A pesar de que hoy se celebra el día del abogado en honor al nacimiento de Juan Bautista Alberdi, el derecho no fue su única pasión.
Siendo un adolescente, dejó su provincia natal -Tucumán- para estudiar en Buenos Aires. Desde entonces navegó por diversas disciplinas científicas y dio rienda suelta al talento musical. Tal fascinación, no es de extrañar. La libertad, que veneró en todas su formas, se vuelve tangible en cada partitura.
Las reflexiones que realizó sobre este arte ocupan muchas páginas su abultado repertorio intelectual. Destaca, por su originalidad, una guía para valorar correctamente las melodías. Ante todo, escribió, era importante tener en cuenta que la “música, tal como sale de las manos del compositor, no es más que una tabla rasa: la buena o mala ejecución hace de ella alguna cosa o nada”.
Alberdi consideró que la excelencia era muy difícil de hallar: “…el placer que nos causa un talento raro que no aparece sino de siglo en siglo, no indemniza de ningún modo del tormento que nos da la turba inmensa de guitarreros pésimos”.
En sus palabras era preciso “no confundir el gusto con la sensibilidad. Se puede tener mucho gusto con un alma fría; y tal hombre sensible en extremo a las cosas apasionadas, no lo es absolutamente a las graciosas. Parece que el gusto se refiere más bien a las pequeñas expresiones y la sensibilidad a las grandes. El gusto tiene su fuente en la finura del espíritu y la delicadeza del corazón. Tampoco se le debe confundir con la expresión, que nace exclusivamente de la sensibilidad del corazón y del calor del alma. Mozart tiene muchísima expresión y alma; Rossini tiene muchísimo gusto y gracia”.
El gusto no era algo matemático, sino “la facultad de elegir y hacer lo que agrada a todo el Mundo. El gusto no supone genio; estas facultades andan frecuentemente separadas. El genio puede crear grandes cosas; pero el gusto únicamente las hace interesantes”.
Ante todas estas conclusiones reflexionó: “¿Cuál es el mejor de los gustos en música? Yo resolveré esta cuestión cuando se me resuelva estas otras: ¿cuál es el mejor de los perfumes? ¿Cuál es el más lúcido de los colores que ofrece la Iris? ¿Cuál es la más amable de las gracias? ¿Cuál es el más bello de los rostros?”.
Cada melodía era desde su perspectiva una victoria. Lamentablemente, muchas de las composiciones que realizó se han se han perdido. Sin embargo se conservan algunas. Los invitamos a conocerlas.
Publicado en Los Andes el 29 de agosto de 2019.
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