La dinámica política argentina es un proceso acelerado que pocas veces da lugar a la reflexión. Esta entrevista con el profesor Santiago Leiras fue pensada en las primeras horas del lunes para analizar los resultados electorales del domingo y ver los posibles escenarios hacia una elección en noviembre donde se resolverá la composición de las cámaras para los dos años de gobierno que le restan al presidente Fernández.
Sin embargo, los últimos días el presidente y su vice exhibieron públicamente sus conflictos, arrastrando tras si a diferentes actores que responden a una u otra facción de la alianza gobernante y derrotada. El mecanismo creado por el peronismo en 2010 para dirimir las diferencias internas, esto es las PASO, fue desvirtuado por el Frente de Todos y a la vez permitió recrear una alianza competitiva, hoy denominada Juntos por el Cambio, que ganó dos de las últimas tres elecciones y se encamina a noviembre en busca de una mayoría parlamentaria.
De todas estas cuestiones hablamos con el profesor Leiras y, adelantamos nuestro tradicional reportaje de los domingos, para que su vigencia no sea desvirtuada por los acontecimientos.
En primer lugar te felicito, si bien no sos consultor y tampoco hacés encuestas, proyectaste unos números en las redes que acompañaron bastante los resultados finales. Quiero preguntarte en primer lugar, ¿a dónde fueron los votos del FDT?
Muchas gracias, quizás esto inaugure una nueva etapa en mi vida profesional, jajaja. Hablando más en serio, la clave del triunfo del FDT en 2019 fue un votante desencantado con la gestión de Mauricio Macri y que eligió a Alberto Fernández, aún con la reserva que despierta la figura de CFK, por su promesa de mejoras materiales efectivas y al mismo tiempo como un moderador de los potenciales excesos de CFK (por cierto, esta fue una fantasía sostenida también por una buena parte del Círculo Rojo en sus diferentes expresiones tanto la económica como la intelectual).
¿Dónde fue ese voto en esa oportunidad? Tengo la impresión que en su mayor parte retornó a una oposición con una oferta electoral más renovada (sin que esto signifique un cheque en blanco para la oposición) y en menor medida a otras expresiones como la izquierda, Milei, etc.
Evidentemente hay una consolidación de la oposición que viene manteniendo un caudal electoral por encima del 30% de los votos desde la elección de 20215. Es un dato que hoy no se puede soslayar, la unificación de un polo no populista y republicano. ¿Cuánto aporta esa consolidación al triunfo del domingo pasado? En este sentido, ¿qué pesó más, los errores y desgastes del gobierno o los aciertos de la oposición en el resultado de la elección?
Pesaron tres factores: un voto anti oficialista a nivel subregional que no se da necesariamente a nivel global (esto se puede explicar por un peor desempeño sanitario y económico respecto del mundo en general tanto en lo sanitario como en lo económico), la mala praxis sanitaria educativa y económica del gobierno que refuerza ese clima anti oficialista y la renovación de la oferta electoral de la oposición en los grandes distritos especialmente en CABA y PBA.
En este último caso, la participación electoral de referentes como Facundo Manes, Martín Tetaz o Ricardo López Murphy, solo para mencionar algunos, sin duda oxigenó a la coalición opositora y al mismo tiempo permitió a los candidatos apadrinados por el jefe de gobierno y al propio Horacio Rodríguez Larreta mostrar un resultado electoral muy favorable frente a las opciones oficialistas.
¿Por qué no funcionó este hipervicepresidencialismo de coalición?
Básicamente por tres razones: en primer lugar, una distribución de los ministerios, secretarias, subsecretarias y direcciones nacionales de manera horizontal con un criterio de asignación al interior de la administración pública nacional basado en la coexistencia de los diferentes actores integrantes de la coalición en una misma cartera.
Segundo, un proceso de asignación horizontal de las responsabilidades en las diferentes carteras convive además con un particular esquema de rendición de cuentas de los ministros a los secretarios o subsecretarios y del titular del poder ejecutivo a la vice presidente de la Nación: se invierte entonces la relación entre el agente y el principal, siendo el principal monitoreado por el agente.
Por último, una conflictiva coexistencia entre diferentes visiones sobre el rumbo a imprimir al gobierno nacional aparece de manifiesto entre los titulares de los ministerios, secretarias, subsecretarias y direcciones nacionales.
El resultado de esta modalidad decisoria y de distribución de responsabilidades no ha sido otro que la parálisis política, el bloqueo institucional y la ausencia de una definición del rumbo general de la administración.
Dada la reacción desmesurada que se da hacia dentro de la coalición gobernante, ¿podrá el gobierno, puede retomar la iniciativa política antes de noviembre? ¿Puede la oposición mejorar la elección, dado el ausentismo que se dio el domingo?
