De los dieciocho stand-by o acuerdos con el Fondo Monetario(FMI) el del gobierno de Macri ha sido el más veloz en resolverse. Todavía no se preparó la Carta de Intención, indispensable antes de colocar las firmas del acreedor y del deudor, pero ya salieron ministros a dar la cara y anunciar sus grandes lineamientos. Sorprende la rapidez de todo lo acontecido. Con el Fondo Monetario no hay besos ni simpatías que pesen: el organismo actúa políticamente por sobre todas las cosas. Al subrayar “políticamente” es que hay un interés especial en ayudar, en esta circunstancia, a la Argentina. ¿Será por el propósito de evitar cualquier maniobra del populismo en volver al poder? ¿Es para acallar voces y críticas, protestas y quejas multitudinarias?
La “Carta de Intención” con el Fondo Monetario es obligatoria por parte de la nación solicitante, donde plantea todas las problemáticas económicas que llevaron a la crisis, que motivó la solicitud de préstamo. No es un escrito largo, pero sí minucioso. Pero uno de los puntos finales es que el gobierno que pide tomará todas las medidas complementarias que considere adecuadas para el “mejor cumplimiento de los propósitos”. También a lo largo del acuerdo Argentina consultará al FMI consultará a la entidad sobre la adopción de cualquier medida que se proponga tomar. Es decir habrá un control extremo de los funcionarios del organismo, viajes con ida y vuelta a Washington, llamadas telefónicas, visitas que se considerarán de “buenos modales” pero que encierran una vigilancia extrema sobre la marcha del ajuste.
Ya se sabe: en lo que queda del 2018 los meses serán recesivos, con retracciones de todo tipo, salarios atropellados y desilusión política. Emergen, entonces, dos grandes cuestiones para el gobierno de Macri: una es sobrevivir a la crisis y retomar fuerzas para lidiar con sus contrincantes electorales en el 2019, otra es racionalizar todo, darle otro rumbo a la economía, si se puede. ¿Podrá dar impulso de un día para el otro a las exportaciones y limitar las importaciones para que no afectar a amplios sectores de la producción?
Todas las críticas que se le formularon a la administración Macri deberán ser revertidas. Ya en diciembre de 2015 duplicaron irresponsablemente el número de ministerios, con mayores costos fiscales y con la imposibilidad de controlar todo y a todos. Ahora quieren cortar cabezas a toda carrera, especialmente en los cargos superiores.
¿Hay que empezar por allí o por otros gastos mayúsculos en materia de subsidios? ¿Quién lo va a decidir? ¿Seguirá Macri confiando en su círculo íntimo (Peña, Quintana, Lopetegui) al que le sigue rindiendo cuentas el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, que es el factótum que conquistó Troya con gran rapidez? Y hay decisiones políticas a tomar: ¿qué pasará con las comunicaciones del gobierno?, ¿qué se le explicará a la gente, seguirán pesando los ministros que por su cuenta anuncian incrementos descomunales en las tarifas?, ¿cuál es el límite de paciencia de la sociedad?
Ocurre que las sociedades tienen su límite de paciencia, pero es imposible predecir cuándo es el desborde imparable. Por supuesto que grupos kirchneristas y en especial los gremios que cantaban loas al cristinismo están preparando manifestaciones para echar más leñas al fuego. Pero aquí no hay cuestiones de necesidad apremiante en algunos sindicatos sino un dirigente, Hugo Moyano, en una actitud de odio salvaje por los dilemas jurídicos que enfrenta, cuyos hilos, supone, lo maneja la Presidencia de la Nación. Moyano debe tener presente, como una fotografía de la realidad la justicia sometida al Ejecutivo en las gestiones de Ménem, de Kirchner y de Cristina. El inconsciente de Moyano padre y Moyano hijo se verbalizó amenazando con un paro de camioneros y transportistas en general como se llevó a cabo a Brasil donde muchos logros no se consiguieron y se pidió la participación de las Fuerzas Armadas para despejar las rutas taponadas.
El resto del aparato gremial guarda prudencia, está dispuesta al diálogo y mucho más ahora en la que la inflación prevista del 30 por ciento anual castiga sobremanera a los salarios. Y las paritarias del 15 por ciento no alcanzan para nada.
Más otra pregunta clave: ¿cómo hará Macri para ganarse el espíritu societario dentro mismo de Cambiemos de ahora en más? Hay dilemas internos dentro de Cambiemos, gente que ha bajado los brazos, que no está de acuerdo con algunas privatizaciones, que reclama por obras públicas que se verán paralizadas tras la firma de la Carta de Intención. El radicalismo, de ninguna manera en bloque, pero sí en gran parte está desganado y por momentos desilusionado. Lilita Carrió hace malabares para seguir apoyando a la Casa Rosada pase lo que pase. Y fuera del círculo que lo acompañó hasta conseguir el poder, Macri tendrá que recomponer el sistema de alianzas con los gobernadores peronistas, algunos que demuestran buenos voluntad, otros que miran para otro lado y otros que especulan sobre alianzas para revivir el peronismo desintegrado.
Dura faena le espera a Macri. El acuerdo con el FMI le brinda apoyo como garantía frente al resto del mundo financiero (se sumarán al préstamo el BID y la Corporación Andina) pero internamente le espera una abrupta y pesada faena. Es así por la fragilidad de una economía que vivió por encima de sus posibilidades. Es un viejo tic defectuoso argentino: pensar que somos un país rico cuando en realidad somos una nación con limitaciones de pobreza pero con la tenencia de activos (naturales) que no se han sabido explotar y no rinden.
Nada nos avala. Antes del Acuerdo con el FMI estaba claro que las reservas netas del país están muy achicadas. De 56.149 millones de hacer unos pocos meses hemos descendido a casi 49.000 millones, monto al que hay que restarle encajes por 11.700 millones de dólares y casi 11.ooo millones del swap con China. Si se siguen las cuentas las reservas disponibles, netas, bordean los 25.000 millones de dólares. Se han hecho diligencias para agrandar el swap con China, quizás por otros 10.000 millones.
Días pasados, el diario El País de España ayudó a que la Argentina no se ubicara tan en el sombra fría. En un suplemento especial aclara que la deuda pública y privada en el mundo llega a 164 billones de dólares. Según los especialistas por ahora el crecimiento global es firme, el desempleo se reduce en parte del mundo, y los tipos de interés siguen bajos. Ello hace que la deuda global sea manejable pero si hubiese una desaceleración inesperada la situación placentera se borraría en un instante. Los más importantes organismos financieros prevé un endurecimiento monetario progresivo aunque moderado.
El Fondo Monetario sugiere con dureza construir un colchón de reservas a través de la reducción de cada uno de los déficit. Los bancos privados eligieron el camino del endurecimiento ante el temor de una nueva recesión en el planeta. Sería más pronunciada que las anteriores. Que la suerte nos ayude y se puede evitar. De la deuda global por países Estados Unidos carga con el 32 por ciento, Japón con el 19 por ciento, Francia con 4 por ciento, Italia la misma cifra, China con el 8 por ciento y el resto de los países con el 16,7 por ciento.
Publicado en El Cronista el 12 de junio de 2018.
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