referida al destino de sus fueros faltaron 16 senadores del Bloque Justicialista, dos tercios del total. No ingresaron al recinto ninguno de los senadores que dependen de cinco gobernadores con los que la expresidenta visitó y dialogó con comodidad para los protagonistas. El exgobernador y actual titular del Partido Justicialista de La Pampa, Juan Carlos Marín insiste en la necesidad de gestar un frente de gobernadores pro-Cristina. Esta línea de acción se expande.

El exmandatario de Córdoba José Manuel de la Sota olvidó viejos rencores y se encontró con Máximo Kirchner más movedizo que nunca. El “hijo” ahora diputado se encontró en Ensenada con los aplausos de casi todos los intendentes adictos. Junto a José Luis Gioja, dueño otra vez del partido reaparecieron viejas y nuevas figuras que darían su apoyo. En el interior de los movimientos sociales, en cambio, no hay un frente común y chocan diferentes posiciones No se toma en cuenta en estos desplazamientos que estas sutilezas de Cristina Fernández se enfrenta con los proyectos de muchos dirigentes peronistas. Y este es un punto decisivo que podría paralizar sus movidas. Y si el juicio histórico en Comodoro Py se traduce en sentencias firmes contra ella, la expresidenta quedaría en medio del desierto y sin agua para soportar el calor.

¿Hay en el respaldo a Cristina una catarata de piedad o acaso ven mejor futuro para sus apetencias? Nadie puede pronosticar que saldrá de todo esto. Quizás sea todo una nube que contiene una imponente dosis de negación de la realidad, aunque los encuentros se hicieron. El que niega la realidad de manera personal, individual, solo se inflinge daño él y su entorno. Pero si la negación de la realidad es colectiva y moviliza a parte de la sociedad se convierte en un problema que no sólo es de la sociología. Quedaría en manos de otros especialistas.

El eje pasa por el ajuste. Aunque sea mucho más suave que el que propone la ortodoxia económica monetarista acelera la desconfianza en el gobierno y la protesta. Esta línea de acción, la de enfrentarse, no ha tenido, por el momento (y esperemos que continúe) fuertes ecos en la conducción de la CGT. Comprenden por una parte que el legado dejado por el cristinismo es durísimo. Pero por otro lado algo tienen que hacer ante el clamor absolutamente natural de los trabajadores. Este 21 de agosto se congregarán dirigentes sindicales, gobernadores, intendentes y representantes de la línea de la línea de Sergio Massa y de parlamentarios peronistas para analizar los amplios recortes fiscales que se decidieron ahora y proyectados para el 2019. La aplicación de los recortes lleva a una suma: los 2.200 intendentes perderán 7.800 millones de pesos que se habían destinado a obras públicas. Por supuesto: los intendentes se quedan sin “hechos” para sus futuras postulaciones a continuar en sus cargos.

Por supuesto que los empresarios que no dependen de la obra pública y son muy poderosos han pedido, en el último encuentro de AEA (Asociación Empresaria Argentina), la semana pasada, combatir la evasión y paralelamente evitar la altísima presión fiscal del Estado y al mismo tiempo necesitan saber que va a producir el país junto a la ampliación de la venta en el exterior y como hacerlo competitivamente.

Otras voces en ese encuentro fueron optimistas señalando que la exportación de carne se duplicará en cinco años y la esperanza que el yacimiento de Vaca Muerta rinda en producción y colocación de ella en el exterior. Por supuesto que esta perspectiva requiere inversiones fabulosas. Un solo grupo, Techint, ya invirtió 1.400 millones de dólares en Vaca Muerta y prometen próximamente seguir con otros 1.300 millones de dólares. Faltan otros miles de millones para llegar a un nivel de explotación y rendimiento. ¿De dónde vendrán?

Los datos son contrastante. La industria nacional cayó 8,4 por ciento en los últimos doce meses en un convoy que encabezan las plantas automotrices y la petroquímica, la construcción y los rendimientos del campo por sequía o por inundaciones. Esa industria pide a gritos mayor consumo, ampliación en un mercado al cual le falta aire. Pero ello rivaliza con el ajuste ¿Cómo congeniar las dos necesidades? No hay mago que pueda resolver ese dilema.

El clima en el que vivimos (que se traduce en alto nivel de tensión y agresión que tiene como vitrina las calles de Buenos Aires) permite observar que la carga problemática para este gobierno no es solo en el país mismo sino en el exterior. Fuera del país todo está enrarecido. Y cualquiera se encuentra con inversores escépticos de la marcha de la economía. Un termómetro es el índice de riesgo país, muy alto. Debió viajar una delegación enviada por el gobierno para calmar a los inversores que poseen bonos argentinos y darles todas las garantías posibles sobre la capacidad de repago de la deuda que ha crecido más allá de lo deseado.

Publicado en El Cronista el 21 de agosto de 2018.

Link https://www.cronista.com/columnistas/El-pais-atraviesa-el-momento-mas-decisivo-de-los-ultimos-meses-20180820-0065.html

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