Parece más probable el segundo escenario que el primero; si observás las últimas elecciones el aumento de la participación en la elección general fortaleció las posibilidades del polo no peronista; así en 2015 ese incremento generó las condiciones que permitieron el triunfo de Mauricio Macri, en 2017 el triunfo de Esteban Bullrich/Gladys González sobre Cristina Fernández/Jorge Taiana (¡Randazzo tenía mucha razón al respecto!) y en 2019 si bien no le permitió a Mauricio Macri lograr su reelección si le permitió recuperar en parte un electorado que le había sido esquivo, contra todos los pronósticos, en las primarias de agosto de 2019.
Dadas las dificultades que describía en la pregunta anterior, y la crisis desencadenada como resultado de la derrota del domingo 12 de septiembre, me resulta difícil pensar que la coalición oficialista pueda retomar la iniciativa política para noviembre.
Hoy por hoy, ¿cuál es la mayor amenaza para el presidente, la oposición que se muestra consolidada y unificada y consolidada o la vice presidente y sus seguidores?
En términos electorales una oposición unificada, consolidada y con una oferta electoral renovada es un verdadero desafío para el gobierno. Recordemos que se dio una situación inédita en nuestros anales, cual es que la oposición derrotada en las elecciones de 2019 no tuvo un proceso interno que la llevara a la ruptura si bien es cierto que hay debates internos pendientes entre ellos el del liderazgo de la propia coalición.
Pero un desafío aún mayor es el de la incongruencia de una propia coalición de gobierno concebida contra natura: el Frente de Todos llegó al poder sin haber resuelto un conjunto de diferencias y tensiones que son las que habían dado lugar a la fractura interna y las derrotas en los comicios de 2013, 2015 y 2017. El triunfo en 2019 permitió poner bajo la alfombra todas esas diferencias existentes.
Una derrota electoral contundente vuelve a poner sobre la mesa, independientemente del desenlace final de la crisis interna de estos días, todas esas tensiones.
¿Faltó peronismo para mantener el voto duro o sobraron errores no forzados en estos dos años de gobierno que hicieron perder el voto moderado?
Creo que al gobierno le faltaron tres cosas: política, comunicación y gestión, lo que no debería sorprender dado las características del proceso de toma de decisiones dentro de la coalición que te describía recién.
Estamos frente a otro caso de una coalición electoral con enormes dificultades para poder funcionar como una coalición de gobierno, tal como sucedió con la Alianza (esto no significa que necesariamente tenga el mismo final) o incluso el propio Cambiemos que funcionó más como una alianza en el congreso con un partido vecinal a cargo del poder ejecutivo nacional.
A raíz de la pregunta anterior, ¿Existió alguna vez el Alberto moderado o siempre fue una especie de Zelig que pudo engañar durante un tiempo acotado a un sector del electorado?
Hay que pensar quizás a esta altura que el Alberto moderado son los padres.
Cristina Fernández eligió un gerente, un administrador: un gerente puede ser instrumento para el management de una transformación socialista de la sociedad, para un proyecto de capitalismo autónomo, para lo que vos quieras. Parafraseando a Roberto Dromi, Alberto Fernández es un abogado sin visión política por lo menos hasta que demuestre lo contrario.
La derrota del gobierno no fue un cisne negro, de hecho, algunas encuestas la anticiparon. Pero si surgieron nuevos liderazgos, algunos desde dentro del sistema, como la nueva figura del radicalismo, Facundo Manes, que hace una gran elección en el interior de la provincia de Buenos Aires, o el triunfo de una lista mixta con gran componente radical en Santa Fe o el triunfo en La Pampa. ¿Cómo se reposicionará la UCR a partir de ahora hacia dentro de la alianza opositora? ¿Estos datos pueden servir para genera una mesa de conducción más federal en Juntos?
El fortalecimiento de la UCR es un hecho muy auspicioso, en la medida en que va a dar lugar a una coalición con más equilibrio interno que en su etapa fundacional (tengo confianza en ello por lo menos).
Entiendo por ello que una coalición con más equilibrio entre sus integrantes permita pensar en una conducción más descentralizada y representativa de los diferentes actores de la coalición.
¿Cómo es la salida de la crisis en la que el mismo gobierno se metió?
En principio veo tres salidas: la renuncia de Alberto Fernández, su capitulación ante CFK o la negociación con CFK.
La renuncia abriría un capítulo más incierto aún dado que no estaría claro que CFK tenga la voluntad de asumir la responsabilidad (de hecho, no lo hizo en 2019 en un contexto casi nórdico al lado del actual).
La capitulación implica el fin del gobierno de AF, aun cuando pueda mantener la presidencia cosa que sería un hecho de carácter absolutamente testimonial (Ghost President).
Finalmente, la negociación sería la salida más razonable aunque, como vos sabés, no siempre en la vida política (y en la vida en general) predominan las salidas fundadas en acuerdos racionales y razonables.