Los últimos, fueron días políticamente movidos con el avance en las definiciones internas de Juntos por el Cambio en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires. Y aún lo son. Especialmente en el PRO.
La renuncia de Patricia Bullrich a encabezar la lista de diputados de la Ciudad fue la noticia más trascendente y atendida por los medios de comunicación. Sin embargo, hubo otros temas, menos tratados, pero que también requieren especial atención. Por ejemplo, la actuación de Horacio Rodríguez Larreta, ya no como Jefe de Gobierno o como contrafigura de Axel Kicillof o Alberto Fernández en el manejo de la pandemia, sino como un líder partidario con aspiraciones presidenciales para 2023, procurando imponer candidatos en su propio Partido.
Los primeros resultados no parecen ser los esperados.
Un líder inseguro de sus propias condiciones
Es posible que Rodríguez Larreta no haya podido convencer a María Eugenia Vidal de liderar a Juntos por el Cambio en la Provincia. Para la exgobernadora esa tarea no era sencilla, pero, sin duda, parecía menos compleja que en 2015, cuando Mauricio Macri sí pudo convencerla de ser candidata en el distrito más populoso del país siendo una completa desconocida en esa jurisdicción.
Otra posibilidad es que no haya querido convencerla. En este sentido, el cambio de la exgobernadora estaría vinculado a detener la creciente popularidad de Bullrich en la Ciudad de Buenos Aires. Si este fuera el caso, no es muy difícil leerlo como una señal de inseguridad, ya que Larreta expresaría así que no se siente suficientemente fuerte como para enfrentar sin ayudas el avance de la exministra de Seguridad. En esto también hay diferencias con el 2015, cuando el expresidente Mauricio Macri, apadrinando al entonces poco popular Rodríguez Larreta, se impuso sobre Gabriela Michetti en las recordadas PASO que disputaban la candidatura para la Jefatura de Gobierno porteña.
Otra de las consecuencias no previstas de las decisiones de Rodríguez Larreta fue que la renuncia de Bullrich produjo una oleada de críticas a Vidal en las redes sociales y entre los adherentes más movilizados de la coalición opositora. ¿Era necesario someter a uno de los principales activos políticos del PRO a ese desgaste?
Pero no solo Vidal salió lastimada del enroque. La incomprensible decisión de ignorar en el armado de las listas de la Ciudad a los llamados “halcones”, el sector más duro contra el kirchnerismo, generó reclamos y disputas en un distrito que estaba ordenado y esperando una contundente victoria contra el PJ.
La lista de desaciertos sigue. Larreta pretende llenar el espacio que dejó Vidal en la Provincia designando unilateralmente a Diego Santilli, un dirigente que no pertenece a la primera línea dirigencial de Juntos por el Cambio ni cuenta con un caudal electoral significativo. Esto no puede dejar de verse como una subestimación de la política bonaerense y una sobreestimación de su propio poder.
La UCR fue rápida y astuta jugando la carta de Facundo Manes y ahora Rodríguez Larreta también la tiene difícil en la Provincia. Estimulado por el triunfo en Jujuy, el Radicalismo pelea por la hegemonía de Juntos por el Cambio a nivel bonaerense, donde, además, cuenta con apoyos de una parte importante del PRO. Además la presencia de Manes no está pensada para detenerse en las fronteras provinciales y, quienes lo rodean, buscan armar una alternativa nacional detrás del popular neurólogo.
Increíblemente, y en su afán de ir por todo, Larreta se inventó un adversario de peso allí donde no lo había.
A diferencia del presidente Alberto Fernández y Axel Kicillof, Rodríguez Larreta no puede echarle la culpa a Macri de todos sus males. Todo lo contrario. Además, el expresidente dio su opinión sobre las listas y se fue a Europa. De algún modo, reconoció en el Jefe de Gobierno porteño la potestad y la responsabilidad del cierre del PRO en los dos principales distritos del país.
¿Larreta quiere cambiar a Juntos por el Cambio?
Posiblemente el Jefe de Gobierno porteño pueda recomponer la situación antes descripta. Tiene todos los recursos para hacerlo. Sin embargo, deberá revisar estrategias que lo muestran poco tolerante y generoso con las distintas miradas de Juntos por el Cambio, una coalición que hizo de su heterogeneidad una marca y que cuenta con grupos internos muy activos, algunos de ellos incluso han liderado las movilizaciones ciudadanas en tiempos de cuarentena y hoy se sienten dejados de lado.
También hay una cuestión de fondo que ya está en boca de los “halcones”: todos estos problemas surgirían porque Rodríguez Larreta pretende imponer cambios en las políticas y alianzas que caracterizaron al espacio, aunque sea en el plano más discursivo, desde la misma fundación del viejo Cambiemos. Detrás de las movidas de Larreta estaría la intención de avanzar en un cambio programático de la coalición, dejando de lado los elementos más antikirchneristas y republicanos para enfocarse en acercamientos con sectores del peronismo, priorizando una política sustentada en los acuerdos de aparatos partidarios y corporaciones antes que en las demandas ciudadanas y las agendas que habían caracterizado el programa de Cambiemos y luego de Juntos por el Cambio.
Mientras jugó protegido por Macri o sin competidores, Horacio Rodríguez Larreta construyó una imagen de solvencia que ahora empieza a poner a prueba. Posiblemente, (¿otro error?), deberá lidiar con las consecuencias de la instalación muy temprana de su candidatura presidencial.
El largo y sinuoso camino que lleva a las puertas de la Casa Rosada no admite demasiadas equivocaciones.