Gabriela Ferrás es doctora en Ciencias Sociales y tiene una extensa experiencia en el ámbito universitario: Profesora titular de Historia del Pensamiento Político y Latinoamericano, investigadora del Instituto Gino Germani y doctora en Filosofía de la Universidad de París 8.
Su libro Ricardo Rojas: Nacionalismo, inmigración y democracia, publicado por Eudeba, es el resultado de una tesis de maestría sobre la figura del extranjero en el discurso político-intelectual de las élites del Centenario, las clases dominantes que gobernaron el país desde la Revolución de Mayo hasta el siglo siguiente. También, indaga en el positivismo argentino así como en el discurso del llamado triángulo nacionalista de Lugones, Gálvez y Rojas.
La autora explica que Rojas le llamó poderosamente la atención porque subyacía en su nacionalismo la utopía de Eurindia y esta impronta lo diferenciaba de sus coetáneos. “Esta distinción, salvo algunas excepciones, permanecía ocluida en la numerosa literatura sobre el tema, a la sombra de la invención de la tradición nacional de Lugones”, enfatiza la autora.
¿Qué significa para Rojas la cuestión social?
En general, Rojas no ha sido muy tenido en cuenta a la hora de hablar de la cuestión social a diferencia del reformismo liberal, el positivismo, el socialismo y el anarquismo. Pensadores como Roberto Giusti hasta David Viñas se refieren a la falta de sensibilidad social de su nacionalismo. Sin embargo, su paso como periodista de El País y Libre Palabra, devela no sólo su interés por la cuestión social, sino sus críticas a la Ley de Residencia de 1902, así como su profunda amistad con el anarquista Alberto Ghiraldo o el interés por los obreros de la zafra en Tucumán.
¿Cuáles son las características del nacionalismo que defiende el autor?
Un nacionalismo fundamentalmente democrático, que se diferencia del europeo, especialmente del francés y alemán, tal como escribió en La restauración nacionalista de 1909. Esto quiere decir que, lejos de que le resultara insoportable la heterogeneidad y fundamentara la unidad de un pueblo a partir de elementos orgánicos como la raza o la lengua, Rojas trata de pensar la unidad del “yo colectivo” desde la heterogeneidad de esta tierra de migraciones. El territorio aparece como sostén simbólico y material. Una geografía espiritual funda las identidades colectivas.
El nacionalismo de Rojas, a mi entender, expresa la polisemia de la nación (entre una logica cívica y otra cultural) revelando el proceso inconcluso de la misma, su condición de proyecto utópico y esa idea le da mucha actualidad.
El radicalismo pasó a ser sinónimo de independencia política y cultural.
¿Cómo influye el radicalismo? ¿Cuál es el papel en su vida?
Rojas se afilia a la UCR después del golpe militar de 1930 al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen. En el 1932 escribió El radicalismo de mañana filiando a éste partido con el pasado de la emancipación nacional y fuente de la democracia argentina.
El radicalismo en su pluma pasó a ser sinónimo de independencia política y cultural. Tuvo una militancia muy activa, fue presidente de la Convención Nacional del partido y entendió que en esos tiempos la ciudadanía estaba proscripta. Fue preso y confinado al exilio en Ushuaia en 1934. Rojas fue un referente ineludible de la intransigencia y fuente inspiradora de la Declaración de Avellaneda.
Rojas siempre se quejaba de la ausencia de pueblo en el continente, en contraposición a Europa dónde los pueblos y sus revoluciones habían dado lugar a los Estados-nación.
¿Cómo analiza el tema de la identidad argentina?
Hay varios abordajes posibles a la formación de la identidad en el pensamiento de Rojas. Uno de ellos puede ser la búsqueda geológica en las capas sedimentadas del territorio que nos llevan a los tiempos lejanos del Tahuantinsuyo, bajo dominio del imperio Inca. Esta idea alude a la “restauración indiana” tan criticada por liberales, conservadores y positivistas. Muchos intentaron ver en este pensamiento un nacionalismo “reaccionario” como sus pares europeos. Pero en una autobiografía inconclusa Rojas se identifica como migrante proveniente de los Andes con el migrante del Atlántico y define el territorio como una “tierra de migraciones”, una dinámica constante que traza una línea de continuidad (tradición) entre el pasado, su presente y el porvenir. Desde esta idea que anuda de cierto modo el nacionalismo, la inmigración y la democracia y sus tensiones e incomodidades en relación a la conformación de una identidad argentina, es que pienso la obra de Rojas.
En el libro retoma la idea de que primero surge un Estado y luego el pueblo con una identidad propia. ¿De qué manera se consolida el concepto de Nación a principios del siglo veinte?
Rojas siempre se quejaba de la ausencia de pueblo en el continente, en contraposición a Europa dónde los pueblos y sus revoluciones habían dado lugar a los Estados-nación. Es difícil responder a la idea de una consolidación del concepto de nación hoy, con más razón a principios del siglo XX. Precisamente lo que trato de mostrar es una disputa por el sentido de la nación en la que Rojas, claramente, pierde. Si puede decirse que hay ganadores y perdedores. La nación que piensa y propone Rojas no muestra descarnadamente los conflictos sociales como el anarquismo, pero tampoco descansa en la idea reconfortante para las inteligencias de que los argentinos somos “de raza blanca y cultura europea”. Eurindia sigue siendo una promesa de independencia artística, cultural, política y económica, aunque esto último quedo inconcluso.
