Donald Trump como presidente profundizó la enorme grieta de arrastre que padecen los Estados Unidos. Con un agregado: con su administración, por todos definida como nacionalista conformó un gobierno populista, enfrentado a sus aliados en el mundo.
Y si es necesario darle un calificativo más, fue muy de derecha (como diría un analista español). Movilizó en su último discurso a un grupo de desaforados para que invadieran el Capitolio y vapulearan o agredieran a los legisladores que debían aprobar la elección ganada por Joe Biden, su enemigo demócrata.
Algunos lo calificaron de “déspota que se burla de la democracia largamente sostenida”. Otros escribieron sin dudar que se trataba de un “fascista” por sus gestos, formas y las palabras que utilizaba. Algo que nadie hubiera esperado que ocurriera en los Estados Unidos.
Ahora, a Trump lo aguardan varios e importantes juicios legales que, mientras era presidente, no le hacían mella por la inmunidad de su condición presidencial.
La primera movida legal será cuando el Senado de los Estados Unidos lo encare, que podrá ser sometido por segunda vez a un juicio político ante esa instancia. El exmandatario tendrá que enfrentar el impeachment aprobado hace algunos días por la Cámara de Representantes en el que se lo acusa de haber incitado el asalto al Congreso el 6 de enero. Trump rechaza ese señalamiento y se considera “víctima de una caza de brujas“. Se juzgará paralelamente a una supuesta complicidad de la policía del Capitolio que actuó displicentemente ante la invasión de los trumpistas.
Si pierde podrá ser sentenciado en una eventual prohibición para ejercer cargos públicos y una pérdida de los beneficios que le corresponden, como la pensión vitalicia que vienen recibiendo sus antecesores en la Casa Blanca desde la independencia.
Estarán en discusión los “perdones” otorgados por Trump, entre otros, al suegro de su hija, a su yerno y a dos de sus asesores. Por ejemplo, a Steve Bannon, una figura muy polémica que trabajó para Trump, a quien echó y ahora se convirtió en asesor de todos los partidos y gobiernos de extrema derecha en Europa.
Como Trump es millonario quizás no le importe perder ese ingreso. Pero como presidente, disfrutó de una protección única contra acciones legales, ya fueran criminales o civiles. Estará en la mira de litigantes y fiscales.
Una investigación criminal de amplio alcance en Nueva York es la preocupación por actuaciones de su empresa de bienes raíces, la Organización Trump. Además de eso hay una serie de demandas desde acusaciones de fraude hasta acoso sexual. Es, como se ve, hasta ahora, una tormenta legal.
Tendrá que explicar los “pagos secretos” que realizó en su momento a dos mujeres, Karen McDougal, modelo de la revista Playboy, y Stormy Daniels, actriz de cine en películas pornográficas, para que ingresen en una “conspiración de silencio”. Ambas, que habrían tenido relaciones sexuales con Trump, recibieron pagos para mantenerlas en secreto, antes de las elecciones presidenciales de 2016.
Finalmente las mujeres hablaron dando temas a dos investigaciones criminales. Un abogado, Michael Cohen, dijo que “recibió órdenes de Trump” para que las callara. Finalmente ellas no presentaron cargos contra el entonces presidente. La pregunta fundamental es ¿por qué?
También se investiga si la Organización Trump falsificó registros comerciales relacionados con los pagos. Es un delito castigado con una pena de cárcel.
Uno de los principales fiscales de Manhattan, Cyrus Vance, exigió ver la actualidad financiera de Trump y sus declaraciones de impuestos, que, por ser muy bajos fueron materia de humor. Ésos sí son delitos graves.
También se lo acusa de fraude inmobiliario. Cuando ejercía el poder, frente a las acusaciones, Trump no les daba importancia y hablaba de “venganzas políticas”. Otra fiscal destacada de Nueva York, Letitia James, advirtió que de ahora en más Trump puede ser tratado con menos deferencia.
Otra más, la periodista Jean Carroll, columnista de la revista Elle, viene presentando demandas por difamación contra el magnate por llamarla mentirosa. Acusó a Trump de violarla en un rincón de una lujosa tienda departamental en Manhattan. Él lo niega con insistencia. Incluso declaró que no puede haberla violado porque ella no es de “su tipo”. Para determinar la acusación solo bastaría una muestra del ADN de Trump.
Entre las últimas novedades aparece el libro de memorias de Mary Trump, sobrina del exmandatario quien escribió: “El fraude no era solo un negocio familiar, era una forma de vida“. Define a su tío como “el hombre más peligroso del mundo”. Y lo demandó por medio millón de dólares por los daños económicos que le causó. Trump no respondió a la demanda.
Publicado en El Auditor el 28 de enero de 2021.