jueves 26 de diciembre de 2024
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Procurando una lucecita de esperanza

El lunes 3 no amanecimos con más noticias de las que ya teníamos el sábado por la noche. Se sabía que el gobierno que había duplicado la cantidad de ministerios en enero de 2016 lo reducía a la mitad, los comprimía, les quitaba espacio. Y que vendrían cambios de figuritas y modificaciones de poder dentro del poder

Poco después que hablaran el presidente Mauricio Macri y el Ministro de Economía Nicolás Dujovne, el lunes 3 el dólar subió poquito, más allá de las expectativas pesimistas de la gente y la reacción del microcentro de la ciudad fue buena, por suerte.

De lo que no sabe nada es cuánto durará esa reacción porque dependerá todo de lo que suceda en Estados Unidos, entre la Bolsa donde las empresas argentinas han perdido millonadas y los aprietes o caricias que prodigue el Fondo Monetario Internacional. Eso lo sabremos en 72 horas más, aproximadamente.

Más allá de todo, que el presidente estadounidense Donald Trump haya adelantado que visitará la Argentina durante la reunión de los G-20 está demostrando que el principal accionista del Fondo Monetario, Washington, está interesado en evitar que el gobierno de Macri se deshilache. Para algunos es un arribo de cortesía y buena onda. El FMI no es sólo intriga, economía y burocracia, también encierra apetencias políticas: ya es un rumor insistente que Christine Lagarde, su conductora, se postularía a la presidencia de Francia desde la centroderecha. Y, según se dice, a Francia no le vendría mal el manejo del país, en momentos difíciles para Europa, en manos de una mujer con gran fortaleza, como lo demuestra Lagarde. Hay que recordar que uno de sus antecesores en el mismo cargo, Dominique Strauss-Kahn era número puesto para presidir Francia en nombre del Socialismo, pero lo doblegaron sus indomables apetencias enloquecidas de sexo y escándalo. Si aquel avión que estaba a punto de despegar de Nueva York no hubiera sido paralizado en la pista por la policía norteamericana seguramente Strauss -Kahn habría sido un factor de movida política en París. Pero la suerte le resultó adversa. Y cuando se juntaron los antecedentes sobre su persona, se encontró a una persona enferma, escandalosa e inescrutable.

El discurso de Macri, el lunes 3 fue genuinamente sincero. El país, dijo, “está en emergencia”, que en estos cinco meses de crisis el sufrió tanto como en el tiempo de su secuestro por una mafia policial. Atribuyó errores al gobierno anterior, se quejó de la peor sequía en más de medio siglo y planteó que el sector exportador es el que podría realizar el esfuerzo de respaldar a las arcas del Estado. Reconoció que el mundo dijo que en la Argentina vivimos por arriba de nuestras posibilidades y se creyó que con excesivo optimismo, yendo despacio en vez de ir más rápido era la mejor opción. Subrayó que hoy la Argentina hay un gobierno que enfrenta la realidad sin esconderla.

La sociedad ¿comprará o comprenderá este discurso? En medio de la angustia colectiva lo único que vale es dar a los individuos una salida. ¿Una familia que apenas come una vez al día o cada dos días se sentirá sensibilizada con las palabras del Jefe de Estado? Los comedores populares evidencian mayor concurrencia de familias. En el discurso que comentamos el presidente habló de él no de los que sufren cotidianamente y no encuentran salida. Mauricio Macri reconoció -y eso es una virtud- que la pobreza irá en aumento, pero prometió el socorro del Estado a los necesitados. Que la pobreza trepará por arriba del treinta y pico por ciento del total de la población ya está escrito como advertencia por el Observatorio de la Deuda Social, que depende de la Universidad Católica, incluso sin dar todavía datos precisos. No habrá plata que alcance. En la crisis del 2001, cuando la pobreza superó el cincuenta por ciento de la población paliarla, hacerla bajar requirió un esfuerzo monumental. Así y todo no se terminó con ella. Perduró, al Indec le taparon la boca para que no la registre y la expresidenta Cristina Fernández llegó a decir, sin pudor alguno, que en la Argentina había menos pobres de total pobreza que en Alemania.