¿Qué rol ocupa la inmigración europea y la migración interna en la construcción del concepto de nación?
El pensamiento de Rojas es el encuentro de las migraciones internas del continente con las externas que son la fuente de la identidad nacional. También las historias sedimentadas en el territorio como las exógenas y contingentes van conformando el perfil de la nación. Siempre hay migraciones, por eso podría pensarse la nación como un proyecto inconcluso, inacabado.
¿Cuál es la visión de Rojas sobre la Educación?
En La restauración nacionalista hace una firme defensa de la enseñanza de las humanidades Su sistema nacionalista toma la educación de la historia argentina como idea fuerza política. Para Rojas la escuela es el “hogar de la ciudadanía”, en este sentido sigue el legado de “Educación popular” de Sarmiento.
¿Qué lectura realiza Rojas acerca de la ampliación de la ciudadanía y los derechos políticos mediante la Ley Sáenz Peña?
Rojas es crítico de la reforma electoral de 1912, principalemente porque hace una distinción entre el derecho al sufragio y el real y libre ejercicio del mismo. Considera que en la mayoría de las provincias y especialmente en los territorios nacionales, no están dadas las condiciones materiales para que sus habitantes realicen un ejercicio pleno de la ciudadanía política. En este sentido, es un descreído del papel transformador de la ley frente a la adversidad de la realidad, relacionada con la corrupción de las elites políticas.
¿Por qué el autor afirma que la historia argentina es un juego entre despotismo y demagogia?
La oscilación entre la demagogia y el despotismo marca para Rojas el origen de la historia política argentina. Tempranamente advierte que esta dialéctica va determinando los negocios públicos de nuestro país, y de la incipiente democracia. Entre el espíritu gregario de las multitudes y la ambición de uno solo vislumbra la inestabilidad de la forma democrática de gobierno.
El despotismo signa la época de Rosas, pero también la oligarquía con el Gral. Roca a la cabeza o el golpe de Uriburu o Justo. En El radicalismo de mañana Rojas escribe que la democracia es un hecho natural en América, siendo la demagogia una desviación y la tiranía un accidente.
La argentinidad se encuentra entre el sistema de ideas nacionalista y su construcción de un pasado para la democracia argentina, entre el indianismo y el europeísmo.
¿Por qué afirma que la literatura es un documento de la memoria colectiva?
Cuando Rojas afirma la existencia de una literatura argentina y una historia de la misma, lanza un “grito de batalla” contra sus contemporáneos, es su modo de sostener y demostrar la existencia de una personalidad cultural, social y política colectiva, cuando la mayoría sostenía su ausencia. Entre los insultos recibidos uno de los más contundentes fue el de Paul Groussac que decía que Rojas confundía la literatura con el rancho pajizo. El método de Rojas y su concepción de la literatura es novedoso, todo podía ser literatura desde el ensayo hasta el folletín o la novela, proviniera de un extranjero o un nativo, siempre que expresara el amor, el dolor, el odio, o sea, la vida espiritual de un país.
Se lo acusaba de no marcar los conflictos o fricciones entre la cultura popular y la cultura de élite, no creía que existiese una “buena” o “mala” literatura. Buscó pautas transversales y contingentes dónde lo permanente fuera un núcleo local, una conciencia trabajando y esto es la expresión de una “memoria colectiva”.
¿Qué es la argentinidad?
Rojas llamó filosofía de la argentinidad al pensamiento expresado en las obras La restauración nacionalista, Blasón de Plata, Argentinidad y Eurindia. Si bien el libro homónimamente titulado en principio iba a llamarse Historia de la independencia argentina. La argentinidad se encuentra entre el sistema de ideas nacionalista y su construcción de un pasado para la democracia argentina, entre el indianismo y el europeísmo. Y tiene que ver con el sentimiento de una independencia inconclusa, inacabada, por construirse, entre un “nosotros” y los “otros” donde las fronteras aparecen difusas, porosas.
Por otra parte, “argentinidad” es un término que no me atrevo a definir tan suelta de cuerpo, ni aún amparándome en el nombre de Rojas, podría ser un balbuceo, un tropiezo de la lengua, una virtualidad que nos define, un sentimiento por el cual morir, la unión con un perfecto desconocido festejando un gol en un mundial, el dolor frente a la palabra “desaparecido”, los ojos llenos de lágrimas al ver una cabeza cubierta con un pañuelo, la familiaridad y a la vez el extrañamiento al habitar otro país, el exilio, el fin…
¿Por último, qué es América para Rojas?
Una tierra de migraciones, donde confluyen las mareas sociales de “aquí” y de “allá”. Un encuentro de continentes, o sea que aloja lo diverso. América es sinónimo de Eurindia y como tal una utopía donde los pares dicotómicos que han signado a la humanidad entre “civilización” y “barbarie” se disuelven. Sin duda alguna, el punta pie inicial para reflexionar sobre una posible filosofía latinoamericana.