“Nos echaron de Europa y ahora nos quieren echar de aquí”. Fue la frase que no quiso tirar al viento Amos Oz, ya fallecido, un escritor israelí que vivió siempre en un kibutz y que entregaba a su comunidad la mitad de sus derechos de autor.
Amos militó desde su nacimiento en el movimiento de pacifistas con el mundo árabe. No pudo ser aplastado por sus contrincantes porque se trataba de un narrador que explicó a través de la historia de su familia el pasado de su país, Israel. Atrapa “Una historia de amor y oscuridad”, uno de sus libros que se desarrolla en Jerusalén, bajo el mandato británico, hijo de un padre intelectual frustrado y de una madre que nunca pudo encontrar el rumbo y calló sus sentimientos.
Amoz logró contarnos el clima, los personajes de la ciudad, bajo el comando inglés. Una Asamblea de las Naciones Unidas marcó el fin de la colonia británica. Incluía, a partir de los primeros días de octubre de 1948 la creación de un Estado Arabe y otro Judío, cerrando así la promesa del funcionario británico Arthur Belfour ,quien en noviembre de 1917 se comprometió en un documento oficial la creación de un hogar nacional para el pueblo judío.
Los árabes nunca aceptaron esta posibilidad . Por eso cayeron sobre Israel a sangre y fuego el día mismo de la constitución del nuevo país, el 14 de mayo de 1948. Los árabes fueron vencidos. Esto llevó a que el gobierno israelí diera todo su apoyo a la formación de unas fuerzas armadas hasta los dientes con los mejores equipos de destrucción norteamericanos para contestar futuros ataques, que en realidad sucedieron “a lo grande” .
Primero fue la “Guerra de los 6 Días”, contra Egipto, Jordania y Siria entre el 5 y el 10 de junio de 1967. Los israelíes los vencieron pero aquellas víctimas volvieron al ataque en el “Día del Perdón” ( el día más sagrado de la religión de judía) en un país que no logró detectar a tiempo lo que se avecinaba. Sucedió entre el 6 y el 25 de octubre de 1973.
Con grandes esfuerzos y víctimas derrotaron las pretensiones de Egipto, Siria y otro grupo de países árabes “para tirar a los judíos al mar”. Cuando se trata de salvar la vida de una nación y sus habitantes la bravura no tiene límites. La crítica de los altos mandos militares judíos señaló el descuido imperdonable de los que debían estar listos para la defensa. No estaban listos, los reflejos no funcionaron. Ahora, aprendida la lección, Israel es una de la potencias con cohetería nuclear.
Tratados posteriores firmados en la Casa Blanca alcanzaron un grado de paz en la región salvo los atentados de Hamas y Hazbollah y las amenazas de Irán.
En 1948 el Kremlin aceptó y envió armas rusas y checoslovacas en el reciente nacimiento de Israel. Poco tiempo después la URSS produjo un viraje y se volcó hacia los árabes (Nasser, el populista egipcio los tuvo de aliados ) con grandes obras como la represa de Asuán.
Fue en los últimos años del siglo XIX cuando surgió el “sionismo” como ideología. Uno de primeros mentores fue el periodista Theodor Herzl que fue a cubrir para un diario vienés el “proceso Dreyfus” que produjo una ola antisemita feroz en Europa. Ese caso se sumaba a las órdenes del zar de Rusia de propagar los “pogroms” a sangre y fuego en todos los villorios judíos.
Herzl, un judío vienés no observante, concluyó que no había otro camino que abrir la puertas de un país judío para dar refugio a los perseguidos.
La vuelta a ese territorio yermo que fue patria de los judíos hasta que acabaron prisioneros de los romanos en el año 60 D.C, pero que fue posesión de los árabes por los siglos de los siglos.
Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando 500.000 refugiados que huían del nazismo desde Austria, Alemania y Checoslovaquia encontraron que pocos países –pese a promesas anteriores– les negaban las visas. Otros países estuvieron en la lista de los que ayudaban a los perseguidos que esperaban en Lisboa, el puerto de salida de los desamparados. En la primera mitad del siglo XX las cancillerías en América Latina no ocultaban sus admiraciones por la Alemania Nazi, incluyendo a la Argentina históricamente promotora de toda inmigración.
Algunos pocos pudieron llegar hasta Bolivia, que les permitía el asentamiento. Otro grupo importante consiguió visas para Shanghái. Les dieron un lugar en la ciudad con todas las características de un gueto, pero se salvaron de una muerte segura. Una de las familias que lograron llegar y permanecer en China fue la del posterior hombre de Relaciones Exteriores de Ronald Reagan y consejero del Partido Republicano, el activo Henry Kissinger .
Como las restricciones siguieron por unos años en Argentina, Uruguay, Brasil, Cuba y Estados Unidos, los refugiados llegaban al puerto de Buenos Aires en su calidad de “protestantes” o “católicos”. Todo cambió en 1948/49. Hay cantidad de testimonios.
El sionismo conmocionó al mundo. Hubo que atravesar etapas. En el comienzo estuvieron los Kibbutz, judíos socialistas, ahora convertidos en hoteles o en exportadores de cítricos.
Más allá de los divisiones políticas y de un largo servicio militar obligatorio, al mismo tiempo se fueron desarrollando la ciencia y la tecnología, en especial en instrumentos de alta precisión que exportaron a las principales potencias del mundo, con una población que llega ahora a los 9 millones de habitantes.
Se lograron murallas tecnológicas que frenan la cohetería con que envisten desde la Franja de Gaza. Siria sigue protegiendo a la guerrilla antiisraelí, pero ahora, nación destrozada por la guerra interior que se llevó millones de seres humanos, Israel no figura como tema relevante.
la tecnológica Intel está radicada en Israel y abastece al mundo de la computación y el abordaje a Internet. Waze, el ícono que guía a los conductores en todas las ciudades del mundo, fue un hallazgo de estos científicos.
El país bate récords. En pocas semanas vacunaron a casi toda la población contra el Covid-19. Sus universidades son centros de cultura que aportan mucha bibliografía y Yad Bashem, el museo de la Shoa, ofrece todos lo datos, los más mínimos sobre la maquinaria que se devoró 6 millones de judíos de Europa al paso del Ejército Alemán y las SS.
Israel muestra un mosaico de ideologías en estos tiempos. Se espera, desde siempre, un enfrentamiento serio entre civiles y religiosos beneficiados por Ben Gurión, que no pagan impuestos ni hacen el servicio militar.
Más las polémicas cuando se realizan las elecciones políticas. La izquierda está retrocediendo en las pasiones populares, temerosas por los ataques mientras siguen apoyando a Benjamín Netanyahu (de ultra derecha) cuya base de apoyo se encuentra entre los religiosos -a quienes los ha respaldado en sus asentamientos en territorio palestino- y los inmigrantes rusos que llegan al millón y medio de personas. Cuando deje el poder Netanyahu, amigo de Putin y de Trump, tendrá que presentarse ante la justicia para dirimir unos cuantos casos de corrupción.
Por buscar la paz y el entendimiento con la Autoridad Palestina, el 4 de noviembre de 1995 fue asesinado el primer ministro Yitzhak Rabin. La mano que apretó el gatillo fue la de un joven israelita relacionado con círculos religiosos extremistas.
Rabin, para ellos, había traicionado al pueblo y debía ser asesinado, según indicaban “los textos sagrados”. Esos mismos círculos son los que respaldan con el voto a los políticos que aprueban la expansión de los asentamientos judíos en territorio palestino.
Utilizan un falaz argumento: ” lo dice la Biblia”. Son religiosos ultras que viven armados para contestar cualquier agresión, mientras los palestinos aseguran que esas tierras son de ellos por acuerdos internacionales . Si los judíos siguen avanzando -como quieren hacerlo-, terminarán por quitarle el resto de los terrenos que los palestinos utilizan para cosechar y alimentarse.
