Una de las “genialidades” estratégicas del General omnipresente, expresadas en la Escuela Superior de Guerra en 1953, predicó que el futuro nos encontrará unidos o dominados. Allí aludió al tríptico ABC (Argentina, Brasil, Chile) y a la gravitación central de lo económico y la defensa común.
Su afinidad con la férrea visión del Eje, Roma, Berlín Tokio, seguía la inspiración de las “ideas categóricas” de ataque y defensa. Imaginaba madrugar y blindarse contra los antipatrias en combate interminable. Nunca pensar y proceder con flexibilidad, procurando construir puentes plurales y flexibles entre todos, para hacerlos perdurables.
El resultado está a la vista. Mientras el mundo rodó y rodó sobre sí mismo, trituró también sus 20 “verdades”, mordidas por la Bocca della Veritá.
En el epílogo de su larga estela empujando el declive argentino, disfrazándolo de grandezas, hoy -aquel legado ilusorio- presenta el triste espectáculo de una opulencia andrajosa, con millones de compatriotas sumergidos en la pobreza, sin los niveles de trabajo, educación, salud y equidad social de hace setenta años, por no elegir ciento diez.
En términos políticos, el “unidos o dominados”, reitera ahora un nuevo clímax de dispersión, a través de tironeos gubernamentales y sus grupos de poder e intereses asociados al caranchismo aprovechador y rapaz de las desgracias ajenas, que admite la calificación de un verdadero estado de anarquía.
En el lenguaje vulgar de las redes, se entiende por anarquía a la ausencia -o falta de claridad- del centro de autoridad del poder público institucionalizado. Una suerte de caos político como ejercicio del gobierno y -por lo tanto- carencia de prioridades rectoras y ejemplares para la convivencia, hacia adentro y hacia afuera del país.
Desde aquel famoso “estamos en Harvard, chicos, estamos en Harvard”, hasta el actual “Pinchen los globos y pónganse a pensar qué hacemos con el país”, la pitonisa sigue descubriendo –o encubriendo- cosas y conceptos extraños, por medio de su magia y feroces complicidades, haciendo ahora un amague, una gambeta, un gambito de convite a un acuerdo social y político, ante la amenaza de un desbarranque.
La necesidad de concertar es manifiesta, SÍ! Cualquier convocatoria honesta debe partir de quien gobierna, SÍ! Su condición es que el gobierno clarifique y organice su unicidad, personal, conceptual e institucional, SÍ! La convocatoria deberá ser considerada en el lugar adecuado: el Congreso de la Nación, SÍ! Su forma es presentar un programa compartible para que sea perdurable, SÍ! Debe comprometer actualizaciones prudentes conforme a consensos, SÍ! Su base: administrar democrática y respetuosamente las diferencias futuras ente mayorías y minorías, SÍ!
Figurativamente estamos al borde del abismo de la grieta y sus efectos que parecen eternos. Si el 14 de noviembre las circunstancias presentan la necesidad de acordar para subsistir, a partir del 15 ¿habrá quién se arriesgue a dar un salto superador y en común hacia adelante, del brazo de la Fierecilla indomable?
¿Encontrará por entonces Catalina, la protagonista de la comedia shakespereana, la racionalidad suficiente para regular sus pasiones? ¿Congelará su devoción por fastidiar a los demás? Pregunta para hacerle a Feletti, ya que no a Shakespeare.
Cabe recordar la fina concepción de Bertrand Rusell “Los deseos, las emociones, las pasiones (se puede elegir la palabra que se desee) son las únicas causas posibles de la acción. La razón no es la causa de la acción, sino sólo un regulador”.
Roguemos al amico Francisco para que interceda y el regulador funcione. Vendría bien un milagro de refuerzo.