viernes 26 de julio de 2024
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Portarretratos: Justin Trudeau, el Primer Ministro de la nueva tierra prometida

Los dos Justin más famosos de Canadá son un fenómeno de las redes. Globalmente fenomenales. Tienen fans, son trendies, viralizan todo lo que tocan y arrancan suspiros. Son blanco de rumores sobre su bisexualidad. Son rebeldes y hacen lo que se les da la gana. Uno es Justin Bieber, una estrella teen del pop mundial. Segundo puesto mundial de seguidores en Twitter. El otro es el Primer Ministro de Canadá: Justin Trudeau. Canadá es una monarquía parlamentaria federal. Su jefa de Estado es simbólicamente Isabel II, que está representada por un gobernador general, aunque no tiene injerencia verdadera. La Reina, como en Inglaterra, reina pero no gobierna. Quien gobierna y es elegido por el voto ciudadano, es el Primer Ministro.

Trudeau, el presidente más cool del mundo, luce como un modelo de una publicidad surrealista de perfumes de primera línea. Es inobjetablemente buen mozo, con sus ojos azules, su jopo negro, su mandíbula y su nariz helénicas, sus hombros rectos. Tiene 44 años, mide 1,88. Cuando se ríe le gana a la vida y a la muerte. Le es de gran ayuda a los que están a su alrededor, apenas riendo con él.

El poder era su destino cantado. Richard Nixon le auguró en el brindis de una cena de gala, cuando JT era un bebé de cuatro meses, que sería Primer Ministro. Y todos brindaron por Justin con sonrisas y ternura.

¿Por qué estaba Nixon ahí? Porque el padre de Justin era Pierre Trudeau, Primer Ministro de Canadá en dos períodos. Los Trudeau son parte del jet set canadiense. Los más parecido a una familia real nativa. Desataron la Trudeaumanía desde entonces. Pierre fue querido, brillante e inolvidable. Margaret, su madre fue una mujer monísima y glamorosa, que padecía trastornos de bipolaridad. Los dos hacían una pareja que arrasaba entre sus círculos sociales y en la prensa. Tuvieron tres hijos varones. Maggie detestaba ser primera dama. Fumaba marihuana “como los patos beben agua” para soportar el papel protocolar que la aburría y la agobiaba, repetía ella. Se fue atrás de los Rolling Stones, dicen que prendida de Mick Jagger, luego de una gira de la banda en Canadá. Pierre le perdonaba todo. Pero Margaret se volvía cada día más loca. Finalmente se divorciaron en 1977. Trudeau le quitó la custodia de los chicos. Y nunca más le pasó un peso. Al día de hoy a Justin le encanta que le hablen de cualquiera de los dos, que les cuenten anécdotas asombrosas de dos personalidades chics, avasallantes e históricas. De sus amados y venerados padres.

El primer cadáver que vio en su vida fue el de Leonid Brezhnev, el premier de la Unión Soviética, cuando su padre lo llevó a los funerales. Toda su vida estuvo expuesto a personas con un pensamiento elevado, con contundencia, fama, y radio de acción mundial.

En el año 2000 Pierre murió de cáncer de próstata. En el velorio, ante Fidel Castro y Jimmy Carter, ante Leonard Cohen, Justin fue quien dijo las palabras de despedida. Cerró el discurso llorando un Je t’aime, papa. Inmediatamente las luminarias de la política, los cazatalentos, los cazaimagen, los cazacarisma, lo vieron como un sucesor y un posible candidato de algo y le empezaron a hacer la cabeza.

Trudeau padre trabajó por la unidad del país. Trajo inspiración a Canadá. Promovió el bilingüismo en la función pública al hacer que se hablara tanto el francés como el inglés y que las dos fueran las lenguas oficiales. También les pinchó el globo a los identitarios de Quebec. Batalló en contra del separatismo con una gran campaña en un histórico referéndum soberanista. Los quebequeses decidieron seguir perteneciendo a Canadá con el 60% de los votos.