Hay una verdad irrefutable que el gobierno no puede sacársela de encima. La mayoría de los funcionarios de alto rango, los del PRO nacieron en hogares pudientes o muy pudientes. No logran entender eso de no comer durante mucho tiempo. De caminar veinte cuadras en medio del barro y otros peligros para tomar un colectivo que los lleve al trabajo. Sin duda, un baño de realidad no les vendría mal. Entre los pocos que expresan su sensibilidad y su dolor ante ese desastre está María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires, pero también muestra impotencia en resolver la mayor parte de los problemas de los vecinos. Y ahora más aún, con el inexorable recorte de las obras públicas.

Varios ministros que se iniciaron en el ciclo de gobierno macrista y que tuvieron encontronazos con Marcos Peña, a cargo de la Jefatura de Gabinete, por lo cual partieron no tienen pelos en la lengua. Alfonso de Prat Gay, cuyo destino, se dice, será la Cancillería, declaró: “La economía es un quilombo por lo que hay que clarificar el camino”. ¿Cómo se le da luz a un camino? Primero siendo prudentes, después intuitivos, reconociendo los errores chicos y grandes, con un gabinete que se ponga de acuerdo y no actúe anárquicamente.

Uno de los grandes equívocos, ahora reconocidos, es que el macrismo entró por la puerta grande del poder creyendo en las varitas mágicas, olvidándose de sus aliados ( los radicales y los seguidores de Lilita Carrió), asumiendo la filosofía del optimismo ( todo aquel que bajara los brazos era un derrotista) y sin ganas de integrar al gabinete figuras de la oposición. El macrismo mostró un orgullo desmesurado incluso en tiempos de muy mala gestión. Porque se podrían haber evitado muchos momentos complicados teniendo en el gabinete personas que no fueran PRO en estado puro. Por lo menos le hubiera dado mayor posibilidad de maniobra. Hoy tras una semana de locura donde el gobierno caminó por la cornisa siguen pensando lo mismo. Eso tiene una traducción de psicología de solapa de libro: omnipotencia, hasta que el techo cae sobre sus cabezas.

En paralelo, el gobierno no sabe comunicar. Cree que es suficiente disponer de las redes sociales. Pero en el fin de semana pasada se publicaron opiniones de operadores e inversores del exterior que señalaban el error de la incomunicación. ¿Cómo subsanarlo? Diciendo la verdad de lo que ocurre, hablar toda vez que fuera necesario, brindar mensajes de realismo, evitar estar trabajando para las elecciones del 2019 sino pensar el presente, ocuparse de la gente. El gobierno actúa como los que trabajan en las calles con obras en nombre de la Ciudad de Buenos Aires. No avisan dos o tres cuadras antes que una calle estará cortada, tampoco hay lamparitas rojas en los trabajos ya realizados en mitad de una calle o una avenida. Descuido, impericia, el reino del que me importa. Irresponsabilidad.

La semana pasada los ciudadanos nos quedamos más pobres porque el peso ha perdido más de un 50 por ciento frente a la divisa norteamericana. Nadie puede ser feliz ante ese resultado y transfiere al gobierno la responsabilidad total. ¿Alguien del gobierno le hizo frente a la tormenta con realismo, serenó los ánimos, cuestionó a los especuladores? El 30 de agosto en medio de la fiebre alta habló Marcos Peña, ideólogo y mentor de Macri. Llegó a decir: “No estamos ante un fracaso económico ni mucho menos”.

Publcado en El Cronista el 4 de septiembre de 2018.

Link https://www.cronista.com/columnistas/Procurando-una-lucecita-de-esperanza-20180903-0086.html

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