viernes 22 de noviembre de 2024
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Fabiana Túñez: “El ‘hada virginal’ de Cristina muestra que las mujeres también reproducimos la cultura patriarcal”

Fabiana Túñez es una de las 100 personas más influyentes en temas de género a nivel global según el ranking que elabora ONU Mujeres. Fue una de las fundadoras de la asociación civil Casa del Encuentro y desde 2015 es la titular del INAM, el Instituto Nacional de las Mujeres.

 

¿Cuáles son los hitos más importantes en los derechos de las mujeres que presenciaste en estos 25 años de militancia feminista? 
25 años es mucho y es poco, pero hubo hitos muy importantes, como la sanción de la ley de violencia, la sanción de la ley de trata, la sanción del agravante por violencia de género, la figura de femicidio, la pérdida automática de la responsabilidad parental del femicida condenado, el Ni Una Menos… Estoy viendo “Monzón, la serie” en este momento, algo que me hizo volver atrás en el tiempo a mi y a muchas compañeras. Es que cuando Monzón mata a Alicia Muñiz, allá por el '88, recién se empezaba a hablar tímidamente de la violencia de género. Así que hemos avanzado mucho en materia de leyes, hemos avanzado mucho en materia social, en entender que los derechos de las mujeres son un capítulo más de los derechos humanos. Todavía nos falta avanzar más sobre la Justicia. 
 
Varios de los avances que mencionas son de los últimos diez años. ¿Hubo una aceleración?
Hubo una aceleración cuando desde la sociedad civil se empezaron a generar las primeras estadísticas sobre femicidios, porque no había estadísticas oficiales. Ahí se empezó a ver la magnitud del problema, se empezó a entender que no eran crímenes pasionales aislados sino femicidios. A partir de ahí, de a poco, tanto desde la política como desde la sociedad civil hubo una demanda concreta de políticas específicas para atacar este problema. 
 
El '94 figura en tu biografía como el año en que empezaste a militar por los los derechos de la mujer. ¿Qué pasó ese año? 
Yo militaba en un partido político muy machista, muy patriarcal, también muy discriminador, en aquellas épocas. De pronto el partido me manda a un encuentro feminista internacional en San Bernardo y ahí encontré la respuesta a todas mis preguntas. A partir de ahí dejé la militancia partidaria y me dediqué de lleno a la militancia feminista, la militancia de los derechos de las mujeres. 
 
¿Cambió ese partido político o los partidos políticos en general hoy en día? 
Creo que en lo formal están aprendiendo a cambiar pero todavía falta mucho. 
 
La Ley de Cupo, que después se convirtió en la ley de paridad, ¿ayuda? 
La Ley de Cupo fue muy resistida en los partidos políticos. De hecho se cumplía muy a regañadientes. Creo que la ley de paridad vino a poner en valor que no podemos seguir estando con una parte de la sociedad, una mirada de la sociedad, fuera de los lugares de decisión. Como todo, va a ser un proceso. 
 
¿Se cumplirá la ley en esta elección?
Lo estamos monitoreando y aparentemente se estaría cumpliendo la paridad. Pero la gran mayoría de las listas están encabezadas por varones así que siempre va a haber un varón más que entre; son detalles que el tiempo va a ir solucionando. Yo soy una ferviente defensora de la democracia, creo que los partidos políticos son la herramienta de transformación, pero también hay otros actores que transforman las realidades y los partidos políticos van a tener que empezar a aggiornarse y a entender que hay más actores a incorporar a la vida política. 
 
Mencionase el movimiento Ni Una Menos. También está el Me Too a nivel global, que acá cobró mucha fuerza el año pasado con la consigna Mira Cómo Nos Ponemos después de la denuncia de la actriz Thelma Fardin. ¿Cómo han impactado estos movimientos en las políticas públicas? 
Impactaron directamente. La realidad es que estos temas antes no eran políticas de Estado. Hoy lo son y eso tiene que ver con un trabajo del movimiento de mujeres, no desde el Ni Una Menos ni desde el Me Too sino desde muchos años atrás, que ahora vio su explosión en estos movimientos que le han hecho mucho bien a la causa. Hoy nadie discute que de acá en adelante esto debe seguir siendo política de Estado porque para erradicar la violencia, para empezar a disminuir los índices, si no lo sostenemos a lo largo de los años, va a ser muy difícil. 
 