Dos años antes de la muerte de Pierre había muerto Michel, el hermano menor de Justin, en una avalancha de nieve, mientras hacía alpinismo. El vocero de la familia fue Justin.

Justin estudió Literatura Inglesa y Educación en dos grandes universidades. Trabajó de maestro. Practica yoga y boxeo. Surfea. Fue actor. Se asombran pero es como un chico vital de Acassuso, aldeanamente hablando, que quiere hacer sus experiencias con lo que ofrece el mundo, la cultura, la oportunidad que les dio la cuna. Está lleno de Trudeaus congéneres. Está lleno de gente “con onda”. El cambio puede que sea solo generacional, pero todavía hay pocos como él en las presidencias nacionales.

Hace apariciones excéntricas como el strip tease que realizó para ayudar con una colecta de fondos para la lucha contra el drama de las enfermedades renales. O un combate de boxeo a beneficio. Está casado con una presentadora de tevé (como el Rey Felipe con Leticia) que conoció en un evento que condujeron juntos. Y a la que según cuenta en su página del Partido Liberal, le costó tiempo conquistar. El día de la boda el auto nupcial fue un Mercedes descapotable que había sido de su padre y que manejó Justin. Tienen una nena y dos varones.

Trudeau es impulsivo, pagado de sí mismo. Por esto sus asesores minimizan riesgos. La estrategia de su campaña y de su presidencia es la usual de estos últimos tiempos: enfocarse en una comunicación directa entre el político y los votantes, sin mediación de un partido, hacer visitas de sopetón a locales y casas particulares (door to door o “timbreo”), y la presencia permanente en redes sociales (en Twitter @JustinTrudeau tiene más de dos millones de seguidores y tuitea en inglés y en francés simultáneamente). Le cambiaron el look y dejó de parecer un bohemio amanerado de los noventa para parecerse al personaje de un presidente del primer mundo interpretado por un galán hollywoodense. Hugh Grant en Actually Love.

En sus años como diputado fue uno de los legisladores con mayor ausentismo y solo presentó un proyecto de ley que no se votó en el recinto.

Trudeau ganó las elecciones en 2015. Derrotó al primer ministro conservador Stephen Harper de lo que sería su cuarto mandato consecutivo. Asumió a fines de ese año.

Su feminismo no es de cartón. El gabinete de Trudeau es un gabinete totalmente balanceado en cuanto a paridad de género. Está creando nuevos refugios para mujeres víctimas de violencia de género. Y tiene como objetivo sacar a la luz y enfrentar el horror de los asesinatos de mujeres aborígenes en Canadá que es de proporciones siniestras.

Está a favor del aborto y del matrimonio igualitario. En su propia página dice de sí mismo que su gobierno trabaja para que se legalice la muerte digna y la eutanasia. Que impulsó un beneficio para la niñez que sacó a 300 mil niños de la pobreza. Que redujo impuestos a las clases medias. Para esto le aumentaron los impuestos al 1% más rico de los canadienses. Medidas ambientalistas: todas las que se puedan. Anunció que gravarán las emisiones de carbono para reducir el impacto contaminante.

Su gobierno procura tratamiento y ayuda para las víctimas de los conflictos en Siria e Iraq como simplificar la inmigración de las familias para poder unirse rápidamente una vez ingresados al país. La familia del nene sirio cuyo cuerpito fue encontrado en la orilla del mar por policías de una playa turca, huía hacia Canadá para encontrarse con parientes que ya estaban siendo refugiados allí. Canadá es el país de América en recibir más sirios inmigrantes que ningún otro.

La noche de la elección de Trump, la página web para tramitar la visa en Canadá se cayó. Ganó Donald Trump y se acabó el sueño americano. Canadá es la nueva utopía y Trudeau el profeta imaginado por los que ya no esperan nada de USA.

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