domingo 24 de noviembre de 2024
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“Estar en default es que somos el último orejón de la tierra”

Entrevistado hace poco más de un año por Danila Terragno, Daniel Muchnik adelantaba muchos de los problemas que tendríamos en 2020 en la economía, incluso cuando aún no se preveía la pandemia del Covid 19.  Queremos recordarlo en este reportaje.

¿Cuáles son sus impresiones sobre la situación actual luego de haber sido un testigo estudioso de los últimos 40 o 50 años de política económica?
Es una historia de empeños y de frustraciones, de decisiones erróneas y de políticas incongruentes que llevaron a este bagaje de 70 años de crisis ¿Cómo salir de esto? Creo que es un tema de magos. Un hombre solo no puede cambiar toda la estructura económica, ni puede formular propuestas concretas. Se necesita toda una sociedad que vaya detrás de un proyecto y no lo veo en estos días, de ninguna manera lo veo. Me siento muy desahuciado porque el gobierno anterior podía haber gestado esta gran idea del cambio, este gran deseo del cambio, y no se concretó. Los dos últimos años son taquicárdicos, son realmente dos años donde la clase media quedó reducida, quedó pulverizada y creo que no se dieron cuenta, no han comprendido la vulnerabilidad en la que dejaron economía que además cargaba con toda la debilidad de la economía que habían heredado del kirchnerismo cristinista.

¿La deuda es la culpable de todo?
La deuda, en primer lugar, es un síntoma de la enfermedad y, en segundo lugar, la deuda es realmente impagable. Si el argumento que usa el gobierno es razonable, no se puede pagar.

¿Cómo se llega a esto? ¿Por qué salimos a buscar la ayuda del Fondo Monetario?
Si tocás el timbre en el Fondo Monetario y pedís ayuda, ellos tiene una estructura muy cerrada, muy piramidal, donde pesan los países que ponen plata, o sea los que se reúnen en el directorio del fondo. La ayuda que recibió Argentina es inmensa.

Se dice que es el mayor crédito en la historia del FMI…
Creo que sí, este dato no lo tengo concretado pero creo que sí. De todas maneras hubo préstamos a otros países por fuera del Fondo Monetario que tienen la misma magnitud; por ejemplo, México quiebra en el ‘95, el Tequilazo, y ahí el presidente norteamericano ayuda a México a cuenta de que le den las posesiones de petróleo o las acciones correspondientes el petróleo y le da 50 mil millones de dólares. 50 mil millones de dólares le dio a México para que salga de la crisis. En materia de préstamos, si salgo del Fondo Monetario, hay esta gran cantidad. También 50.000 millones de dólares fueron al Plan Marshall por parte de Estados Unidos y eso ayudó a recuperarse a Europa que salió de las cenizas y de la guerra, con posibilidades.

¿Hubiera sido mejor no recurrir al Fondo Monetario entonces?
En Argentina no había financiamiento externo, éramos unos leprosos a nivel internacional. En 2015, apenas asume el gobierno de Mauricio Macri, no había fuentes de financiación privadas o de algún otro andarivel y fueron a tocar el timbre del Fondo Monetario. Pero tendrían que haber sido conscientes de que haber pedido ese préstamo implicaba un ajuste recesivo fenomena. Y fue con la firma del Ministro de Economía. No es que el Fondo lo decidió sino que lo firmó el Ministro de Economía. Asumamos la responsabilidad de que Argentina se cortó su propia cabeza.

¿Coincide usted con quienes hoy piensan que hay que hacer una auditoría de la deuda?
Convendría, sí, pero no de esta deuda sino de toda la deuda de los 70 años. Siempre he pensado que, frente a una mala gestión económica, hay que hacer un juicio al ministro, hay que llevarlo a los tribunales… ¿Qué es lo que hiciste? Porque es la plata de la sociedad, del país. Fijate el caso de Islandia, esa isla tan lejana pero no tanto, casi un país modélico. Bueno, ellos hicieron un juicio al Ministro de Economía y al Primer Ministro por la acción después del 2007 – 2008, por la crisis fenomenal. Llevaron al Primer Ministro y llevaron a los banqueros a la silla de Tribunales. Esto es lo que hay que hacer, es decir, esto amerita un castigo ejemplar o un castigo social.