Es importante esto que decís porque en Argentina hay muy pocas políticas de Estado, o sea que sería un área en la que podría llegar a haber continuidad de gobierno a gobierno, lo cual no es poco. 
Yo creo que sí porque ahora que estoy en la gestión y artículo con mujeres de diferentes partidos, veo que a la hora los temas de género, de derechos, hay un acuerdo transversal. De hecho, la paridad salió gracias a la picardía de compañeras de diferentes partidos que pusieron sobre sobre tablas, a la madrugada, cuando nadie se lo esperaba, el tratamiento de la ley de paridad. Así que yo creo que este tema sí es política de Estado y va a seguir siéndolo. 
 
¿Cuál es hoy el problema más grande que afrontan las mujeres? 
El problema cultural. Hay una cultura machista, una cultura patriarcal, una cultura que todavía sigue considerando a la mujer como un objeto, como una cosa de pertenencia y eso es lo que hay qué deconstruir. Como toda transformación cultural, no se logra ni en uno ni en cuatro años, son muchos años de luchar contra un sistema de exclusión. Hace tan sólo 70 años que la mujer puede votar y hasta la década de los ochenta la patria potestad, por eso se llamaba así, era del padre y la madre no existía. La cultura a cambiar es el principal desafío y el principal enemigo de las mujeres. 
 
En el INAM tienen un mail para denunciar la violencia de género en los medios, en lo simbólico, ¿no? 
Exacto. La ley de violencia abarca diferentes tipos y modalidades. Una de ellas es la violencia simbólica. Entonces en el INAM creamos un observatorio de violencia simbólica y mediática para poder trabajar esas violencias que en algunos casos están naturalizadas, en otros casos podemos llegar a trabajar con las empresas, con los medios, con los y las periodistas, para deconstruir una cultura de comunicación, para ir hacia una cultura de la imagen no sexista, no estereotipada. Falta mucho pero estamos trabajando muy bien. 
 
¿Qué tipo de denuncias reciben? 
Un ejemplo fue el caso de Gustavo Cordera, que ingresó por el observatorio y nosotras actuamos en consecuencia a través de nuestra área de litigio estratégico en conjunto con el INADI. En el caso de Juan Darthés y Thelma Fardin, el INAM vino a poner en valor una participación dentro de lo que va a ser el juicio. Están los casos de las chicas que son menospreciadas en los medios, descalificadas, humilladas. Hemos actuado en varios casos en publicidades sexistas o que producen violencia. 
 
En las redes sociales llamaste la atención sobre una reciente tapa de revista con una caricatura de Cristina Fernández de Kirchner amamantando a Sergio Massa y a Alberto Fernández, y la leyenda “Volvieron al seno materno”. 
Claro, esa tapa, bueno, obviamente les mandamos una carta citándolos a una reunión amigable para poder charlar acerca de este significado, también con tapas de similares características con respecto a Vidal, a Victoria Donda, a Carrió… 
 
¿Dónde está el límite entre el uso de estereotipos típicos del humor y la violencia simbólica? Vos decías “sin coartar la libertad de expresión”, pero hay una delgada línea roja, ¿no? 
Creo que la delgada línea se puede traspasar cuando dialogamos, cuando explicamos. En este caso vamos a hacer el intento, nosotras acá no hemos censurado sino que hemos citado a una composición amigable como para dimensionar que lo que se dice en los medios tiene un impacto directo en la sociedad, una sociedad que además está diciendo “basta” a este tipo de violencia. También cuando hay dichos fuera del lugar, dichos que son muy muy violentos, muy estereotipados, salimos a contestar, a llamar a la reflexión. Desde dichos que ha tenido Baby Echecopar hasta Cacho Castaña hasta Cristina Kirchner misma ahora hace muy poquito con el “hada virginal” por María Eugenia Vidal, vos fijate que las mujeres muchas veces también reproducimos esta cultura patriarcal y creo que tenemos que trabajarla. Son siglos de una cultura machista donde varones y mujeres hemos sido educados en estos valores. Deconstruir todo esto lleva tiempo, pero creo que con un diálogo, no con agresión, vamos a poder crecer en una sociedad mucho mejor. 
 
