viernes 26 de julio de 2024
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La reconciliación entre Alberdi y Sarmiento

Estamos en una época de marcadas diferencias, cuando cualquier opinión  parece convertirnos inmediatamente en enemigo de quien tenemos delante. Las contiendas se desarrollan a las maravillas en las diversas redes sociales, ante la expectativa de terceros que suelen participar tomando parte por uno u otro. Todo desde la cómoda distancia que impone el sistema cibernético. 

Las guerras textuales no son nuevas, hubo una que duró décadas y que encarnó dos formas de entender al país: la de Sarmiento versus Alberdi. Amigos durante muchos años, el apoyo o no a Urquiza luego de Caseros fue clave para iniciar un despliegue de disputas e improperios en el que Sarmiento perdió toda prudencia y  decoro.

Esta batalla literaria, a diferencia de las actuales, fue intelectualmente estimulante y llegó a buen puerto luego de muchos años. Así,  durante la presidencia de Avellaneda tuvo lugar una reconciliación muy particular:

“Podía suponerse que entre sus adversarios irreconciliables -cuenta Augusto Belín, nieto de Sarmiento-, a ninguno debía guardarle más rencor que al doctor Alberdi. [Pero] Sarmiento no concebía que los hombres fuesen irreconciliables”.  

En 1879, tras veinte años de alejamiento, el doctor Alberdi fue nombrado diputado al Congreso, y al regresar, se encuentra en Montevideo con la noticia de que su enemigo, su bête noire [bestia negra], ocupaba el ministerio del Interior. 

Se detuvo unos días en el puerto vecino, atribuyéndose entonces esa estadía a la pusilanimidad de Alberdi que se creía agravada con la edad. El que esto escribe fue visto en esos días por un amigo de Alberdi, el doctor Bordón, para presentir las intenciones de Sarmiento con respecto a su antiguo enemigo, quedando sorprendido de la seguridad con que afirmábamos la completa cordialidad con que sería recibido. Ante sus instancias, debimos requerir confirmación directa de nuestros asertos, y el ministro [Sarmiento] nos dijo: 

-Has hecho bien. Dile de mi parte que si Alberdi viene al Congreso como amigo, me honrará tenerlo a mi lado; si se pronuncia como adversario, tendré con quien discutir, y cuanto más elevada la discusión, más profunda la enseñanza, y todos saldremos ganando. 

Las órdenes fueron dadas para que, al pisar tierra argentina, la primera congratulación que recibiese Alberdi fuese la del ministro del Interior. 

En la tarde del día en que desembarcó estaba Sarmiento en su despacho, departiendo con algunos senadores, don Tiburcio Padilla, con del Valle [Aristóbulo] y otros personajes, cuando anunciaron al doctor Alberdi. 

Sarmiento se precipitó a recibirlo, exclamando: 

-Tenemos y yo una alta magistratura que desempeñar, consagrada por nuestras canas, y es el respeto que debemos a nuestros servicios. ¡Doctor Alberdi, en mis brazos! 

Tan conmovido estaba Alberdi, que no pudo discernirse lo que balbuceó en los primeros momentos (Belín; “Sarmiento Anecdotario”). 

Se abrazaron y alrededor todos lloraban como criaturas. Los viejos adversarios dieron fin a una disputa que llevaba décadas y nutrió páginas memorables de nuestra literatura política. Hacía mucho que habían enterrado a Urquiza, era hora de sepultar el resto del pasado. ¿Estaremos alguna vez a la altura de hombres así?

Publicado en Los Andes el 16 de junio de 2018.

Link https://losandes.com.ar/article/view?slug=la-reconciliacion-entre-alberdi-y-sarmiento-por-luciana-sabina

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