Si es cierto que en los últimos 70 años los sucesivos gobiernos han ido endeudando a la Argentina de manera crónica, entonces no queda nadie a salvo…
No queda nadie a salvo. Pensemos lo siguiente: cuando asume Alfonsín como el héroe de la democracia, él hereda 33 mil millones de dólares de deuda externa; lo convierte en 66 mil millones de dólares. ¿Pero por qué? Había heredado un país invertebrado, un país presionado por todos los sectores. Le pedían demasiado a Alfonsín. La gente empezó a girar plata al exterior y así llegamos a hoy; en este momento hay más de 300 mil millones de dólares en las cuentas del exterior o en los colchones o en la maceta donde vos quieras. Termina Alfonsín su gobierno a las apuradas y el resto es lo que ya conocemos; Cavallo, que crea una montaña de ficciones: primera ficción, un peso igual a un dólar. Toda la ley de convertibilidad. Escribí un libro con una crítica al modelo Cavallo, que se llamó Fuegos de Artificio: las zonas erróneas del modelo de convertibilidad porque consideraba que esa ficción de laboratorio iba a terminar inexorablemente en el corto plazo apenas se produjera un simbronazo que generará la fuga de inversores extranjeros. Y ahora estamos en este momento, a la expectativa de cómo solucionar la terrible deuda con el Fondo y con los bonistas.

Tenemos muchos costos en dólares en la argentina y necesitamos divisas para afrontarlos. ¿Cómo se hace para atraer esos 300 mil dólares o para tener inversión extranjera en un momento de casi default?
Hicieron un blanqueo y resultó en que trajeron 120.000 millones de dólares, es decir, llegó un puchito. La gente no confía en la Argentina, este es el tema serio, no confía en la sociedad argentina ni en los políticos argentinos. ¿Hay salida? Sí, hay salida: esperemos que los jóvenes rejuvenezcan los partidos políticos, que es la única legitimidad partidaria, y solucionen este entrevero.

¿Cómo viene el rejuvenecimiento de la dirigencia política?
Los partidos no atraen a los jóvenes, esto mismo sucede en Europa. No sucede así en otras zonas del mundo. En Hong Kong, la rebelión contra Pekín la hacen los jóvenes. Pero todo depende de cómo salta el volcán. Mirá lo que pasó con los chalecos amarillos. Eran jóvenes y eran adultos que cuestionaban las políticas económicas de Macrón. Estos jóvenes no son atraídos por los partidos, hay que atraerlos, pero para eso hay que darle banderías, hay que darles fe en el cambio y hay que darles de propuestas concretas. Ningún político se ocupa de esto. Ahora se ha creído que con la Ley de Aborto se captan jóvenes. No creo que sea así, acá hay que trabajar muy duro y con mucha sensatez.

¿Los partidos políticos entonces no están logrando ese objetivo?
No están escuchando.

¿Cuál es el aporte de la clase intelectual?
El aporte es mucho. El alfonsinismo tuvo a muy buenos intelectuales. Ayudaron mucho al discurso del Parque Norte sociólogos y filósofos de la política y el discurso es formidable como propuesta de país. Alfonsín supo rodearse de intelectuales. Acaba de fallecer Luis Gregorich, que también participó en todo esto. Este gobierno de alguna otra manera cree que con algunos puntitos y algunas banderitas chiquititas se sigue adelante y no es así. Hay una tensión brutal dentro del Frente para Todos, una tensión muy grande. No es la tensión que hubo durante el macrismo, que la hubo, entre el Pro y el radicalismo. No, está es una tensión histórica y estructural. La Cámpora piensa distinto de Alberto Fernández; Alberto Fernández piensa distinto de otros sectores del peronismo, y hay peronistas que no creen en el Frente de Todos. Hay una gran fragmentación en el sentimiento y en la actividad partidaria.

Que termina en…
Que termina en más recesión. No veo un futuro muy claro y muy rosa.

Esa misma tensión se traslada a la deuda, para volver al tema. Alberto Fernández de hecho dice que no se puede elaborar un plan económico sin primero solucionar la deuda. Ahí también hay dos visiones dentro del gobierno.
El Doctor Fernández tendría que llamar a los mejores economistas, que los hay, aunque sean de distintas corrientes, para formular un plan. Alberto sólo no puede ser nada y no veo al peronismo gestando una una salida. Al contrario, hay gritos por ahí sueltos que dicen que no hay que pagarle al Fondo, con lo cual entraríamos sí en una especie de colapso o no nos ubicaríamos en el medio del océano pacífico en las islas Fiyi.

Por eso, hay dos mensajes simultáneos. ¿Cómo se está mediatizando esto?
No se mediatiza, se está ocultando, pero muchos periodistas estamos señalando esta fragmentación dentro del poder donde hay dudas sobre quién manda. Es la primera vez que hay un encabezamiento político bifronte. No creo que Cristina Fernández haya cambiado en absoluto, sigue con los mismos tics que le conocemos, y Alberto Fernández da un aire un poco más democrático, más sensato. Hay que ver si lo dejan hacer, yo no sé, no soy un filósofo del Frente para Todos. Lo que espero es lo mejor.