¿El lenguaje inclusivo también es una respuesta a la violencia simbólica? 
Tengo mi propia perspectiva, para mí el lenguaje inclusivo tiene que existir pero sin reemplazar a la “a” y a la “o”. Porque a nosotras nos costó mucho tiempo que se visibilizara la existencia de las mujeres, entonces me parece muy bien hablar con la “a”, con la “o”, con la “e”, pero sin invisibilizar ninguna letra, porque lo que no se nombra no existe. Las mujeres existimos y nos costó mucho existir. Entonces me parece que la “e” viene a nombrar la diversidad que hay de mujeres, de varones de diversidad sexual, me parece bien pero no hablar todo con la “e”… En todo caso, otro ejercicio que podemos hacer, como un lenguaje inclusivo, tiene que ver con usar genéricos. Digamos “las personas”, “la ciudadanía”… Tenemos un lenguaje muy rico, empecemos a hacer la práctica.
 
Hablabas de diversidad sexual. ¿Cuál es el sujeto de derecho del INAM? ¿Incluye a las mujeres por opción? 
Sí, totalmente. Está en la definición política de lo que es la construcción del Consejo Nacional de las Mujeres, que ahora es el INAM. Obviamente que está incorporado toda la diversidad de mujeres. 
 
Si dividimos tu accionar en dos etapas, la primera en la asociación civil que 
fue la Casa del Encuentro, y la segunda desde 2015 en el INAM, ¿cuáles considerás tus mayores objetivos logrados en cada una de esas etapas?
El mayor objetivo que logré desde la sociedad civil junto con mis compañeras de la Casa de Encuentro fue haber puesto en agenda dos temas muy importantes: uno, el tema de la trata de personas, las mujeres desaparecidas por la trata para la prostitución, donde durante cinco años sostuvimos las marchas de los días 3 de cada mes en el Congreso; y dos, el informe de femicidios, porque la primera estadística fue la de la Casa del Encuentro.
 
Recién en el 2015 la Corte Suprema empezó a elaborar estadísticas oficiales.
Exacto. Igual la Casa del Encuentro sigue haciéndolo, lo cual me parece muy bien. Y a partir del informe de femicidios salieron muchas propuestas de leyes que en ese momento nos decían que estábamos locas por pedir lo que pedíamos. Y no estábamos tan locas porque lo logramos. Lo más anecdótico fue que junto con mis compañeras fuimos las impulsoras de la ley de reparación económica para hijos e hijas de víctimas de femicidios y, estando acá en el INAM, me tocó reglamentar esa ley, así que fue muy emocionante. En cuanto a los objetivos que me había trazado en la gestión el 10 de diciembre del 2015, ya se lograron: el plan de violencia, una deuda que teníamos desde 2010; el plan de igualdad de oportunidades y derechos, que había dos países en la región que no tenían este plan, uno Cuba y el otro Argentina; el haber logrado la jerarquización del organismo rector de políticas públicas, hoy este organismo maneja su propio presupuesto; y también el haber ampliado la capacidad de atención de la línea 144, el haber profesionalizado la atención de los llamados, haber renovado el software y el hardware, haber capacitado más personal para aumentar los profesionales atendiendo, el haber logrado el enrute entre provincia de Buenos Aires y CABA, que por razones de egoísmos partidarios no se había podido hacer. Además, la línea 144 nunca se cae. Uno de los orgullos que yo siento de la gestión, algo que construimos junto con los trabajadores y las trabajadoras, es que cuando hay paro los mismos trabajadores y trabajadoras se organizan para que la línea nunca pare. Eso habla del compromiso que existe hoy en día desde el INAI. Antes, cuando era el Consejo Nacional de las Mujeres, nadie sabía ni qué hacía ni quién era su titular.
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