Barack Obama se interesó en esta inquietud, en esta tierra fangosa, pidiendo acuerdos antes de actuar. Y sólo por eso la figura de Obama se diluyó, mientras creció la de Donald Trump, porque los respaldaba y brindaba todo tipo de ayudas a Israel. De pasó, el yerno de Trump hacía negocios de cualquier tipo a la sombra de su delirante suegro. Los judíos que querían a Trump no tomaron en cuenta a los judíos del mundo que lo consideraban un peligro serio para la democracia global.
En tanto, el gobierno de Netanyahu confirmó que enviará vacunas a la Autoridad Palestina. Son apenas 5.000 dosis para ser destinadas al personal de salud de primera línea en Cisjordania. Aseguran que ya vacunaron a un tercio de su población árabe y a los palestinos de Jerusalén Oriental.
Pero detrás del muro levantado con el pretexto de acabar los atentados contra ciudadanos judíos, la vacuna no llegará a los millones que no viven en Israel. Esta reticencia de vacunas tiene todas las características de un acto extremo de discriminación. La Organización Mundial de la Salud expresó su preocupación por la disparidad entre Israel y palestinos que viven en Cisjordania y Gaza.
Pese a todo, al esfuerzo y al talento de darle vida a un país en pocas décadas, en Israel hay muestras de acciones racistas. El trato dispensado en las fronteras es duro.
La salvación de los judíos etíopes en una operación asombrosa llevó a los recién llegados a una rápida integración. Hasta que aparecieron muestras de intolerancia incomprensibles en escuelas y altos centros de estudio. No se les permitió donar sangre por temor a supuestas enfermedades ¿ y al color de su piel? Si pudieron entrar, en cambio, en el Ejército y morir por Israel.
La epidemia ha incrementado los problemas económicos en el país. En estos días registra 160.000 nuevos desempleados. A 127.000 de ellos se le otorgó una licencia no remunerada. De inmediato solicitaron la ayuda del Servicio de Empleo incluso en momentos de restricción sanitaria.
Hay un dato concreto que vulnera la imagen del sueño socialista de los pioneros de Israel : dos millones de habitantes viven bajo la línea de pobreza sobre una población total de casi 9 millones. El 36 por ciento de los niños de los niños están incluidos en el informe. El Instituto Nacional de Seguros estima que en el año 2020 millones han entrado en el planeta de las carencias totales.
El nivel de vida promedio en el país se redujo 4,5 por ciento, lo que agrandó la brecha entre ricos y pobres. 50 familias manejan la producción y exportación en Israel. Los altos índices de pobreza en el sector ultrareligioso se deben a la escasa mano de obra masculina (prefieren estudiar los libros sagrados) mientras que en la sociedad árabe influye considerablemente la baja participación de las mujeres en el mercado laboral.
En medio de las polémicas carencias se destaca Youssef Haddad –comandante en una unidad del Ejército con un gran historial– que pregona la idea de vincular al público árabe-judío que permaneció en el territorio israelí con el resto de la sociedad israelí. Haddad perdió una pierna en algunos enfrentamientos con los árabes no israelíes
Le preguntaron a Haddad los periodistas que significaba para él ser árabe-israelí: “para mi es estar en una misma habitación con un judío, un musulmán y un cristiano, con un beduino y todos llamarnos hermanos unos a otros”. Haddad no teme a la Ley Nacional que margina a los ciudadanos árabes. Sugiere cambiar tres o cuatro artículos para evitar un escándalo mayúsculo.
Una vez le preguntaron a Haddad cual es su verdadera identidad. Le parecía imposible ser calificado de árabe sionista. En primer lugar–dijo–“soy árabe israelí— y por eso mismo queremos participar en todas las instituciones del país. Resistiremos ante cualquier intento de marginalidad”.
Publicado en Revista Gallo el 10 de febrero de 2021.