Pero desde la perspectiva histórica, con esos 70 años de experiencia que tenemos en Argentina con la deuda…
Y varios default…

Por eso, ¿hay alguna ventaja del default?
En este momento no veo ninguna ventaja.

¿Fue en algún momento del pasado más ventajoso declarar el default que pagar?
No. Te doy un ejemplo de default que fue patético, pero que la Argentina salió. En 1890 con Juárez Celman. Era la timba viva e iba a terminar inexorablemente en una caída estrepitosa de la bolsa y en un castigo brutal a los acreedores de la argentina, en ese caso la Baring Brothers -una vieja institución financiera inglesa- que casi quiebra por esta razón. Ese default costó revertirlo -y con gestiones de Carlos Pellegrini y otros de ese nivel- costó realmente nueve o diez años solucionarlo y revertir la situación. Estar en default es que somos el último orejón de la tierra.

Y si arreglamos también tiene costos, obviamente…
Si arreglamos tiene costos y ya se está viendo. Hay una imposición fiscal impresionante. Esta gente está haciendo un ajuste, no sé cómo compararlo frente a Macri, pero el ajuste de Macri era una dirección y el ajuste de esta gente es pavorosamente impositivo. La presión impositiva es la más alta de la historia argentina. Todo el mundo se queja, con esto no va haber inversiones, sin inversiones no hay fábrica y sin fábricas no hay empleo y sin empleo la gente se convierte en ciudadanos de descarte.

¿Eso quiere decir que se sigue perpetuando esta situación de estanflación -de estancamiento con inflación- sin crecimiento? Paradójicamente cuando se le preguntó a Alberto Fernández cómo iba a pagar la deuda, dijo que con crecimiento.
¿Crecimiento con qué? ¿Crecimiento con inversiones por el litio en el norte? ¿O por algunas explotaciones en el sur? ¿Vaca Muerta? No lo veo. Esa vaca está muerta desde hace un año… Son activos muy importantes que tiene el país pero esto no lo convierte en un país rico ni en un país que pueda decidir su futuro. Lo que se necesita son inversiones importantes para digamos permitir que estos activos rindan.

¿Hay alguna posibilidad de que en algún momento se pueda lograr un acuerdo social para sacar adelante el país?
No lo veo. Hay una grieta muy seria. La grieta política existe y más ancha más anchas la grita está en la sociedad argentina y más ancha de lo que queríamos

Es decir que las agrupaciones se están poniendo nombres que no cumplen: Cambiemos no cambió y el Frente de Todos no es de todos.
Se cometieron grandes errores políticos, además de los económicos. La estructura del Pro la dio el radicalismo y el radicalismo fue desplazado del poder, fue negado, y esto realmente rompió una unidad que podía haber sido interesante. No le dieron lugar al radicalismo, que había ofrecido su estructura partidaria en todo el país. La grieta viene de antes. La grieta ha reflejado esa intolerancia brutal por la opinión del otro, que es bastante histérica la reacción.

¿Qué modelos tenemos para imitar? ¿Quiénes están haciendo las cosas bien? ¿En América Latina?
En América Latina, nadie. Te voy a dar un caso de aquellos que funcionan, que son países bálticos, pero aún en esos países que funcionan también hay protesta social, están surgiendo el fascismo y el nazismo. Es decir, hay una crisis de sentimientos y de ideología muy seria. Pero el mundo báltico es un buen ejemplo, siempre y cuando estuvieran socialdemócratas facilitando las cosas en el poder. Un ejemplo es Suecia, otro ejemplo Dinamarca. Situaciones admirables, donde realmente la corrupción es un delito muy serio y siempre encontrás en el ranking de los menos corruptos a Islandia, a Finlandia, a Dinamarca. Noruega había sido un país muy pobre hasta comienzos del siglo XX y ahora nada en petróleo del Mar del Norte. Me gusta esa perspectiva, a nivel europeo soy un socialdemócrata decidido. Pero ahora ese socialismo demócrata está muy derretido por las promesas fáciles de otros políticos… ¡Marine Le Pen ahora está preocupada por el Medio Ambiente! Le ha dado un toque ecologista al fascismo de derecha que ella representa. Es decir, hay un cambio muy grande de ideología y de sentimiento en el mundo. Mientras tanto, acá solamente estamos pensando si éste es cristinista o si aquel es opositor, es muy reducido el pensamiento, y mucha culpa la tiene los intelectuales también que no han aportado absolutamente nada, se pelean entre ellos. El intelecutal es una figura que surge en el siglo XIX, una figura de compromiso fenomenal. De alguna manera se conjugaron esas posiciones y la salida intelectual con el caso Dreyfus, que fue muy interesante.

 

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